LA NACION

El privilegio de jugar en primera a los 47 años

Jorge Búsico

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Un paso al frente el que juegue en la primera de su club a los 47 años. Guillermo Pauli lo da. El fin de semana pasado volvió a ser el pilar izquierdo de San Martín en el partido por el Top 12 de la URBA ante el CASI. “Nunca dejé de entrenarme, así que cuando se me hizo un hueco, me metí”, cuenta quien protagoniz­a un caso inusual desde lo estadístic­o y desde lo físico, pero normal desde lo que significa el rugby. “Para mí es pura pasión; es como la vida misma y no creo que haya otro deporte que genere ese sentido de pertenenci­a”, agrega en un diálogo con la nacion y en un alto de su trabajo como odontólogo.

El sábado, por ejemplo, Pauli jugó con Manuel Bianco, hijo de Federico, que fue compañero suyo también en la primera hace 25 años. “Yo jugaba con Manu cuando era chiquito e iba a comer a la casa de Freddie. Lo más loco es que él decía que yo era su amigo invisible y ahora resulta que juego con él. Le llevo 28 años”, comenta sobre una de las tantas experienci­as que le ha dado (y le está dando) este deporte.

Pauli llegó a Pacific en 1985, tras haber pasado un año en Gimnasia y Esgrima. “Yo siempre viví en Devoto y no sólo GEBA me quedaba lejos, sino que tenía un par de amigos que estaban en San Martín, así que fui para ahí”. Es de la camada 71 (nació el 11 de enero) y con la M19 salió campeón, al ganarle en Belgrano la final a Pucará. El capitán de ese equipo, Tomás Druetta, es el actual entrenador de la primera.

“El rugby es el fondo, es el tercer tiempo, es mirar todos los partidos, es estar con tus amigos. Solo dejé de jugar en todo este tiempo unas tres veces. La primera fue en 2004, cuando nació mi hija y estuve sin volver hasta 2007, cuando ascendimos”, revela. “Mi día es llevar a mi hija [Dolores, su única descendien­te] al colegio, atiendo el consultori­o toda la mañana y un rato a la tarde y después me entreno. Hoy es distinto a cuando yo empecé. Si no estás muy bien entrenado no podés jugar en este nivel”.

La última vez que dejó de jugar fue en 2011, cuando cumplió 40 años, pero en 2015 regresó. Fue jugando en todas las Preinterme­dias en estos tres años hasta que el sábado, por la lesión de los dos pilares, pudo volver a la primera. Rumbo a los 48 años. “No me fue difícil. Yo siempre me seguí entrenando, aun sin jugar. Corrí dos veces la media maratón de Buenos Aires y nunca dejé de cuidarme físicament­e”, añade quien en 1994 fue el tryman de San Martín con 14 conquistas, no por llevar la pelota en el maul, sino por su velocidad y habilidad.

Jugó tres de las cuatro veces que San Martín disputó el Top 12 (solo faltó en la de 2009) y entre 2002 y 2004 estuvo en todos los partidos de la primera de su club. Fue campeón con el equipo de Buenos Aires en 2000, junto con grandes figuras del rugby como Ignacio Fernández Lobbe, Nicolás Fernández Miranda, Ignacio Corleto, Lucas Borges, Rodrigo Roncero y Hernán Senillosa, entre otros. A aquel equipo lo entrenaba José Javier Tito Fernández.

No le gusta el scrum de ahora. “Es tira y saca, dejó de ser una formación de disputa. Encima, los juveniles no empujan, por lo cual ahí está el problema de la falta de pilares en Pumas y Jaguares. Para mí el scrum verdadero era el de antes, que es la esencia del rugby. Si ganás el scrum, ganás el partido”, sentencia.

Pauli ni sueña con dejar de jugar. El rugby es su pasión. Y no hay edad para la pasión.

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