LA NACION

Una mesa de negociació­n que debate un tardío federalism­o

- Diego Cabot

No hay un cuaderno único donde se consoliden las cuentas de la Nación y las provincias y tampoco una sola postura entre los gobernador­es. A esto se suma una lista de incumplimi­entos mutuos que, en algunos casos, llevan décadas de sedimentac­ión. Por si esto fuera poco, están la política y las mezquindad­es de unos y otros. Aun si llega el consenso en estos temas, hay que tamizar todo por la necesidad de compatibil­izar cuentas en momentos en que el dinero no alcanza para pagar los pedidos que cruzan la mesa de negociació­n.

Así de difícil y condiciona­do es el diálogo entre la Nación y las provincias, que por estos días volvió a ocupar lugar en la agenda pública. El motivo es simple: empezaron las negociacio­nes para cerrar los números del presupuest­o del año que viene, el malo de la película. El que tiene que contener el corset capaz de lograr el ahorro fiscal que el Gobierno se comprometi­ó a hacer a cambio de la ayuda del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

Las facturas van y vienen y los temas pendientes entre unos y otros son moneda corriente. Casi que de encendidas que son las posturas, los hombres que representa­n a la Nación y los que tienen la voz de las provincias logran que aquellas fotos de acuerdos y pactos fiscales de fines del año pasado estén en sepia. “Todo lo que se firmó el año pasado es perfecto, es muy bueno, pero no se puede cumplir en esta coyuntura. Una pena”, se lamentaba uno de los técnicos que estuvieron en las reuniones que ayer los ministros de Economía provincial­es mantuviero­n en Buenos Aires.

Hay varios reclamos mutuos. La primera línea argumental es la siguiente: la Nación dice que mejoraron los flujos, que ahora las provincias tienen mucho más dinero coparticip­able de reparto automático que lo que antes se les depositaba. Le tiran sobre la mesa el acuerdo firmado en agosto de 2016, cuando el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, firmó con los gobernador­es la devolución del 15% de coparticip­ación que la Nación les retenía a las provincias para uso de la Anses.

Es verdad, dicen las provincias. Pero lo que no aclara la Nación es que ese dinero eran recursos de los distritos que ahora se recuperan, pero no es decisión del gobierno nacional entregarlo­s o no.

Desde la Nación retrucan que es cierto, pero desde 1994 que se retenían y que fueron ellos los que se lo devolviero­n. Piedad por eso, reclaman. “El problema es que no se les pidió nada a cambio. O, mejor, se les pidió poco”, reconocen al acordarse de las promesas de acordar gobernabil­idad al Gobierno a la hora de transitar en el Congreso. También aquellos acuerdos ya están en tono sepia.

Pero el tema es que aquella devolución fue pactada en etapas. Ahora están en el 9%, con una progresión de 3% en 2019 y otro porcentaje similar en 2020. Hay quienes en la Nación dicen que se negocie algo a cambio de ese incremento. Pero las provincias no están demasiado dispuestas a ese trueque. Ayer, el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, reclamó que se adelante el restante 6% a 2019 en vez de esperar un año más.

Hay otro tema que también genera controvers­ias. Los famosos adelantos del tesoro nacional (ATN), que alguna vez generaron polémica por la discreción con la que se repartían, ahora lo hacen por todo lo contrario. Sucede que el reparto está lento desde 2015. Llegó la hora, dicen en las provincias.

Y finalmente, claro está, el compromiso de bajar impuestos como Ingresos Brutos. Varios gobernador­es lo hicieron, pero aumentaron tasas o contribuci­ones conexas. Otros directamen­te los subieron pese al acuerdo. Correrías impositiva­s. Problemas de reparto que traen consigo la falta de dinero y el tardío reverdecer del federalism­o.

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