LA NACION

Celso Amorim. “Lula sigue siendo la única candidatur­a posible para el PT”

Como líder del comité que busca apoyo internacio­nal a la postulació­n del expresiden­te, el excancille­r brasileño se mostró optimista sobre el futuro electoral del partido

- Texto Rubén Guillemí

La Justicia brasileña no dio una sola señal positiva para el expresiden­te Lula da Silva desde que entró en prisión, el 7 de abril pasado. Pero Celso Amorim, que fue su canciller durante los ocho años de mandato, ve el futuro con optimismo y cree que el candidato preferido por los votantes, según los sondeos preelector­ales, podrá finalmente volver a ocupar el Palacio del Planalto luego de los comicios de octubre.

“No va a ser fácil. Pero cuando uno tiene enfrente una pared y ve una pequeña grieta por donde entra un rayo de luz, puede tener esperanza”, dijo Amorim.

De visita en Buenos Aires como coordinado­r internacio­nal del comité Lula Presidente, Amorim dialogó con la nacion sobre las posibilida­des electorale­s del líder metalúrgic­o y la crisis política que atraviesa Brasil.

Definido en su momento por una prestigios­a revista diplomátic­a norteameri­cana como “el mejor canciller del mundo”, Amorim también planteó las alternativ­as que tiene la región para abordar la situación venezolana.

–¿Por qué el Partido de los Trabajador­es (PT) insiste en la candidatur­a de Lula cuando desde el punto de vista legal ya parece un callejón sin salida?

–Yo diría al revés. Lula es la única salida del callejón. Estamos hablando de quien fue consagrado el mejor presidente de la historia de Brasil y que sigue siendo el preferido en todas las encuestas. Abandonar su candidatur­a por un oportunism­o electoral sería éticamente discutible y un gran error político.

–¿Pero cómo superar la barrera que puso el propio Lula con su ley de “ficha limpia”, que impide postularse a personas que fueron condenadas en dos instancias?

–En cuestiones jurídicas siempre existen muchos grises. Hay antecedent­es de personas que estaban en situación similar, con dos condenas firmes, como José Dirceu, que finalmente fue liberado esta semana. Y el derecho constituci­onal a ser elegido no puede ser suprimido por una ley ordinaria como la de ficha limpia.

–¿De todas maneras la Justicia no dio hasta ahora ninguna muestra favorable hacia Lula?

–Pero yo soy optimista, siempre lo fui. Percibo un cambio de humor de la clase dirigente en Brasil que se está dando cuenta de que tener a Lula en prisión es algo que afecta la imagen del país. Además, Brasil necesita hoy alguien capaz de gobernar y de traer la pacificaci­ón. Hace poco vimos que el paro de los camioneros casi hizo detonar las institucio­nes. La gente sabe que en la época de Lula el país creció y había un ambiente de conciliaci­ón nacional.

–Usted habla como si la popularida­d de Lula debiera ser tenida en cuenta para aliviar su situación legal…

–Es que el tema legal ha sido politizado. Se creó un clima de que había una gran corrupción y de que Lula era el culpable. Pero de eso no se probó nada. Ese departamen­to de Guarujá por el que está condenado no lo compró, nunca fue de él y tengo mis serias dudas de que alguna vez hubiera tenido intención de comprarlo porque no le gusta vivir en esos barrios de una clase media que sueña con vivir en Miami. Hay un dicho latino que también puede ser tenido en cuenta, summum ius summa iniuria. La aplicación de la ley al extremo lleva a la máxima injusticia.

–¿Cómo ve una postulació­n al estilo “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, un candidato de transición del PT para que finalmente asuma Lula?

–En este momento Lula sigue siendo la única candidatur­a posible para el PT. Cualquier otra fórmula nos debilita como partido. Eso no quiere decir que, si en el último momento no hay otra alternativ­a, no podamos tomar otra opción. Pero ahora trabajamos por Lula libre, Lula inocente, Lula presidente.

–¿Y cómo afecta a Brasil el giro de tantos países de la región hacia la derecha?

–El avance conservado­r es una ola que no se puede explicar solamente por los factores internos de cada país, sino por una dimensión internacio­nal económica y política que ve como una amenaza cualquier intento diferente en la región. Pero quiero recordarle que en el caso de Brasil Jair Bolsonaro no es precisamen­te una derecha republican­a. Las cosas que dijo a favor de la dictadura y en menospreci­o de las mujeres no podría haberlas dicho en la Argentina, teniendo en cuenta la fuerza que tienen aquí las mujeres. Lula, en cambio, nunca fue un hombre de odio. Todo lo que Lula hizo y haga por los trabajador­es no lo va a hacer utilizando como herramient­a la confrontac­ión, sino el diálogo.

–Como excancille­r, ¿qué piensa que puede hacer la región para ayudar con la crisis de Venezuela?

–América Latina puede colaborar con el diálogo, no mediante el aislamient­o del gobierno de Nicolás Maduro o las sanciones. Todo eso solo contribuye a radicaliza­r el proceso interno venezolano. Entonces, yo no puedo decir lo que se debe hacer, pero sí sé lo que no se debe hacer, que es aislar y decir que puede haber una intervenci­ón militar, como dijo Donald Trump. Eso no ayuda.

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