LA NACION

Zárate pasó a Boca para tener una mayor vidriera de selección

fue tentado por el mellizo y, pese a que había dicho que en la argentina jugaría solo en vélez, cambió de idea pensando en celeste y blanco

- Franco Tossi

La fiebre mundialist­a va perdiendo su color en el país a partir de la eliminació­n de la selección Argentina. La ilusión se derrumbó temprano, por eso los ojos vuelven a posarse en la rutina del fútbol doméstico. Pero hay alguien que nunca dejó de ilusionars­e con la Albicelest­e, aunque no solo con verla campeona del mundo este año: quiere conocer la sensación de ser parte. Entonces, se planteó con seriedad la realidad que genera jugar en el equipo de su vida y tomó una difícil decisión en las últimas horas: Mauro Zárate cambió de opinión, se fue de Vélez y será jugador de Boca. Jerarquía enorme que seducía a Guillermo Barros Schelotto para alimentar aún más el sueño de conquistar América.

Le duele la decisión a Zárate porque el conjunto de Liniers significa mucho para él: tres ciclos en el club que lo vio nacer, en donde forjó la idolatría que hoy ya se pone en discusión. Lo que más le reprochará­n será su contradicc­ión: “En el único lugar que jugaré en la Argentina es en Vélez”, sostuvo siempre y lo repitió incluso hasta hace unos días. No obstante, su deuda como futbolista es defender la camiseta de la selección, un anhelo que parece ganarle a cualquier otro sentimient­o. “Hoy por primera vez falto a mi palabra y me duele en el alma defraudarl­os. Quiero aclarar que no es un problema económico, de ser así jamás hubiera vuelto en el peor momento del club…”, fueron algunas de las tantas expresione­s del delantero en su Instagram para los fanáticos del Fortín. El solo hecho de jugar en Boca no lo depositará en donde quiere estar, pero sabe que la vidriera es otra.

Porque es tan fuerte su ambición que Zárate le dio la negativa a la selección italiana cuando asombró con la camiseta de Lazio: “Gracias, pero yo quisiera jugar para mi país: Argentina”. Le costó un poco más porque el tiempo avanzó sin ningún llamado argentino, pero hizo lo propio cuando el mismo Jorge Sampaoli lo pretendía para su selección chilena para jugar el Mundial de Brasil 2014 y la Copa América 2015: “Le dije que estaba muy agradecido por pensar en mí. Ahí sí que dudé porque faltaban pocos días para la copa del mundo. Estuve dos días sin dormir y no estaba contento. Eso quería decir que no quería ir”, reveló hace no mucho tiempo.

Su resignació­n empezó a aumentar en los últimos meses. Pero... El fracaso en Rusia del conjunto dirigido por Sampaoli derivará en la aparición de una nueva generación de futbolista­s y es ahí, pese a sus 31 años, donde apunta a estar quien supo ser campeón mundial Sub 20, en Canadá 2007, con Agüero, Romero, Di María y Banega, entre otros, como compañeros. Es consciente de que los clubes considerad­os “medianos” o “chicos” tiene una repercusió­n menor y, entonces, había que disparar rápido la última bala: traicionar­se, irse de su casa y llegar a Boca, que comprará su pase al Watford de Inglaterra por algo más de 3.000.000 de dólares y le firmará un contrato por tres temporadas.

La selección no es el único motivo. Además, siempre tuvo el deseo de jugar en algún club importante del país y ahora entrará en un equipo donde afrontará competenci­as en las cuales Zárate podrá sentirse serio candidato: la Copa Libertador­es, la Superliga y la Copa Argentina. Y muchas posibilida­des de destacarse dentro de un equipo que, pese a que siempre dejó imágenes irregulare­s en cuanto a su belleza futbolísti­ca, se acostumbró a ganar y tiene impregnada una idea ofensiva del Mellizo. Darío Benedetto le sacó provecho en tan solo un campeonato (2016/2017) en el que deslumbró con sus 19 goles: convenció a Sampaoli, que hasta confió en él para las últimas dos jornadas de la Eliminator­ia rumbo a Rusia. ¿Por qué Mauro Zárate no puede pensar con hacer un papel similar? Más aún si Sampaoli se mantiene como entrenador (hoy parece poco probable).

Los números de Zárate en la pasada Superliga pueden ilusionar. Disputó 13 encuentros y convirtió ocho goles (uno solo de penal): un delantero que en su pasado supo tener potencia para jugar de extremo, pero que ahora casi que exige ser centro delantero. Utiliza las dos piernas para rematar y que, al igual que el Pipa, le seducen los remates desde larga distancia. Ahora, el problema lo tiene Guillermo: ¿Dónde insertarlo? ¿En lugar de quién? ¿Puede cambiar el esquema y jugar con dos N°9? Su incorporac­ión genera un interrogan­te ante tantos delanteros (Tevez, Benedetto, Bou, Ábila). Lo concreto es que es un jugador de experienci­a y jerarquía que, ya casi adentro del club, Barros Schelotto siente que lo debe aprovechar.

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ArcHivo Zárate escuchó la oferta de Boca y se mudará de barrio

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