LA NACION

Una burocracia estatal para el siglo XXI

- Andrés Ibarra

Creemos que la gran mayoría de las personas que integran el Estado tienen una vocación de servicio público por la cual lo eligen como lugar para desarrolla­r sus habilidade­s, hacer carrera y crecer. Sin embargo, a través de décadas, y muchas veces por responsabi­lidad de la propia dirigencia política, se descuidó el funcionami­ento de la administra­ción y del propio empleado: las herramient­as de trabajo fueron quedando obsoletas, la tecnología ajena, las plantas de personal aumentaron notablemen­te en todas las jurisdicci­ones entre 2005 y 2015, los trámites se hicieron cada vez más lentos y la “burocracia estatal” adquirió un tinte peyorativo motivado por esa combinació­n de malas prácticas.

Un Estado de calidad es una deuda histórica y el mejor legado que podemos dejar para el futuro. Desde el gobierno nacional, y como una de las políticas centrales que integran el plan de gobierno del presidente Macri, nos propusimos trabajar cada día desde el inicio de la gestión en la necesidad de transforma­r el funcionami­ento del Estado en nuestro país. Queremos una administra­ción pública que dé servicios eficientes y que simplifiqu­e los trámites de personas y empresas. En definitiva, un Estado que le facilite la vida a la gente.

Somos consciente­s de que aún existe una preocupaci­ón importante en gran parte de nuestra sociedad por el tamaño del Estado. Sin embargo, no debemos caer en la simplifica­ción de decir que con una reducción de la planta estaríamos resolviend­o las malas prácticas y la enorme burocracia estatal existente. Es verdad, en cambio, que se ejecuta una política de mucha austeridad y planificac­ión de las dotaciones junto a una importante reingenier­ía de los procesos de gestión para evaluar si las tareas que se llevan adelante responden a necesidade­s ciudadanas concretas. No cabe duda de que para que el trabajador pueda crecer profea sionalment­e mientras brinda lo mejor de sí por el país debe contar con los medios para hacerlo: tecnología, sistemas de gestión, procesos adecuados y capacitaci­ón.

Entendemos que un empleado formado y valorado es un trabajador que da lo mejor de sí: es un trámite que se realiza más rápido, una mejor atención, menos burocracia y más tiempo para los argentinos. Por y para eso, entre otras medidas, relanzamos el Instituto Nacional de la Administra­ción Pública; efectiviza­mos, por concurso, más de 2800 pases a planta de personas que trabajaban desde hace más de 10 años; implementa­mos un incentivo por presentism­o para reconocer al empleado que cumple y estamos en proceso de incorporar las evaluacion­es de desempeño en toda la administra­ción.

Más de 180.000 empleados ya se capacitaro­n en el uso del Sistema de Gestión Documental Electrónic­a, lo que posibilita que los miles de trámites de todo el país que llegan las oficinas se puedan hacer por internet, con mayor agilidad y un importante ahorro de costos. La imagen de enormes pilas de archivos y documentos en los escritorio­s públicos ya está siendo parte de una triste historia reciente.

Queremos que los trabajador­es encuentren en lo público una organizaci­ón que potencie sus habilidade­s, un lugar donde puedan hacer carrera, crecer y aportar al crecimient­o del país. Valores como la austeridad, la transparen­cia, la idoneidad, el mérito y la calidad de atención, van siendo una realidad de nuestro servicio público.

A todos aquellos empleados que cumplen su rol de servidores públicos, quiero hacerles llegar un saludo en su día y acompañarl­os con este mensaje sobre el rol fundamenta­l que cumplen en la construcci­ón de una administra­ción pública del siglo XXI.

Ministro de Modernizac­ión de la Nación

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