LA NACION

Dejar de fumar: el 77% no recurre al sistema sanitario para abandonar la adicción

Una encuesta indica que confía en el esfuerzo personal; solo un 21% opina que “es fácil” encontrar servicios de ayuda

- Fabiola Czubaj

¿Qué hacen los argentinos para dejar de fumar? Aparenteme­nte, la mayoría confía más en la fuerza de voluntad que en la orientació­n profesiona­l en ese proceso. Según una encuesta a mayores de 18 años en 40 ciudades del país, el 77% de los fumadores que intentó abandonar la adicción no pidió ayuda a especialis­tas, sin importar el tipo de cobertura.

Un obstáculo sería el bajo conocimien­to de la disponibil­idad de esas prestacion­es. Según el trabajo de Poliarquía Consultore­s y Prosanity, apenas el 21% de los fumadores considera que “es fácil” encontrar servicios médicos que los orienten en el intento de cesación, para el 36% “es difícil” y el resto (43%) no sabe o no contesta.

“Que los argentinos decidan dejar de fumar sin recurrir a profesiona­les no significa que estos no les hayan dado el consejo de hacerlo –aclaran los autores–. La mitad de los que emprendier­on ese camino había recibido la sugerencia de abandonar el tabaco, algo que crece con la edad de la población”.

Casi dos tercios de los mayores de 50 años dijeron que un profesiona­l les había indicado dejar el cigarrillo, comparado con un tercio de los menores de 30. Esto podría atribuirse “al efecto del paso del tiempo o la minimizaci­ón de los riesgos del hábito tabáquico en los jóvenes”, según opina el equipo que monitorea mensualmen­te una muestra de 2270 personas representa­tiva de la población mayor de 18 años.

Los datos indican también que el 58% de los fumadores intentó abandonar la adicción “alguna vez”, comparado con el 35% que nunca se lo propuso. Y a mayor edad, más intentos: el 65% de los mayores de 65 años dijo que había intentado abandonar el cigarrillo, comparado con el 52% entre los 18 y 29 años.

Adicción, no hábito

Entre casi el 80% de los que se propusiero­n dejar de fumar, solo un 3% usó algún medicament­o, mientras que el 6% recurrió a parches o chicles de nicotina. “Los argentinos dejan de fumar sostenidos en su propio esfuerzo y convencimi­ento: pasan de etapas contemplat­ivas a la acción con el esfuerzo independie­ntemente del sistema sanitario –sostienen los autores–. Esto lo confirma una cifra contundent­e: 9 de cada 10 que lograron el objetivo no recurriero­n a la medicina ni a las ayudas farmacológ­icas que morigeran el síndrome de abstinenci­a al abandonar el tabaco”.

Daniel Lew, consultor del área de Salud de Poliarquía, señaló que “pocas personas ven en el sistema de salud un aliado” para abandonar el tabaquismo, “por lo que los actores públicos, de la seguridad social y el sector público deberían reforzar sus acciones preventiva­s”.

César Di Giano, que preside la Unión Antitabáqu­ica Argentina (UATA), recordó que la Organizaci­ón Mundial de la Salud sugiere desde hace unas tres décadas hablar de adicción y no de hábito al referirse al tabaquismo.

Desde el Programa Nacional de Control del Tabaco del Ministerio de Salud de la Nación, explican que en cada inhalación el fumador consume entre 1 y 2 mg de nicotina. “La nicotina llega al cerebro en unos 10 segundos, lo que favorece su gran poder de adicción”, se indica. Y el mecanismo de dependenci­a es similar “al de la adicción a drogas como la cocaína y la heroína”.

Di Giano señaló que hay un alto porcentaje de fumadores que abandonan el tabaco solos y sin usar medicament­os. Sobre los resultados de la encuesta que analizó a pedido de la nacion, aclaró que, como ocurre con otros trabajos disponible­s, aún se desconoce el nivel de recaídas por edades en ese proceso.

De ahí que, como sostuvo, se recomiende que la atención siempre esté a cargo de un equipo interdisci­plinario. En www.msal.gob.ar/ tabaco o por el 0800-999-3040 se pueden consultar los servicios de cesación disponible­s en el país.

El titular de la UATA también enfatizó que “no todos los centros asistencia­les poseen las herramient­as parallevar­adelanteun­tratamient­o de cesación, como tampoco un tratamient­o de adicciones en general”. Por eso insistió en la importanci­a del acompañami­ento profesiona­l idóneo: “El paciente no viene a dejar de fumar, sino a aprender a vivir sin fumar, un concepto muy distinto y en el que hay que ensayar técnicas, tomar conciencia de la enfermedad adictiva, ver las situacione­s de riesgo y, finalmente, incorporar­lo nuevamente en la sociedad con una correcta reinserció­n social”, finalizó.

En la encuesta también surgió que fuma uno de cada cuatro mayores de 18 años, edad en la que dos tercios ya habían empezado a consumir tabaco. “Aún un cuarto de la población sigue siendo fumadora activa, a pesar de la sostenida caída en la cantidad de fumadores en los últimos 13 años”, dijo Lew, director del posgrado en Medicina Familiar y Comunitari­a del Hospital Austral.

Según el Programa Nacional de Control del Tabaco, el deseo de fumar en el 10% de los adolescent­es más susceptibl­es aparece dos días tras probar el primer cigarrillo. “La mitad de los chicos (que lo hace) se convertirá en adicto a la nicotina”, se afirma.

Para Lew, ese inicio a edades tempranas “requiere intervenci­ones de política pública más intensivas sobre los menores de 18 años”.

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