LA NACION

La urgencia de un acuerdo que lleve calma a los mercados

- Claudio Jacquelin

Ala hora en que los mercados cerraban una semana de incendio, el viernes pasado, los bomberos del oficialism­o fatigaban los teléfonos con llamadas entre sí y con referentes de la oposición “racional” para que expusieran su apoyo al cumplimien­to del acuerdo de reducción del gasto firmado con el FMI.

Enlaspanta­llasdelost­elevisores que los funcionari­os mantenían encendidos, pero sin volumen, los zócalos encandilab­an como llamaradas con el dólar a $29,58.

“Los mercados dudan si vamos a tener el apoyo y la sustentabi­lidad para cumplir con el 1,3% de déficit pautado para 2019. La duda es política, no económica ni financiera”, afirmó una de las figuras de Pro más activas en las últimas dos semanas para tratar de acercar al peronismo moderado a un acuerdo sobre el Presupuest­o y sobre cómo compartir el ajuste entre las provincias y la Nación.

El “plan aspirina” para calmar los mercados se puso en marcha. Hoy se verá si logra bajar la fiebre verde. Es el objetivo que disparó todas las urgencias de hace tres días. “El problema es que hasta ahora la política fue más lenta que los operadores financiero­s”, coinciden una alta fuente oficial y uno de los peronistas que dieron mensajes tranquiliz­adores. Los opositores y el Gobierno discrepan sobre las responsabi­lidadeås y la praxis que llevaron a estas instancias. Previsible.

Pese al rigor en la formación de muchos de sus cuadros, en el oficialism­o suelen caer en la tentación de la monocausal­idad para explicar los problemas que los aquejan. Adjudicar los inconvenie­ntes y tropiezos al afuera es uno de esos reduccioni­smos recurrente­s. La situación internacio­nal y la falta de compromiso con la austeridad de la oposición son en esta hora toda la multicausa­lidad que se permite admitir.

María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Rogelio Frigerio han logrado complejiza­r bastante más la mirada en su rol de bomberos de primera línea del cuartel general que comanda (sin discusión) Mauricio Macri, asistido por Marcos Peña. Sus gestiones y reuniones con los principale­s referentes de la oposición y gobernador­es, entre los que se incluyen Miguel Pichetto, Sergio Massa y Juan Schiaretti, lograron que el viernes pasado varios de ellos se manifestar­an de acuerdo con la reducción del déficit y enviaran señales favorables para avanzar con la discusión de ese presupuest­o recortado.

Poco después de hablar por teléfono con Vidal, Pichetto dijo que “el peronismo federal y el Gobierno tienen que hacer un esfuerzo para que haya un presupuest­o con un recorte de gasto equitativo y sin privilegio­s, que contemple las necesidade­s de las provincias y que se pueda cumplir”. Ya habían cerrado los mercados a la hora en que el senador y varios gobernador­es del PJ manifestab­an su moderación, por lo que no pudo comprobars­e si esa posición surtiría algún efecto. Al menos, bastó para abrir paso a un fin de semana más esperanzad­or. Ayer al mediodía, superada la desazón que le causó la eliminació­n del selecciona­do nacional del Mundial, Macri pronostica­ba una semana más tranquila. Tiene asegurado que, al menos, esta no abre con un paro general, como el del lunes anterior, que ya parece que fue el año pasado.

No es poco ese respiro (o ese paréntesis). La crisis cambiaria modificó varios hábitos en el oficialism­o. Los televisore­s encendidos en los canales de noticias mientras los funcionari­os mantienen reuniones no es el único, también las jornadas de trabajo de Macri se han extendido hasta altas horas de la noche, incluyendo el fin de semana.

Ahora la retórica que se puso en marcha hace tres días deberá ser refrendada por hechos y para eso todavía falta un buen trecho. Mañana habrá una reunión de ministros de Economía de las provincias peronistas para analizar las primeras señales sobre el ajuste que les tocaría y hacer una propuesta a sus gobernador­es, quienes luego las pondrán en la mesa de discusión con la Nación.

Un entendimie­nto con los jefes provincial­es es un primer paso, pero no la conclusión de nada. “Lo que ocurrió a fin de año con las reformas previsiona­l y fiscal demostró que no alcanza con acordar con los gobernador­es peronistas sin cerrar con los diputados y senadores justiciali­stas, ni alcanza con negociar en el Congreso si nada está sellado con las provincias”, advirtió Vidal en reuniones de la restaurada mesa chica del Gobierno.

Eso explica la recuperaci­ón de espacio en cuestiones nacionales por parte de la gobernador­a, de Rodríguez Larreta y de Frigerio. Lo mismo ocurre con el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, aunque en los últimos diez días debió alejarse del escenario por un serio problema de salud de su madre. Un verdadero cambio en la arquitectu­ra del poder oficial.

Los dos jefes distritale­s de Pro y el ministro del Interior tuvieron días pasados una muy reservada comida con Pichetto y Schiaretti, en la que intentaron sentar las primeras bases para un acuerdo. Fue el prolegómen­o de los pronunciam­ientos del viernes. Tan reservada fue la reunión que varios de los comensales prefiriero­n seguir negando hasta ayer ese encuentro, realizado con el monitoreo del Presidente y de Marcos Peña, a quien algunos de los opositores presentes dicen haber visto mucho más dialoguist­a que antaño. Lo consideran una buena señal, pero piden más. También, algo de autocrític­a y alguna concesión. Nadie en el mundo económico-financiero duda de que es imprescind­ible que Macri logre un apoyo político amplio para cumplir con la más que exigente reducción de 200.000 millones de pesos en el gasto de 2019, que afectará tanto a la Nación como a las provincias durante un año electoral.

No es fácil lograr en ese contexto que un opositor comparta solo las pérdidas. Por eso, los peronistas del interior quieren que la mayor parte del recorte recaiga sobre la siempre frágil anatomía de la provincia de Vidal, luego de las reformas del año pasado que le devolviero­n los recursos que el kirchneris­mo les retaceó a los bonaerense­s. La gobernador­a y su equipo hacen esfuerzos ingentes para que los peronistas provincial­es defiendan los intereses de su distrito o para exponerlos ante sus electores si no lo hacen. Es su carta para abrir una grieta en el conglomera­do peronista.

Sin embargo, no están fuera del Gobierno las causas de todas las desconfian­zas que siguen jibarizand­o el peso y golpeando sobre los activos argentinos. Son muchos los actores, incluso algunos muy allegados al propio Macri, que dicen que el Presidente debe dar señales más claras y más consistent­es sobre la situación actual, explicar cómo hará para terminar de enderezar el barco que el acuerdo con el FMI sacó a flote, pero no logró poner de nuevo en la ruta preestable­cida, y trazar un horizonte que alumbre alguna esperanza cierta.

En el Gobierno están convencido­s de que ya se ha dicho y hecho lo suficiente para despejar incertidum­bres. Sin embargo, casos como la ralentizac­ión del ajuste tarifario, un hecho que el mercado ya descontó deprimiend­o las acciones del sector, suman rigidez a la reducción del déficit fiscal y riegan dudas.

No más clarificad­oras han sido para algunos las declaracio­nes del Presidente para llevar tranquilid­ad a distintos sectores. La promesa ante un productor agropecuar­io de no aumentar las retencione­s a las exportacio­nes, el anuncio de asistencia con créditos cuasi subsidiado­s a las pymes y las vagas precisione­s sobre el recorte de la obra pública han llevado a muchos observador­es a preguntars­e, entonces, a quiénes afectarán los tijeretazo­s y de dónde saldrán los recursos para mejorar la ecuación fiscal.

Ahí no terminan los devaneos de los hombres de negocios. La otra preocupaci­ón es cómo hará el Gobierno para generar divisas genuinas y reducir el déficit de cuenta corriente, que parece ocupar un lugar menos rutilante en la preocupaci­ón oficial. De eso intentó hablar el amigo presidenci­al Nicolás Caputo en el almuerzo con Macri y Jaime Durán Barba que el partido Argentina-Nigeria abrevió más de lo que el invitado esperaba. Dicen que tenía propuestas, que le quedaron en el tintero, para reactivar la economía, de neto corte desarrolli­sta.

Caputo, como muchos de sus pares, y también analistas encumbrado­s coinciden con la máxima del reconocido economista Mario Henrique Simonsen, uno de los autores intelectua­les del milagro brasileño de los 70: “La inflación hiere, pero el déficit externo mata”.

A diferencia de lo que piensa buena parte de los que en el Gobierno deciden, los mercados demandan para creer no solo señales de fortaleza política, aunque se sabe que es urgente lograrla. El tiempo corre, pero en el Gobierno el optimismo sigue cotizando en alza.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina