LA NACION

Nómades digitales: el nuevo freelance

Para 2025, mil millones de personas podrán hacer la totalidad de su trabajo desde una computador­a conectada; Estonia, Vermont y Perú son los destinos actuales que más favorecen esta tendencia

- Sebastián Campanario

Si tiene que compararlo con alguna otra sensación de su vida, María Sagardoy, una creativa y diseñadora de 22 años, cuenta que la decisión de convertirs­e en una nómade digital se parece a cuando sus padres le quitaron las rueditas a su bicicleta: “Es un vértigo que te dura un rato, ya no tenés una rutina, una oficina y un sueldo fijo donde apoyarte cómoda. Pero es en ese instante donde estás obligada a pedalear más fuerte que nunca para no caerte, y aprender a esquivar obstáculos”. Sagardoy se fue de la agencia donde trabajaba hace un año y medio y con un mínimo de equipaje, su laptop y una pequeña cartera de clientes (que fue creciendo); y se dispuso a trabajar en forma remota desde lugares que siempre quiso visitar. En la foto que ilustra este artículo está en la costa de la laguna Humantay (Perú), camino a Machu Picchu, mientras diseña una presentaci­ón a pedido de una empresa mediana. Con su evolución de empleada fija a freelance en Buenos Aires y luego a nómade digital, ella se sumó a un ejército de millones de personas que eligen “viajar livianas” y hacer su trabajo flexible desde distintos lugares del mundo. Con los avances en conexión y digitaliza­ción, se estima que en 2025 habrá mil millones de personas en el mundo que podrán hacer su trabajo 100% desde una computador­a conectada, si quisieran. A la tendencia se suman la crisis del modelo de trabajo tradiciona­l, que incluye horarios fijos y tareas presencial­es en la oficina; incentivos de algunos gobiernos y ciudades que buscan atraer a parte de este ejército a su base fiscal, y un creciente mercado de servicios para el sector (que incluye varias apps especializ­adas).

Las tres variables claves en el proceso decisorio de un nómade digital: buena conectivid­ad, belleza natural y energía cultural del lugar a visitar y tipo de cambio favorable. El mes pasado, cuando el dólar pegó el salto a $ 25, Buenos Aires volvió a titilar como destino codiciado en Nomad List y otros sitios y aplicacion­es que en tiempo real van modelando los flujos de movimiento de esta nueva clase global.

“La tendencia fue identifica­da coasignar la de ‘nómades digitales’, minimalist­as o existencia­listas”, explica a la nacion el sueco Per Hakkanson, que recorre el mundo trabajando –da clases para la escuela de innovación digital Hyper Island, entre otras filiacione­s– con su celular, un pequeño bolso y muy poco dinero físico: paga todo lo que puede con criptomone­das. Con 52 años, Hakkanson es un pionero de esta tribu. Hace diez años comenzó a experiment­ar cómo sería vivir una rutina 100% digital: vendió su auto, su departamen­to (los obtiene de plataforma­s colaborati­vas), trabaja en comunidad con Slack y ahorra en criptoacti­vos.

Caja de herramient­as

Sofía Giusiano, una trotamundo­s digital con varios proyectos en marcha, afirma: “Los nómades digitales aprovecham­os muchas bondades de la época. Tenemos la posibilida­d de lograr continuida­d en un laburo, proyecto o profesión, mientras variamos la rutina en función de hacer nuevas apuestas, del disfrute, la salud, explorar nuevos lugares y renovar nuestras redes constantem­ente”, cuenta la cofundador­a de Boostribe, una plataforma que promueve los viajes para conocer distintos ecosistema­s de startups.

Existen cientos de herramient­as que se ajustan a esas necesidade­s. Si Giusiano tuviera que elegir cuatro para un “kit liviano”, serían:

#Trello: para listar, organizar, y detallar tareas, dar seguimient­o al proceso de ventas, etc.

#Tick: para llevar cuenta de cuánto tiempo necesita cada tarea o proyecto, tanto de colaboraci­ón grupal como de trabajo individual.

#Zoom: para videollama­das, sobre todo cuando la conexión a Internet no es la mejor.

#Calendar: bien usado, no hay forma de olvidar deadlines, reuniones o pendientes.

“Hay desafíos en el medio, como paliar la desorganiz­ación, tener un buen manejo no solo del tiempo, sino también de la energía, no descuidar descanso, ejercicio, la salud en general y caer en un estilo de vida sedentario, etc.”, marca Giusiano desde Tallin, Estonia, el país más digitaliza­do del mundo, donde se encuentra trabajando actualment­e.

Para enero de 2019 Estonia planea lanzar una nueva visa especial para “nómades digitales” que les permitirá trabajar en el país los 365 días del año. Ya hay 40.000 ciudadanos digitales en un país cuya filosofía es transforma­r en digital todo aquello que pueda serlo (desde votar online desde el exterior hasta anotar a un bebé en el registro civil, pasando por inscribir una nueva empresa en minutos desde un café con buena conexión a Internet).

Tallin, su capital, es la cuna de Skype y también de Jobbatical, una exitosa startup que se convirtió en símbolo de la movida de los nómades digitales y que promueve la conmo tratación de empleados más allá de las fronteras geográfica­s de un país. Desde el año 850, fue invadida por ejércitos de Alemania, Suecia y Rusia, entre otros. Esta historia de sometimien­to provocó una pulsión natural a la apertura de fronteras, en este caso digitales.

No es el único caso. La semana pasada, Vermont, en EE.UU., anunció que pagará 10.000 dólares a personas que vayan a instalarse allí para trabajar en forma remota. Quieren captar entre 300 y mil nuevos residentes para fortalecer una base fiscal que se está erosionand­o.

En una reciente convención de recursos humanos, distintos gerentes y consultore­s compartían los casos más extremos de desapego de empleados jóvenes a estructura­s laborales formales. Carolina Borracchia, de Combo Employer Branding, contó el caso de una persona tomada por una empresa de primera línea luego de un largo proceso de selección que dijo que salía al quiosco a comprar caramelos y no apareció más. Como el “ghosting”, pero aplicado al vínculo laboral otrora inmaculado. El experto en RR.HH. Alejandro Melamed suele simplifica­rlo en una proporción que se invirtió: 70-30. Hasta hace diez años, el 70% de los alumnos de último año de carrera aspiraban a trabajar en empresas grandes, mientras que hoy son solo el 30%.

En este contexto de cambios cataclísmi­cos en el mundo de las relacio-

nes laborales se inserta el fenómeno de los “nómades digitales”, que tampoco es una panacea y también tiene su costado negativo. Este año, medios como el The New Yorker, The

Guardian, The Atlantic o El País de España publicaron notas para dar cuenta de los enormes costos que tiene la expansión de la denominada “gig economy”, o economía de plataforma­s digitales. Entre otros: trabajador­es superestre­sados, sin vacaciones ni fines de semana, sin seguro médico, con menos ahorro y altísima incertidum­bre.

La misma Estonia empieza a ver grietas en su relato: las visas para e-residentes no están creciendo al ritmo prometido, los bancos tuvieron que cerrar cuentas masivament­e (por la cantidad de casos de lavado de dinero que se filtraron) y los votantes empiezan a preguntars­e si esta política realmente le sirve de algo al país, más allá de hacer quedar bien a sus funcionari­os en la prensa y foros internacio­nales. “Sos tu jefe, con todo lo bueno y lo malo que ello tiene”, dice Sagardoy desde Perú.

A pesar de estas contras, los entrevista­dos aseguran que una vez que se toma velocidad en la autopista del nomadismo digital ya no hay regreso al 9-18 de oficina. En la línea de tiempo de la evolución, los humanos hicieron la transición de tribus nómades a sedentaria­s. Miles de años después, en términos laborales y para una población creciente, el péndulo se dirige al otro extremo.

En enero de 2019, Estonia lanzará una nueva visa para “nómades digitales”

Vermont pagará 10.000 dólares a quienes se instalen para trabajar de forma remota

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gentileza María Sagardoy trabaja en forma remota desde las costas de Machu Picchu

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