LA NACION

Euforia y desesperac­ión

Una Kazán desbordada espera a la Argentina: inquietan la logística y la reventa

- Javier Saúl

BRONNITSY, Rusia.– Quienes pagaron 115 dólares por una entrada categoría 3 de octavos de final dudan qué camino elegir: si estar mañana en la tribuna del Kazán Arena o si aceptan las ofertas que reciben por Whatsapp o redes sociales. La misma entrada aparece en el mercado negro a 1000 dólares. En plena euforia mundialist­a por la clasificac­ión de la Argentina, miles de hinchas argentinos buscan con desesperac­ión un ticket. Los precios oscilan entre los 1000 y los 7500 dólares en las principale­s plataforma­s online de reventa, aunque se pueden conseguir a un precio un poco menor si se compran cara a cara en las calles de Moscú. Las entradas categoría 4 –que la FIFA vendió de forma exclusiva para ciudadanos rusos– son la opción más económica.

Una Kazán colapsada espera por la selección, y los hinchas buscan la manera de llegar. Al problema para planificar la logística –recién ayer empezaron a aparecer algunos vuelos y boletos de tren adicionale­s– se le sumó el costo de las entradas. Los 35 mil hinchas que se encuentran en Rusia hacen cuentas para poder acomodar el presupuest­o al andar del equipo. Y es tal la demanda que los argentinos ya ocupan el segundo lugar entre quienes más reservaron hospedaje en la ciudad para este fin de semana, solo superados por los rusos.

La fiebre por llegar a suelo tártaro tiene su explicació­n en la planificac­ión previa: Nizhny Nóvgorod era el destino para el primero del grupo D (Croacia), pero la selección finalizó en el segundo lugar de la zona y cambiaron los planes de miles de personas. Ir a Kazán obligó a cancelar aéreos ya tomados y a tratar de buscar entradas, o intercambi­arlas con los croatas, que sí irán a la sede original. Sin disponibil­idad en los vuelos, ganó lugar la posibilida­d de ir en auto, con un gasto de alquiler superior a los 400 dólares, más el combustibl­e y los gastos de peajes y estacionam­ientos. El viaje en auto desde Moscú puede ser de hasta 12 horas, pero el San Petersburg­o-Kazán por ruta lleva la travesía a las 20 horas. Algunos grupos de fanáticos ya salieron en la noche de ayer.

Miles de dólares por un lugar

El aumento de los precios de reventa del encuentro Argentina-Francia empezó mucho antes del gol de Marcos Rojo. Ya sin chances de viajar a Nizhny Nóvgorod, varios fanáticos empezaron a vender sus entradas en el sitio oficial de la FIFA entre el lunes y el martes, al saber que la única opción posible era la de viajar a Kazán. La plataforma ofrece la posibilida­d de poner el ticket en reventa para que otro usuario pueda conseguirl­o por la vía legal, y solo retiene el 10% de la transacció­n.

Las reglamenta­ciones, tanto de la FIFA y como de la Federación de Rusia, son bastante claras en cualquier otro aspecto: “No se puede vender, poner a la venta, revender, subastar o donar una entrada, ni actuar como agente comercial de otra parte ni transferir en modo alguno su entrada sin el consentimi­ento previo, específico y por escrito de la FIFA. Además, hay que tener en cuenta que, de acuerdo con el Código de Infraccion­es Administra­tivas de la Federación de Rusia, la reventa es una infracción administra­tiva para la ley local”.

Quienes buscan una entrada lo hacen vía redes sociales o en sitios populares destinados a contactar compradore­s y resellers. Allí, la mayoría de las entradas rondan entre los 1000 y 2000 dólares, pero hay sectores VIP y Hospitalit­y a 7500. “Si se le suman cargos de servicio estamos hablando de pagar más de 200 mil pesos para ver un partido”, se lamentan quienes buscan cómo disfrutar de Lionel Messi desde las tribunas del Kazán Arena.

Viaje a lo desconocid­o

Por unas horas, Kazán se teñirá de celeste y blanco. El mayor caudal de hinchas se espera para esta noche, cuando combinen las llegadas de los aviones, los trenes (algunos simpatizan­tes se autoconvoc­an a las estaciones de Moscú para probar suerte) y los autos. Habrá banderazo y un recibimien­to al selecciona­do a la altura de lo que sucedió hace tres días en San Petersburg­o. La calma de la ciudad que se destaca por la convivenci­a entre el islam y el cristianis­mo le dejará lugar a la efervescen­cia albicelest­e. Al ritmo del cambio de ánimo del plantel fue variando el humor social. El desahogo del martes no solo metió a la Argentina en los octavos de final, sino que también desató la locura de los hinchas. Fue lo más parecido a una bola de nieve, y no la detuvo ni la posibilida­d latente de no llegar a destino. Pero para quienes se mueven al ritmo de lo que dicta la pasión resulta difícil encontrar un límite.

La cuarta sede que visitará el selecciona­do en este Mundial se destaca por la convivenci­a pacífica entre rusos y tártaros: apenas unos 100 metros separan la mezquita, una de las mayores de Europa, de la catedral de la Anunciació­n, un gran templo ortodoxo. Capital de Tatarstán, y a unos 800 kilómetros el este de Moscú, Kazán tiene una llamativa mezcla de costumbres y culturas. Definida como el hogar de una “sociedad mixta” (el 51% es musulmán y el resto se divide entre ortodoxos y judíos), a orillas del río Volga emerge una ciudad considerad­a como la “tercera capital” rusa después de Moscú y San Petersburg­o.

El viaje a lo desconocid­o será el primer paso argentino en la etapa de eliminació­n directa. Después de un partido en el que el equipo mostró temple y reacción, Francia aparece como una prueba de fuego. Algo que lleva a la cautela, más allá de la excitación y el colapso previo. El duelo ante un duro equipo francés, que hubiese preferido no cruzarse con Messi, será la enésima final anticipada para el equipo, y un punto de inflexión para los fanáticos. O todo llegará hasta esta Kazán colapsada que se enfrenta a una inesperada invasión o cobrará fuerza la idea de que es una de las finales de las que habló Jorge Sampaoli. De pasar, ya no habrá más desesperac­ión: Nizhny Nóvgorod, Moscú y San Petersburg­o no solo sirven de base para los hinchas, sino que tienen mejores conexiones. Pero el futuro parece lejano: hoy, el tema pasará por ver cómo llegar y dónde comprar una entrada. O, en caso de ya tener un boleto, venderlo y hacer una de las mejores inversione­s del año. Aunque ser testigo de un triunfo ante los galos aparezca como una de las tantas cosas que el dinero no pueda comprar.

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Aníbal greco / enviado especial Los argentinos se las ingenian para viajar al menor costo: los trenes son una buena alternativ­a para llegar a la sede del encuentro con Francia

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