Merkel salva su gobierno con un acuerdo sobre los migrantes
Las diferencias con su ministro del Interior amenazaban con hacer caer el Ejecutivo; habrá más control en la frontera
PARÍS.– Tras semanas de crisis política, la canciller alemana Angela Merkel parece haber logrado un respiro anoche, tras llegar a un acuerdo con su ministro del Interior, el ultraconservador Horst Seehofer, que amenazaba con romper la coalición de gobierno si no había un endurecimiento de la política migratoria en el país.
Tras una maratón de reuniones durante toda la jornada de ayer y anteayer, Seehofer, también líder de la rama bávara de la derecha en el gobierno, la CSU, aceptó permanecer en la coalición a cambio de ciertas modificaciones de las actuales reglas que rigen la inmigración, sobre todo en lo que concierne a aquellos solicitantes de asilo que ya fueron rechazados en otro país del bloque e ingresan a Alemania para volver a intentarlo.
El acuerdo logrado entre la canciller y su ministro dan considerable satisfacción al segundo, ya que será instaurado en la frontera entre Alemania y Austria un nuevo régimen que debería “impedir el ingreso a Alemania a los solicitantes de refugio que ya fueron rechazados en otro país”.
Como Seehofer lo exigía, allí serán establecidos unos “centros de tránsito” desde donde esos migrantes serán enviados directamente a los países por donde ingresaron, que según la reglamentación europea son responsables de su suerte. Esta medida no será, sin embargo, aplicada sin la aceptación del país receptor, sino a través de acuerdos administrativos bilaterales.
En caso de que dichas autorizaciones no puedan ser obtenidas, los migrantes retenidos serán de todas formas rechazados, “en función de un acuerdo alcanzado con el gobierno de Austria”.
Los detalles del pacto fueron anunciados al término de una prolongada reunión en Berlín entre la canciller y su ministro, que se llevó a cabo en la oficina del presidente del Parlamento, Wolfgang Schauble.
El exministro de Economía alemán actuó como mediador de un enfrentamiento que amenazaba con hacer estallar el gobierno y sumergir el país en una crisis de impredecibles consecuencias.
Visiblemente satisfecho por haber logrado la creación de los “centros de tránsito” que reclamaba desde hacía meses, Seehofer se congratuló públicamente. “Una vez más ha quedado demostrado que vale la pena luchar por las convicciones. Lo que sigue de aquí en adelante es un acuerdo claro para el futuro y que responde a mis expectativas en sus puntos principales”, dijo.
La canciller también expresó su satisfacción al afirmar que “un buen acuerdo había sido alcanzado después de una dura batalla”.
Pero el pacto obtenido plantea interrogantes. No se sabe, por ejemplo, si será aceptado por el tercer miembro de la coalición de gobierno, los socialdemócratas del SPD.
Mucho más al centro que los bávaros de la CSU, el partido de la canciller, los demócratas cristianos de la CDU, apoyaron siempre a la canciller en su oposición a establecer controles fronterizos nacionales.
Tanto Merkel como su formación consideran que esas medidas podrían provocar una reacción en cadena capaz de terminar con los acuerdos de Schengen, que establecen la libre circulación en gran parte del espacio europeo.
Con más razón, ese tipo de medidas podrían ser rechazadas por los socialdemócratas del SPD, que defienden una visión mucho más progresista que la de la CDU de la canciller. La cúpula del partido se hallaba reunida anoche para estudiar la posición oficial que tomará el partido.
El segundo interrogante es jurídico. Numerosos especialistas consideraban anoche que los términos del acuerdo representan una violación de las leyes que rigen la Unión Europea (UE) e incluso la Convención de Ginebra sobre Derecho de Asilo.
Disputa
En todo caso, si bien la extrema tensión que llevó al gobierno de Merkel al borde del precipicio parece haberse apaciguado, nadie espera que la enemistad que enfrenta a la canciller con su ministro del Interior le permita de aquí en más un ejercicio sereno del poder.
La disputa entre ambos en torno de la inmigración comenzó en 2015, cuando Merkel permitió la entrada de un millón de refugiados, la mayoría procedentes de países en guerra como Siria, considerando que se trataba de una situación humanitaria excepcional. Por entonces, Seehofer era primer ministro bávaro, además de presidente de la CSU, y ya había manifestado su enérgico rechazo.
Ahora, desde las elecciones de septiembre de 2017, Seehofer considera que la canciller le debe su cuarto mandato y está dispuesto a recordárselo cada vez que pueda.
“No dejaré que me destituya una canciller que lo es solo gracias a mí”, dijo ayer por la mañana Seehofer, en alusión a que su partido tuvo en Baviera un resultado comparativamente mejor que el logrado en todo el país por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel.
“Estoy en una situación difícil de imaginar, la persona a la que ayudé a llegar donde está quiere deshacerse de mí”, agregó, en respuesta a los rumores de un pedido de renuncia de parte de Merkel.
Seehofer, como aquellos que conocen a la canciller, saben que de aquí en más hará todo lo necesario para que así sea. A pesar del acuerdo alcanzado ayer, Merkel sale debilitada de esta pelea.
El conflicto en torno a los migrantes con el ala derecha de su coalición podría resurgir en cualquier momento, sobre todo tras las elecciones regionales de octubre en Baviera, donde la CSU podría perder su mayoría absoluta ante el esperado ascenso de la extrema derecha.