Escuché otro corazón
Quise y pensé en callarme, pero hoy prefiero hablar por los que no tienen voz. Vi mucha gente que contó sus experiencias personales para manifestarse a favor de la legalización del aborto. La mía es diferente, pero debería valer lo mismo. El 18 de diciembre de 2017 creí haber recibido la peor noticia de mi vida: positivo en un test de embarazo. automáticamente mi mundo se derrumbó. a los pocos días pensé en lo que quizá sería la mejor solución, deshacerse de ese supuesto problema. En mi cabeza había una balanza. De un lado, responsabilidad, criar un hijo, dejarme a mí por otro, estudiar, trabajar, resignar cosas, crecer. Del otro, dependiendo la semana, una mínima intervención como máximo y mi vida volvía a la normalidad. ni siquiera necesitaba contárselo a alguien. Parece fácil la respuesta, unas pastillas o una leve intervención sin duda eran mejor que llevar una vida adelante para la cual no estaba preparada. Tenía 20 años y estaba lejos de imaginarme siendo madre (todavía me cuesta). Tuve gente a mi alrededor que me acompañó, que intentó hacerme ver que ese futuro al que tanto le temía no era tan malo y oscuro como lo imaginaba, pero en mi cabeza seguía estando esa supuesta solución.
El 29 de diciembre me hice la primera ecografía. Mientras la especialista me mostraba el embrión, al cual llamaba hijo, mi cabeza solo pensaba que eso tan chiquito me estaba arruinando la vida. Luego la ecógrafa puso audio a la imagen que se veía. Y ahí mi balanza se cayó a pedazos. Eso que yo creía que no era nada de repente tenía un corazón. Llevaba nada más que 8 semanas de vida y tenía un corazón que latía más fuerte y más rápido que el mío, un corazón que no era el mío. Y ahí supe que eso que estaba en mí no era parte de mí, y yo no era quién para decidir que ese corazón deje de latir. creo firmemente en otra solución. Lucía Riccardi
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