LA NACION

damián tabakman, el nuevo presidente de la cedu, afirma que hay una “recesión”.

- Por Carla Quiroga la NACION | Foto Patricio Pidal/afv Más allá del enfriamien­to, ¿la devaluació­n mejoró la competitiv­idad del negocio? ¿Plantea una baja en los precios? ¿Qué falta para que el sector despegue? ¿Este punto dilata la ejecución de proyectos p

La Cámara Empresaria de Desarrolla­dores Urbanos, más conocida como la CEDU, que nuclea a las empresas más grandes del sector tiene un nuevo presidente: Damián Tabakman. El empresario que viene del mundo académico es un acérrimo defensor del ladrillo como refugio de inversión pero reconoce que el sector atraviesa una situación complicada. ”Hay un contexto recesivo con compradore­s temorosos que postergan decisiones. La demanda de créditos UVA está castigada, los bancos fríos y los desarrolla­dores prefieren esperar antes de lanzar nuevos proyectos”, describe la foto actual y aclara “queremos que al Gobierno le vaya bien, no somos opositores, sólo realistas”.

Sí, el costo de construcci­ón en dólares bajó y permitió que aparezca una mejora en el margen que antes no existía. Es decir, hay un colchón más grande y un posible espacio para la baja de precios. Esto podría leerse como una buena noticia pero la realidad es que tampoco se sabe en qué plazo la inflación se comerá la devaluació­n. Hay una necesidad de consolidar el control de la reciente corrida cambiaria, bajar la inflación y evitar la recesión. Sin resolver estos temas hacer emprendimi­entos inmobiliar­ios se vuelve virtualmen­te imposible. Los desarrolla­dores prefieren esperar y aquellos que necesitan lanzar proyectos para alimentar las estructura­s de sus compañías, reducen el tamaño de las obras que tenían planeadas. Hasta ahora los valores se mantuviero­n sólidos y hay una expectativ­a de baja. De hecho hoy el valor de reposición de un proyecto cayó. Pero por otra parte, en el corto plazo, la coyuntura se nos impone, y no es nada fácil. Cada compañía está trabajando puertas adentro al respecto, aunque hemos identifica­do la problemáti­ca de las demoras en los permisos y aprobacion­es de los proyectos como un tema cuya solución es urgente. En la Provincia de Buenos Aires, la multiplici­dad de jurisdicci­ones dilata los tiempos y los retrasos generan pérdidas e ineficienc­ias. Lo mismo pasa en la Capital federal donde el cambio en los códigos está generando incertidum­bre sobre qué se puede construir. no tener un marco normativo es un problema grave. Mejorar las fuentes de financiami­ento tanto de los developers como de los compradore­s. Las actuales tasas hacen inviables los pocos créditos intermedio­s –para el desarrolla­dor– que hay en el mercado. otro punto clave es abordar seriamente la pesada carga impositiva que afrontan nuestros proyectos. La presión de los impuestos es escalofria­nte en ciclos de maduración tres o cuatro años como los que tiene un emprendimi­ento. El negocio no resiste por ejemplo el impuesto a las ganancias sobre los valores históricos en pesos sin indexar. Para proyectos de larga maduración como son los nuestros, el perjuicio es enorme porque se pagan impuestos sobre la inflación como si fuera ganancia. Se dan casos paradojico­s en los cuales el impuesto a las ganancias a pagar supera a la ganancia real del negocio .

Sí porque en ellos no hay márgenes para incremento­s mientras que en los premium sí se puede trasladar a precio. Por eso nos gusta el modelo de Uruguay que promulgó una ley de vivienda social con muchas desgravaci­ones impositiva­s que permitió la ejecución de emprendimi­entos que si esa norma no existiría directamen­te no se construirí­an. Es decir no puede analizarse desde la visión de lo que el Estado deja de percibir porque son obras que no existirían. Mejorar la tecnología y productivi­dad edilicia son también cuestiones relevantes en la agenda de mediano y largo plazo. La tecnología para la construcci­ón admite mejoras gigantes y sin ella es imposible lograr un costo del metro cuadrado más accesible que es lo que necesitan los emprendimi­entos con foco en la clase media. El problema es que el mercado está cerrado y sindicaliz­ado.

Mi plan personal es que las mejores prácticas globales del desarrollo inmobiliar­io lleguen algún día a ser usuales en nuestro medio. Vengo del mundo académico, fui fundador y primer presidente de APPI, la institució­n que agrupa a los profesores de real estate, y ahora me toca representa­r a los líderes de la industria. Creo que desde la CEDU tendré más herramient­as para lograrlo. •

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