LA NACION

Una medida que alegra a muchos, pero enoja a los colectiver­os

- Diego Cabot

El mercado aerocomerc­ial argentino no deja de recibir estímulos para recuperar el terreno perdido durante años de pocos aviones y menos vuelos. Ayer le llegó el turno a la banda tarifaria: ya se podrá cobrar lo que la línea aérea quiera; no habrá un intervento­r que imponga precios mínimos.

Los motivos fueron varios. Por un lado, es dar una respuesta a las empresas aéreas low cost. La Argentina jamás tuvo banda negativa ni vuelos nocturnos con horarios y precios marginales, además de que tampoco se vieron promocione­s que cuesta creer por lo baratas. Sin la posibilida­d de utilizar la herramient­a del precio de remate, jamás se exploraron esas variables. Las aerolíneas ya no tienen excusas.

Ahora bien, que la regulación lo permita no quiere decir que las empresas lo ofrezcan. No es lo mismo avanzar en ventas de saldo para líneas aéreas como Flybondi, Norwegian o Jet Smart que para Aerolíneas Argentinas, Austral, Latam o Avianca. De hecho, en la empresa aérea estatal siempre miraron con desconfian­za la posibilida­d de que exista una canibaliza­ción de empresas a través de las tarifas de regalo.

“Es una excelente noticia, ya que permite a las empresas realizar ofertas puntuales. Ello no debería afectar la economía de las líneas aéreas. Las ofertas ultrabajas son para incentivar la demanda cuando esta es baja”, dijo Diego Fargosi, abogado especialis­ta en el mercado aerocomerc­ial. En el Ministerio de Transporte tampoco le dan crédito a la posibilida­d de canibaliza­ción. “No es posible que llegue alguna empresa a poner cientos de millones de dólares para ganar mercado al ofrecer tarifas a pérdida”, dicen en el Gobierno.

Pero, más allá de lo que suceda en la pelea entre los dueños de los aviones, los empresario­s de ómnibus de larga distancia encendiero­n ayer la última alerta que les quedaba. Los aviones se les irán encima de un mercado en el que competían por precio.

De hecho, la restricció­n de que estas tarifas tengan que ofrecerse solamente a aquellos pasajes que sean usados un mes después es una pequeña concesión a los colectiver­os. La gran mayoría de los ómnibus se llenan con pasajeros que compran su boleto más cerca de la fecha del viaje.

Hay un dato más: el mercado cayó en las últimos semanas. Y esta medida es un incentivo al consumo sin costo fiscal.

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