LA NACION

Lo que queda de Sampaoli en el mundo real

Tras la intervenci­ón de los históricos, el DT perdió poder, pero ganó tranquilid­ad

- Sebastián Fest

BRONNITSY, Rusia.– A veces menos es más. Es muy cierto que hay señales y hechos en los últimos días y semanas que marcan que el margen de acción de Jorge Sampaoli en la selección se redujo fuertement­e, también lo es que los “históricos” tomaron el control del equipo y modificaro­n tanto la alineación como varios nombres. Así y todo, el técnico sonríe subido a una paradoja: influye menos que antes, pero sigue en el puesto y sueña con los cuartos de final de un Mundial Rusia 2018 del que estuvo a cuatro minutos de ser eliminado.

Como para no sonreír. Ese es su mundo real hoy, para seguir con la división que el técnico hizo entre o virtual y lo real. Una distinción que es un intento vano de aislarse de la presión que generan las redes sociales, factor de poder hoy en la vida diaria. Si hasta él aprovechó hace unos días Twitter para hacerle un guiño a un fabricante de televisore­s que patrocina a la selección.

¿Le preguntó Sampaoli a Lionel Messi si ponía al “Kun” Agüero en la agonía del segundo tiempo ante Nigeria? ¿O se lo dijo? Imposible saberlo en medio del rugido del estadio de San Petersburg­o, pero lo que quedó claro es que el técnico buscó sumar al capitán en ese camino. Si era propuesta o decisión, en ambos casos pretendió contar con Messi, que después del apoteósico gol de Marcos Rojo pasó por el banco y chocó la palma de su mano con la del técnico.

Un técnico que, tras la crisis desatada en Nizhny Nóvgorod con la goleada de Croacia, parece más aliviado, aunque suene a contradicc­ión.

“Es un triunfo de la convicción de los jugadores”, dijo post partido un Sampaoli que ya no se preocupa por vestir “a la europea” y volvió a la ropa deportiva para gritar desde el banco. Está entregado a los “históricos” y resignado a una cogestión en la que es clarísimam­ente el socio minoritari­o. Sabe que para una mayoría de los argentinos es el malo de la película. Todo lo que logre la selección será percibido como mérito del grupo de veteranos que decidió que sus años con la celeste y blanca no podían terminar de forma tan poco honrosa. Al técnico de Casilda le queda el consuelo de que compartirá la foto de los éxitos, si sigue habiéndolo­s, y de que cualquier derrota no manchará su imagen más de lo que ya lo está de cara a unos hinchas que en la noche sobre el Báltico lo abuchearon en cuanto su rostro apareció en las pantallas gigantes del estadio.

Un vestuario más relajado

Sampaoli y Messi compartier­on la conferenci­a de prensa posterior al partido, y aunque ambos se mostraron amables y considerad­os, aguardando siempre a que hablara primero el otro, cuando el “10” se fue hacia el vestuario, mientras su técnico seguía hablando, no tuvo ningún gesto de despedida o empatía. Pasó por detrás de él sin despedirse.

Claramente más relajados también, en el vestuario post partido hubo de parte de los jugadores amabilidad y saludos hacia el técnico, que se mantuvo como espectador en los primeros minutos tras el triunfo mientras los protagonis­tas se abrazaban emocionado­s. Ya no hay línea de tres ni apuestas extrañas como poner a Eduardo Salvio de cuatro. Sampaoli perdió el poder, pero ganó en tranquilid­ad. Ni hablar de si el sábado se superara el obstáculo de Francia. El ex técnico de Chile, que ya no tiene nada que perder, porque su imagen quedó muy maltrecha tras este año al frente de Argentina, arriesga micrófono en mano: “Dije que teníamos cinco finales, ahora nos quedan cuatro. La regularida­d y la consistenc­ia que tuvo el equipo nos va a permitir pasar la próxima final que nos toca”.

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Aníbal greco / enviado especial La crisis en Nizhny Nóvgorov le restó protagonis­mo a Sampaoli

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