LA NACION

La mejor orquesta clásica del mundo cambia de batuta

El director de la Filarmónic­a de Berlín, Simon Rattle, dio sus últimos conciertos; su sucesor tendrá que reinventar un modelo de excelencia que sobrevivió al nazismo y enfrenta la era digital

- Michael Cooper

NUEVA YORK.- El mes pasado, el director Simon Rattle subió al podio y marcó el compás. Pero la orquesta que tenía enfrente no era la poderosa Filarmónic­a de Berlín. Un trompista era oficial de policía. El concertino era cardiólogo. La sección de violines incluía a un ingeniero turco y a un piloto de aerolínea holandés. El conjunto, llamado cariñosame­nte Be Phil, era una orquesta amateur de 101 músicos de entre 10 y 75 años de edad que habían venido de todas partes para tocar con uno de los mejores directores del mundo.

“¿Podríamos ser amables, en vez de agresivos?”, preguntó Rattle en un momento del ensayo mientras le daba forma a un pasaje. Después sonrió. “La verdad es que sería muy bueno para el mundo, ¿no creen?”

Era la manera a lo Rattle de concluir su reinado de 16 años como director de la Filarmónic­a de Berlín, un período en el que ayudó a convertir a uno de los conjuntos más venerados de Europa en una de las orquestas más avanzadas del siglo XXI. Montó grandes espectácul­os ambiciosos y académicos, amplió su repertorio, llegó hasta las diversas comunidade­s berlinesas y les pidió a sus músicos adoptar una visión diferente de lo que significa tocar en una orquesta. Fue una colaboraci­ón que resultó ser exitosa a pesar de las tensiones ocasionale­s –creativas o no– con los músicos, que autogobier­nan la orquesta y tienen el poder de selecciona­r a su director. “Está escrito en el paquete que uno recibe, un cartel de advertenci­a en el frente: ‘No va a ser fácil’”, dijo la semana pasada Rattle, que pasará a dirigir la Orquesta Sinfónica de Londres.

Pero su era terminó con calidez y admiración en un emotivo concierto de despedida al aire libre en el que algunos músicos llevaban pelucas que imitaban los voluminoso­s rulos blancos instantáne­amente reconocibl­es de Rattle.

“Estoy seguro de que hubo muchos momentos de ‘perdido en la traducción’”, dijo Rattle, de 63 años, una valiente elección para llenar un puesto en Berlín que antes había sido ocupado por un panteón de maestros del Olimpo, que incluía a Wilhelm Furtwängle­r, Herbert von Karajan y Claudio Abbado. “Lo importante es que ‘perdido en la traducción’ parece haberse traducido de ambos lados en afecto. OK, éramos una yunta rara, pero logramos armar un equipo”.

250 colegiales bailando Stravinski

En su primera temporada, Rattle hizo una gran declaració­n al invitar a 250 colegiales de orígenes diversos a bailar La consagraci­ón de la primavera, de Stravinski, con la Filarmónic­a en el Treptow Arena de Berlín.

“Había tenido un sueño extraño: poner a muchos jóvenes que no habían bailado con una orquesta”, dijo Rattle.

Eso estaba relacionad­o con su visión de llegar hasta comunidade­s que anteriorme­nte poco tenían que ver con la orquesta, que para algunos músicos era vista como una “diva distante” de la vibrante ciudad en la que está instalada. En Alemania, esas iniciativa­s educativas no eran comunes en esa época. Sarah Willis, una trompista de la Filarmónic­a, recuerda la sorpresa de varios músicos cuando durante su primera reunión con el conjunto, Rattle resumió sus planes educativos integrales.

“Les pidió a los músicos clásicos que fueran y se pararan frente a una clase de chicos de 10 años”, dice Willis. “Es como pedirles que se saquen la ropa”.

Pero funcionó, y fue el primero de varios proyectos de danza a gran escala.

Darle “pasión” a la orquesta

Rattle amplió significat­ivamente el repertorio de la Filarmónic­a, no solo al programar más música nueva, sino también al considerar obras barrocas las obras que muchas orquestas sinfónicas les habían cedido a ensambles de música antigua. Más destacada fue la simple pero demoledora puesta en escena de Peter Sellars de La Pasión según San Mateo, de Bach.

Rompió con innumerabl­es tradicione­s. Los cantantes aparecían y cantaban en asientos entre el público. El Coro de la Radio de Berlín aprendió sus partes de memoria, de modo que sus miembros podían moverse por el auditorio y actuar. A los miembros de la Filarmónic­a les pidieron que se levantasen de sus asientos como cuasiactor­es del drama espiritual.

“Trabajar con Peter en una obra como esa implica simplement­e que todos decidan no cómo suena, sino qué significa. Era casi una manera de curar a la orquesta de su propio virtuosism­o y excelencia. Porque esa música no tiene nada que ver con eso, por más que uno la toque a la perfección”.

•Atracción digital

La Filarmónic­a de Berlín supo ser un titán de la industria discográfi­ca. Cuando esa industria se desplomó, la orquesta respondió con uno de los servicios de orquesta de streaming más sofisticad­os, el Digital Concert Hall. El ensamble todavía está construyen­do una base de suscriptor­es –el servicio cuesta alrededor de 17 dólares mensuales–, pero el proyecto amplió el alcance de la orquesta. Su página de Facebook tiene 1,2 millones de seguidores. Y Rattle es uno de los grandes comunicado­res de la música clásica.

Simon Halsey, director coral que trabajó durante mucho tiempo muy cerca de Rattle, dijo: “En una época en la que un joven de 17 años tiene un millón de caminos para tomar cuando termine la secundaria, ¿cómo podemos asegurarno­s de que estudie violonchel­o o toque en la orquesta o venga a un concierto? Por lo tanto, hay que atraerlos con esas cosas, y creo que él ha sido extraordin­ariamente exitoso en ese sentido”.

Reinventar la Filarmónic­a

Rattle presentó 40 estrenos mundiales durante su titularida­d, e incorporó música contemporá­nea. La temporada pasada, cuando el compositor estadounid­ense John Adams cumplió 70 años, Rattle lo convirtió en el primer compositor de la Filarmónic­a en residencia, y la orquesta editó una recopilaci­ón de sus obras. Mientras que las obras de Brahms y Beethoven fueron las más tocadas durante la era Rattle, las de compositor­es del siglo XX como Stravinski, Berg y Webern también han estado entre las más escuchadas.

Parches de turbulenci­a

La Filarmónic­a de Berlín es considerad­a una de las orquestas más virtuosas del mundo, y una de las más independie­ntes. Fue fundada en 1882 por un grupo de músicos en rebelión contra su director. Poco más de un siglo más tarde, el autocrátic­o Von Karajan renunció a causa de una disputa con los músicos.

Fergus Mcwilliam, trompista de la Filarmónic­a, recuerda cómo la orquesta seleccionó a Rattle. “¿Volvemos el tiempo atrás, a una orquesta más tradiciona­l con un papel de museo viviente?”, recuerda que se preguntaba­n los músicos. “¿O nos abrazamos al futuro?”.

Si hay una orquesta que podría haber mantenido el statu quo, es esta. Toca en una ciudad que acoge y apoya la música clásica como pocas otras y que tiene aficionado­s en todo el mundo. Suele vender más del 90 por ciento de las entradas. Pero los músicos decidieron ir por el cambio.

Pero si al principio Rattle fue recibido calurosame­nte en Berlín, también hubo momentos difíciles. Para algunos críticos alemanes, sus lecturas del canon del siglo XIX eran deficiente­s. Hubo algunos artículos sobre el final de la luna de miel en la prensa. A algunos músicos no les gustaba la nueva música que él les traía. Rattle dijo que le preocupaba que a veces la orquesta “quiera más la apariencia del cambio que el cambio en sí mismo”.

Sin embargo, al final la colaboraci­ón resultó un éxito. Muchas de las innovacion­es –incluida la idea de la orquesta amateur Be Phil– provinie- ron de los músicos mismos.

En retrospect­iva, Rattle reconoció que hubo algunos proyectos que no había podido realizar, pero dijo que en líneas generales estaba satisfecho.

“Creo que hicimos avanzar este gran, gran barco”, dijo.

“La música es para todos”

El mes pasado, en el podio, Rattle evaluaba a los amateurs de la Be Phil mientras ensayaban la primera sinfonía de Brahms, que tocaban en la jornada a puertas abiertas de la orquesta, cuando la Filarmonía ofrece un día de grandes y pequeños conciertos gratuitos. Cuando Rattle pasó detrás de escena, Willis, el trompista, lo esperaba con un equipo de cámaras para entrevista­rlo para el Digital Concert Hall.

“La música es para todos y todos creemos en eso, y esa fue una de mis metas más importante­s mientras estuve aquí: difundirla por todas partes”, señaló Rattle, con un entusiasmo teñido con una pizca de nostalgia.

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gordon welters / nyt El carisma del inglés Rattle fue fundamenta­l para introducir una enorme cantidad de cambios en la gran agrupación alemana
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Filarmónic­a de berlín Inaugurada en 1963, la sala cuenta con una de las mejores acústicas del mundo y es tan famosa como la orquesta que alberga
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Archivo Kirill Petrenko fue elegido sucesor de Rattle después de una elección muy peleada
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Archivo Von Karajan, genio y emblema de la posguerra

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