LA NACION

El desafío de la selección: ganar el duelo más fascinante del Mundial

La Argentina vuelve a cambiar en busca de otro buen paso; Pavón ingresará por Higuaín y Messi, que será falso 9, tiene su objetivo claro: romper la racha de no haber marcado goles a partir de esta etapa en los mundiales

- Andrés Eliceche

KAZÁN, Rusia.– Desde el aire se advierte su forma de lirio de agua, pero es mentira: este estadio es una trampa para campeones. Fue aquí que el miércoles Alemania se tragó su historia y se fue del Mundial eliminada en una etapa de grupos por primera vez en su historia. Y será aquí que esta tarde Argentina o Francia, dos escuelas de siempre, también dirán adiós. El cronograma que la FIFA estableció hace más de dos años regala esta joya: dos equipos que bien podrían protagoniz­ar la final terminaron incrustado­s como rivales en el inicio de los octavos de la Copa. El más atractivo de los ocho partidos, una invitación que incluye en la parte dorada de la carta a Messi y Griezmann, dos candidatos naturales a llevarse el premio al mejor jugador del torneo.

No se agota en ellos la expectativ­a por los actores que saldrán a escena en el Kazán Arena: con sus más y sus menos estarán Di María y Mbappé, Banega y Pogba, Otamendi y Varane... Se trata de un plato variado, que pondrá a prueba a un candidato que cabalga al ritmo oscilante del mejor futbolista del mundo y a otro sustentado en el pasado inmediato, que todavía no brilló en el presente. Se enfrentan dos maneras diferentes de entender cómo acercarse a la victoria, también. Así lo entiende Jorge Sampaoli: “Confío en la capacidad de mis jugadores para manejar los tiempos del partido. Si controlamo­s tiempo y espacio le vamos a hacer complicado el desplazami­ento a los franceses. Si vamos a un partido de ida y vuelta, les va a convenir a ellos”, dejó ver su idea ayer durante la conferenci­a de prensa.

El entrenador estaba sereno, jugaba con una birome y una libreta de apuntes en la que tenía garabatead­as algunas palabras. Aunque a la distancia no se leía, tal vez allí llevaba escrito el verbo más repetido durante la exposición que ofreció junto a Éver Banega: jugar. “Todo nace en el juego y todo está en el juego. Esa es la clave”, sentó posición. Fue un modo distinto de presentar el desafío respecto de como lo había hecho antes de Nigeria, cuando se refirió al partido del “corazón”. Entiende que ahora no alcanza solo con el factor anímico: “Argentina va a jugar con el cuchillo entre los dientes, con convicción. Pero con actitud y sin juego no vamos a poder”, diferenció.

Didier Deschamps, el entrenador que lleva casi seis años a cargo de Francia, entiende que ese aspecto será un escollo para sus jóvenes jugadores: “La Argentina tiene esa mentalidad fuerte, este temperamen­to especial. Es un equipo guerrero, son luchadores”, elogió. Contra esas capacidade­s, los galos responderá­n con velocidad y juventud: “Nuestro equipo es joven pero no es una excusa, eso no impide que seamos competitiv­os”, dijo, sobre el dato del promedio de 24 años de su plantel. Un partido largo, de 120 minutos, será más soportable para ellos que para mediocampi­stas argentinos mucho mayores: Banega

(30), Mascherano (34), Enzo Pérez

(32) y Di María (30).

Como siempre, el factor Messi influye sobre los planes propios y ajenos. Anoche, Sampaoli decidió que el 10 sea 9: después de una mañana en la que practicó alternativ­amente con Higuaín y Pavón en la formación, se decidió por el delantero de Boca. Eso indica que el capitán jugará por detrás de Kante, flotando entre él y los centrales Varane y Umtiti. Pavón y Di María, por derecha e izquierda, buscarán abrir espacios para hacerle la vida más fácil a Messi por el centro. Se trata de un nuevo esquema, ensayado algunas veces en la estadía de la selección por Barcelona y en el entrenamie­nto en Bronnitsy mencionado antes. Es un giro más, que en parte busca repetir lo que pasó entre Messi y Kanté en la serie Barcelona-chelsea de la última Champions: el “faro argentino” (Sampaoli dixit) se movió muy cómodo a la espalda del francés.

Como sea, Messi tratará de romper una marca curiosa que pesa sobre él: no marcó goles en los mundiales a partir de esta etapa. Son 636 minutos repartidos entre 7 partidos los que acumula sin gritar. En esta ciudad, en la que musulmanes y cristianos conviven armoniosam­ente, nadie podrá decir que un gol de Messi se pueda parecer a un milagro, pero le daría continuida­d a la levantada que evidenció en San Petersburg­o. Si en Brasil, hace cuatro años, Leo fue perdiendo incidencia en el juego mientras el equipo ganaba músculo en las fases decisivas, no hay modo que esa ecuación prospere ahora. ¿Cómo salir ganador de esta trampa para campeones sin el brillo del mejor?

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A. greco / e. especial Los jugadores argentinos también depositan la esperanza en Messi; el 10 jugará como Nº 9 frente a Francia

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