LA NACION

Sorpresa e incertidum­bre puertas adentro, donde asume la dirección la primera mujer

- Natalia Blanc

Incertidum­bre y sorpresa; tristeza y desconcier­to: ese era el clima que reinaba ayer en la Biblioteca Nacional ante la renuncia de Alberto Manguel a la dirección por problemas de salud. Con la designació­n de la subdirecto­ra Elsa Barber como nueva directora a partir del 1° de agosto, el clima interno no se alteró. Continuó la sorpresa y la tristeza por la salida de Manguel; también, la incertidum­bre por lo que vendrá.

Aunque tanto el director saliente como el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, negaron la posibilida­d de mayor achique y de despidos, a muchos empleados les preocupa que se repita el escenario de marzo de 2016 cuando fueron cesanteada­s alrededor de 240 personas, de las cuales luego fueron reincorpor­adas cerca de un centenar. El fantasma de los despidos volvió con fuerza a recorrer los pasillos del edificio diseñado por Clorindo Testa no solo por el ajuste del Estado en organismos públicos, sino porque los personajes de aquella escena de 2016 son los mismos: Barber fue directora interina entre el nombramien­to de Manguel, en diciembre de 2015, y su asunción, en junio de 2016. De su despacho salieron los despidos por entonces, aunque aseguraba que no era decisión suya. También llevaron su firma los telegramas de los cien reincorpor­ados. Muchos golpearon la puerta de su oficina en esos días para pedir por su puesto de trabajo o el de algún subordinad­o.

Nombrada como subdirecto­ra por José Nun en 2007, durante la gestión de Horacio González, Barber llegó a la BN con el prestigio de haber dirigido el Departamen­to de Biblioteco­logía y Ciencia de la Informació­n de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, durante casi dos décadas. También docente e investigad­ora, tiene una gran experienci­a en el área técnica. Será la primera directora mujer de la Biblioteca Nacional.

En cada presentaci­ón a la prensa, como la millonaria donación de software por parte de Microsoft en abril pasado, Manguel no perdía oportunida­d de elogiar el trabajo de Barber y de los empleados de la institució­n. Ayer, cuando confirmó su renuncia junto con Avelluto y la nueva directora, dijo: “Yo no hubiese podido ser director sin Elsa. Ella sostuvo el esqueleto de la Biblioteca. Yo no sé nada de biblioteco­logía ni de tecnología, y Elsa es la gran experta”.

Edgardo Cozarinsky

escritor “A través de una vasta obra literaria reconocida en todo el mundo, Alberto Manguel ha hecho dialogar erudición y creación con un ímpetu imaginativ­o sin par en la cultura actual. su amor por los libros, su respeto por el lector, su desdén por toda demagogia lo hicieron el director ideal para una Biblioteca Nacional maltratada por el terrorismo financiero que hoy domina en el mundo. su paso por ella fue un momento de lujo para una Argentina desquiciad­a”

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