LA NACION

Cinco hoteles con mucho más que cinco estrellas

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1 Régina vistas de película En On connaît la chanson, la película de Alain Resnais, Odile (Sabine Azéma) se enamora de un departamen­to con vista a la torre Eiffel. Hubiera hecho mejor en alojarse en este histórico hotel de la Place des Pyramides, a pocos pasos del Museo de Arte Decorativo.

El Régina, famoso justamente por sus vistas hacia el gran ícono de París y al Museo del Louvre, se puede reconocer también en Nikita, de Luc Besson, o alguna de las cien películas a las que sirvió de locación en las últimas tres décadas.

El nombre no se le debe a una monarca francesa –por algo hubo aquí una revolución– sino a la reina Victoria, que comandaba los destinos de la corona británica cuando fue inaugurado el hotel, en un edificio de estilo Segundo Imperio que mira hacia una célebre estatua de Juana de Arco. El Bar Inglés es otro eco de aquel homenaje que se remonta a 1900, cuando París organizaba la Exposición Universal para saludar al nuevo siglo. Eran tiempos de obras faraónicas: para la ocasión se construyer­on también el Petit Palais, el Grand Palais y el Puente Alejandro III. Sobre su misma ubicación funcionaro­n antiguamen­te los establos reales del palacio del Louvre.

En el frente, una placa recuerda que aquí se fundó la Federación Internacio­nal de Asociacion­es de la Cruz Roja. Y para los detallista­s, el Régina tiene un lujo sin par: una certificac­ión que garantiza el aislamient­o sonoro de sus habitacion­es. ◗2 Place des Pyramides. Metro Palais Royal, Musée du Louvre o Tuileries. Tel. +33 01 42 60 31 10; www.leshotelsb­averez.comes/regina scribe gran función 2 Muchos hoteles de París podrán jactarse de haber sido locación de películas célebres. Pero solo uno puede decir que en sus instalacio­nes se realizó la primera proyección pública de cine de la historia.

Fue el 28 de diciembre de 1895, en el Salon Indien del Grand Café (en el subsuelo hoy ya desapareci­do), y detrás de los proyectore­s estaban los famosos hermanos de profético apellido, Auguste y Louis Lumière, que prometían mostrar “todos los movimiento­s, que en un tiempo dado, se sucedieron delante del objetivo”. El edificio comenzó a construirs­e en 1863, en el emplazamie­nto del primer local de Louis Vuitton, cuando el barón de Haussmann rediseñó París y creó el barrio de la Ópera como se lo conoce hoy: nacido como sede del Jockey Club, una asociación que en sus comienzos se dedicaba a promover la mejora de las razas de caballos, vio desfilar al tout-paris de los primeros años del siglo XX, desde Serge Diaghilev a Marcel Proust o Josephine Baker (que lo eligió como residencia en París hasta 1968). Añosmástar­de,desdelalib­eraciónde París en 1944 hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, le tocaría desempeñar otro papel histórico: aquí se encontraba el cuartel general de los servicios de prensa estadounid­enses, frecuentad­o por figuras como Ernest Hemingway o Robert Capa, pero también por los periodista­s que asistían a las conferenci­as de prensa del general Eisenhower. Actualment­e está en proceso de renovación hasta septiembre de 2019. ◗1 rue Scribe et 14 boulevard des Capucines. Metro Opéra o RER A station Auber. Tel: +33 01 44 71 24 24. 9º arrondisse­ment. www.hotel-scribe.com 3 lutetia la noche de bodas de degaulle El lujo también se puede mudar a la rive gauche, tradiciona­lmente la más bohemia e intelectua­l de París, sobre todo en torno al barrio Saintgerma­in-des-près. Es aquí donde aparece la silueta Art Nouveau del Lutetia, que se construyó en 1910 cuando la propietari­a de las grandes tiendas Bon Marché –“la catedral del comercio moderno” según Émile Zola– quiso contar con un hotel para que sus clientes pudieran alojarse “cerca y de modo acorde a su tren de vida” cuando viajaran para hacer sus compras a París.

Más allá del consumismo avant la lettre del comienzo del siglo XX, del que participar­on segurament­e algunos ricos argentinos del Centenario, quiso el destino que el Lutetia (tal es el nombre de la antigua París, como bien saben los lectores de Astérix) se convirtier­a en un testigo del renacimien­to artístico que marcó el período entre ambas guerras mundiales. Aquí pasó su noche de bodas Charles de Gaulle, aquí descansaro­n Consuelo y Antoine de Saint-exupéry, aquí se alojaron Picasso, Matisse, James Joyce y André Gide.

Son solo algunos de los muchos huéspedes célebres de un hotel que hasta tiene su propia novela –Lutetia, de Pierre Assouline– y su canción, “Au bar du Lutetia”, un homenaje de Eddy Mitchell a Serge Gainsbourg. Con menos glamour, fue sede del servicio de contraespi­onaje del Estado Mayor alemán durante la ocupación de París; más tarde recibiría sin embargo a los deportados que volvían de los campos nazis.

Las fachadas y varios espacios del hotel son monumento histórico, así como las arañas de Lalique y el restaurant­e Art Déco que se inspiró en uno de los comedores del histórico paquebote Normandía, incendiado en 1942. ◗45 Boulevard Raspail. Tras una gran renovación, reabrirá sus puertas el 12 de julio. Metro Sèvres-babylone. Tel. +33 01 49 54 46 00, www. hotellutet­ia.com 4 Meurice el de los Reyes Es uno de los imperdible­s de París desde que se instaló en 1834 sobre la Rue de Rivoli, con el objetivo de alojar a los ricos ingleses que comenzaban a inaugurar el turismo moderno en la Europa decimonóni­ca. Sin duda no cualquier hotel puede contar con un restaurant­e del estilo versallesc­o de Alain Ducasse y su repertorio de estrellas Michelin. Lo cierto es que el Meurice tiene linaje (y una historia que no excluye haber sido entre 1940 y 1944 el cuartel general de las fuerzas alemanas en la París ocupada).

Su anecdotari­o cuenta que todos los años en diciembre se alojaba aquí Salvador Dalí, en la misma suite que le gustaba al exiliado rey de España Alfonso XIII. No en vano se apodó

hotel de reyes: el Meurice también fue el favorito de la reina Victoria y del sha de Irán, que justamente estaba aquí cuando fue derrocado por el régimen de los ayatolás.

En cuanto a Dalí, paseaba a sus cachorros de leopardo y, de paso, pintaba con manchas las paredes de su habitación. Había que hacer honor al surrealism­o en estos espacios impregnado­s de estilo Luis XVI, redecorado­s recienteme­nte por Philippe Starck.

Aunque hoy lo maneja una cadena de hotelería de lujo, conserva el apellido de su creador. Con tanto currículum, no podía escapar al cine: Woody Allen lo eligió entre los escenarios de la nostálgica Midnight in Paris.

◗228 Rue de Rivoli. Metro Tuileries. Tel.

+33 1 44 58 10 10; www.dorchester­collection.com en/paris/le-meurice/

5 Ritz el histórico

Cuando se habla de leyendas en hotelería, se habla del Ritz. Y como siempre es gracias a una conjunción de factores, que empiezan por la ubicación –la refinada Place Vendôme– y se completan con la alcurnia de sus huéspedes. Sin olvidar un aura de leyenda para su creador, César Ritz, que tuvo la extravagan­cia y la visión de instalar electricid­ad y teléfono en todas las habitacion­es. No solamente: el hotel fue pionero en tener grandes bañeras, ya que se rumoreaba que el futuro Eduardo VII de Inglaterra, siendo aún príncipe de Gales, había quedado atrapado en la bañera de otro hotel con una dama de compañía…

La historia del Ritz se remonta a 1898, fecha de su apertura, pero el año que quedó marcado a fuego en el hotel sería 1997, cuando lady Di y Dodi Al Fayed salieron por su puerta principal para encontrars­e con su destino en el cercano Pont de l’alma. Antes de esta pareja célebre, Coco Chanel eligió al Ritz como hogar hasta su muerte. Mientras Hemingway prefería instalarse en el bar, Marcel Proust también era habitué: se dice que el restaurant­e del hotel era su observator­io para la decadente aristocrac­ia de su época.

◗15 Place Vendôme, Metro Opéra. Para hacer honor a su historia, el spa ofrece servicios de Chanel. Tel. +33 1

43 16 30 30. www.ritzparis.com

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