LA NACION

Presentaro­n el nuevo Consejo Cultural y comenzará por revisar mecenazgo

anuncio. Con un selecciona­do de importante­s actores culturales, el gobierno porteño buscará trazar puentes entre lo público y lo privado; Campanella y Martel, ausentes con aviso

- Alejandro Cruz

Aunque parezca extraño, el empresario Eduardo Costantini, dueño del Malba, y Lisa Kerner, mentora del centro cultural Casa Brandon –vinculado con los derechos de la comunidad Lgbti– son desde ayer parte de un mismo colectivo: el Consejo Cultural BA que lanzó el gobierno porteño. Claro que al ampliar la nómina completa, compuesta por 30 integrante­s

ad honorem, hay que reconocer que la gran mayoría representa el mainstream cultural porteño. Presidido por Jorge Telerman, también director del Complejo Teatral de Buenos Aires, este organismo consultivo tuvo su primera reunión en la Casa de la Lectura de Villa Crespo, hasta donde fue el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta, el ministro de Cultura Enrique Avogadro y la mayor parte de sus integrante­s. Su misión en los papeles es funcionar como puente entre la gestión pública y el sector privado con el objetivo de consensuar y proponer a largo plazo “acciones que impulsen la vida cultural de la ciudad y su proyección regional e internacio­nal”, tal como se afirma en la informació­n que fue entregada a los participan­tes.

Con tres meses de demora según lo anunciado, desde las 11 de la mañana y hasta pasadas las 14, sesionó el numeroso y heterogéne­o grupo en el que forman figuras claves de la actividad cultural privada (Adriana Rosenberg, de Fundación Proa; Andy Ovsejevich, de la Ciudad Cultural Konex; Elisabetta Rivas, del Coliseo) junto a personalid­ades líderes de ferias y bienales de fuerte incidencia en el sector (Graciela Casabé, de la Bienal de Performanc­e; Julia Converti, de arteba). El Consejo también está integrado por gestoras de peso de este entramado como Diana Glusberg, de Niceto Club, y la galerista Orly Benzacar, representa­ntes del sector independie­nte, como es el caso del teatro Timbre 4, y figuras de indudable trayectori­a como la actriz Maricel Álvarez, el empresario teatral Carlos Rottemberg (como los cineastas Juan José Campanella y Lucrecia Martel, ausentes con aviso), la coreógrafa Andrea Servera, el editor Luis Chitarroni, el científico Diego Golombek, el músico Santiago Vázquez y la artista visual Nicola Costantino, entre otros. Junto a ellos hay dos consejeros que pertenecen a la escena pública porteña: Victoria Noorthoorn, directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, y Miguel Galperín, al frente del Centro de Experiment­ación del Teatro Colón.

Según contaron a algunos la nacion de ellos, de esta primera reunión –matizada por un generoso catering– se llevaron trabajo para hacer en casa: evaluar el anteproyec­to para modificar la ley de mecenazgo de la Ciudad que tiene el ministro Avogadro y que anticipó en la nacion la edición del domingo pasado. La idea del gobierno, que deberá contar con la aprobación de la Legislatur­a, es limitar la cantidad de proyectos anuales de una misma institució­n y evitar que años tras año se reiteren los nombres de los beneficiar­ios. Dentro de un mes, los consejeros deberán dar su opinión al respecto y en un plazo mayor de tres meses, según remarcó el mismo jefe de gobierno, habrá un próximo encuentro para evaluar diez acciones concretas que surjan de este conjunto integrado por personalid­ades de amplia experienci­a en los terrenos de las artes visuales y escénicas, la literatura y la música.

Uno de los participan­tes destacó, justamente, la diversidad de este colectivo en tanto las áreas que representa, y analizó que como no se trata de “un grupo de aduladores del Gobierno” se escucharán allí comentario­s y apreciacio­nes con fundamento. Otra de las voces consultada­s señalaba el verdadero desafío de pensar estrategia­s a largo plazo en medio de una situación de emergencia cultural, con las dificultad­es que atraviesa el sector.

Enrique Avogrado había anunciado la creación de este equipo el mismo día que asumió como ministro, a mediados de diciembre. Inspirado en el funcionami­ento del Cultural Leadership Board, de Londres, considera este nuevo organismo consultivo un marca de su gestión. “El Consejo es una herramient­a que está diseñada para innovar en políticas públicas culturales formando un espacio de diálogo y reflexión entre todos a mediano y largo plazo”, señaló ayer frente a los nuevos consejeros culturales.

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