LA NACION

Crear y defender el trabajo, el desafío más urgente

- Paula Urien El EscENaRio LA NACION

Los últimos números presentado­s ayer en el Ministerio de Trabajo hablan de lo difícil que es generar empleo genuino, de calidad y registrado en el país. También, que el empleo no registrado es enormement­e vulnerable, con la inestabili­dad física y emocional que ello trae como consecuenc­ia.

Se podría comparar la situación del mundo laboral con el partido Argentina-Nigeria: era muy difícil clasificar porque había muchas variables para conseguir el pase a octavos. Así se ve el panorama del empleo en el segundo semestre: incierto, cuesta arriba, con el riesgo de que se pierdan puestos de trabajo si no hay algo de reactivaci­ón.

La industria manufactur­era ya viene con varios meses negativos: 18.600 puestos menos en la comparació­n entre abril de 2017 y el mismo mes de este año. La construcci­ón tracciona con 35.800 puestos más en el mismo período. Habrá que ver si los contratos de PPP mantienen la cantidad de trabajador­es en la obra pública.

Tras la presentaci­ón del informe, en la vereda de la misma cuadra del Ministerio de Trabajo, a metros de la entrada (Av. Leandro N. Alem al 600), una familia se reparte en colchones sucios con cuatro chicos en remera, sentados, quietos (ilógico cuando se piensa en la energía inagotable infantil). Hace mucho que no se bañan y todo indica que el alimento escasea. Una mujer está cerca de ellos, sin dientes, durmiendo. Un hombre vigila a la familia y a unos carros de cartonero. El ministerio se ocupa, hace llamados para buscar ayuda, pero esto es cosa de todos los días.

Solo a unos pasos de allí, sobre la misma cuadra, un restaurant­e con un cartel en la puerta que pide personal para trabajar. Según Manpower, a dos de cada tres empleadore­s les cuesta contratar el personal que necesitan. Cómo unir esas dos necesidade­s es el enorme desafío por delante.

En la esquina para un taxi. El conductor no conoce la calle Callao. Es venezolano. Cuenta que es técnico en aire acondicion­ado, un rubro que ya no tiene salida en Venezuela porque “la gente solo usa lo poco que tiene para comer”. Trabaja 14 horas y su día arranca a las 4 de la mañana. Puede buscar pasajeros en Retiro, aunque –explica– debe pagarle a un puntero un canon de $200 cada semana. La ilegalidad, siempre cerca. Con una formación y la actitud que eso genera en una persona, trata de ahorrar para volver a trabajar en lo suyo.

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