LA NACION

En casa o en el colegio. El dilema de los padres con los partidos de la selección El fútbol, partE dEl procEso dE aprEndizaj­E

Si bien en muchas escuelas se alienta a ver los encuentros del Mundial en las aulas, muchos alumnos prefieren vivirlos en sus hogares con la familia o amigos; otras institucio­nes no lo permiten

- Soledad Vallejos

“¿Quiénes se retiran hoy a las 14.30?”, preguntó la maestra el martes pasado, cuando la Argentina enfrentaba a Nigeria por su clasificac­ión a octavos de final. De los 30 alumnos de 5° B que van a un colegio privado de Belgrano, 29 levantaron la mano. Solo un estudiante de ese grado se quedó en la escuela a mirar el partido junto con un grupo minoritari­o de alumnos en una pantalla gigante en el gimnasio.

A pesar de que la mayoría de los colegios porteños decidió alimentar el espíritu mundialist­a y poner en pausa las actividade­s curricular­es para encender la pantalla gigante en el aula cada vez que la Argentina juegue en horario escolar, son muchos los alumnos del nivel primario que eligen retirarse antes y ver el partido en sus casas o con amigos. Para algunos padres, tener que ir a buscar a los hijos a la escuela y desarmar la rutina cada vez que la selección juega entre semana es una complicaci­ón. “Preferiría que se quedara con sus compañeros, pero si la mayoría se va tampoco está bueno que se quede sola”, opina Flavia Cantori, madre de Luciana, de 11 años. En cambio, a Lucía Magallanes le parece correcto que la decisión quede a criterio de padres y alumnos, y que se pueda optar por verlo en el colegio o en la casa.

“Cuando la selección jugó contra Croacia pude acomodar mejor los horarios de trabajo y lo saqué del colegio para verlo juntos. Compartir ese momento con mis dos hijos me encanta. Lo saqué de la escuela porque me dijeron que todos sus compañeros se iban”, reconoce Alejandro Izkowski, que no está de acuerdo en que en esta fase inicial del campeonato muchas escuelas hayan quedado casi vacías porque todos se iban a sus casas a ver el partido.

“Creo que es una gran oportunida­d para que se aprovechen los contenidos didácticos que el Mundial puede ofrecer y que los partidos se miren con los compañeros. La casa es el ámbito habitual, lo cotidiano. Abrazarte con tus amigos cuando la Argentina hace un gol es inolvidabl­e para cualquier chico”, remata.

Los primeros días de este mes, miles de alumnos porteños llevaron notas en sus cuadernos de comunicaci­ones en las que se contaba cómo se iba a vivir el Mundial puertas adentro. Algunos colegios anunciaron que iban a transmitir el partido en directo y por pantalla gigante. Otros invitaban a los alumnos a alentar a la selección con camisetas albicelest­es, banderas y maquillaje a tono. También hubo quienes autorizaro­n a los estudiante­s a retirarse antes de hora, al confirmar que en el turno tarde no anotarían la falta. Eso fue lo que implementó, como muchas otras institucio­nes educativas, el Buenos Aires English High School, en Belgrano R. “Tomy está en ter- cer grado, y aunque pusieron una pantalla gigante en el patio cubierto, la mayoría de sus compañeros se retiraron al mediodía las dos fechas en las que a la selección le tocó jugar entre semana”, dice María Lombardi.

También hubo otras escuelas que comunicaro­n lo contrario: no se verá ningún partido ni se permitirá el uso de camisetas ni ningún otro elemento alusivo al Mundial. Voceros del Ministerio de Educación porteño explicaron que no se emitió ninguna directiva sobre qué debe hacer cada escuela, y explicaron que se dejó la decisión a las autoridade­s de cada institució­n de transmitir el partido y aprovechar pedagógica­mente el Mundial.

Para Laura Ninín, madre de tres chicas de entre 5 y 8 años, que la rutina se altere para ver los partidos está bien, y no ve ningún conflicto en la decisión de que los chicos falten a la escuela. “En este país el fútbol se vive con mucha intensidad, y ellos están inmersos en esta cultura”.

Un mundo de sensacione­s

Nervios, angustia, felicidad, euforia, ansiedad, indignació­n y emoción. Esa combinació­n de sensacione­s genera el Mundial en los adultos argentinos, según una reciente encuesta hecha por la Universida­d Abierta Interameri­cana (UAI), en la que seis de cada diez entrevista­dos aseguraron que la mejor compañía para ver los partidos del Mundial es la familia. Según la mirada del psicólogo Sebastián Girona, especialis­ta en vínculos, las dos situacione­s presentan aspectos positivos. “Verlo en el colegio puede representa­r la oportunida­d de compartir la emoción del fútbol con los compañeros y sociabiliz­ar en un contexto diferente, que, en principio, puede ser más distendido. Por otro lado, verlo en familia implica el hecho de que los padres les enseñen a los hijos la forma de vivir esa clase de situacione­s, compartir las consecuenc­ias del resultado, la alegría de si se gana o poder recurrir a la contención del otro cuando se pierde”, analiza.

Para hablar del compañeris­mo, de geografía y de conceptos como la competenci­a y la motivación. E incluso como un incentivo para resolver problemas matemático­s. Por eso, cada cuatro años, en el Hölters Schule, en Villa Ballester, se arman proyectos especiales en torno del Mundial. “Me parece bien que se aproveche la ocasión dentro de la escuela. A los chicos los motiva todo lo relacionad­o con el Mundial, y cuando hay interés se aprende más fácil. Incluso, en algunas materias usan el álbum de figuritas para hacer actividade­s”, responde Sol Uzal, madre de Sofía y Nicolás, que van a cuarto y sexto grado, respectiva­mente.

Mañana cuando vuelva a jugar la Argentina no habrá clases, pero en los clubes y las escuelas deportivas, las actividade­s y los entrenamie­ntos se suspendier­on. Si la selección le gana a Francia, la siguiente ronda será los cuartos de final, y el partido –otra vez– se jugará en horario escolar, el viernes próximo.

Laura Ninín MaDRE DE TREs ChiCas “En este país el fútbol se vive con mucha intensidad, y ellos están inmersos en esta cultura” Sebastián Girona EsPECialis­Ta EN VíNCulos “Ver el partido en el colegio puede representa­r la oportunida­d de compartir la emoción con los compañeros y sociabiliz­ar.

Verlo en familia implica que los padres enseñen la forma de vivir esa clase de situacione­s, compartir las consecuenc­ias del resultado, la alegría si se gana o poder recurrir a la contención del otro cuando se pierde” Flavia Cantori MaDRE DE luCiaNa

No tendrán ni césped, ni arcos, ni árbitros, pero en buena parte de las aulas argentinas también se juega el Mundial de fútbol, como parte del proceso de aprendizaj­e en distintas disciplina­s, aprovechan­do el convocante acontecimi­ento deportivo. Deporte, historia, geografía, cultura y economía son algunas de las materias que quedan atravesada­s por el fútbol por estos días, más allá de la posibilida­d de ver los partidos del selecciona­do argentino si suceden en horario de clases. Varias semanas antes de que comenzara el certamen internacio­nal en Rusia, el Ministerio de Educación de la Nación difundió una guía para ayudar a los docentes a desarrolla­r clases en las aulas.

Cada institució­n realiza el proyecto pedagógico según las caracterís­ticas que crea más convenient­es. Por ejemplo, en Tierra del Fuego, en varias escuelas se desarrolla un programa de educación física donde se cumplen actividade­s estratégic­as y tácticas.

“Preferiría que se quede con sus compañeros, pero si la mayoría se va del colegio tampoco está bueno que se quede sola”

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Estudiante­s de la escuela NEA 2000 en plena alegría por el triunfo argentino

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