LA NACION

La sensación de vacío que se agiganta a 25 años del último título

“Si me hubiesen dicho que la Argentina iba a pasar tanto tiempo sin ser campeón, me habría reído”, dice Goycochea, clave en Ecuador 93

- Patricio Insua

En ese momento era inimaginab­le lo que comenzaba. Después de gritar los dos goles de Gabriel Batistuta a México (2-1) y celebrar la euforia de Oscar Ruggeri al levantar la Copa América en estadio Monumental de Guayaquil, nadie intuyó lo que vendría. Aquella consagraci­ón del 4 de julio de 1993, en Ecuador, fue la última de la selección argentina. Hace 25 años que la gloria se divorció de los colores celeste y blanco. El Mundial de Rusia fue un capítulo más de una separación dolorosa, que acumula frustracio­nes sin llegar a la reconcilia­ción.

“Si en la vuelta olímpica alguien me hubiese tocado el hombro para decirme que desde ese momento la Argentina iba a pasar tantos años sin ser campeón me habría reído”, cuenta Sergio Goycochea para la nacion. “Fue un torneo al que no llegamos de la mejor forma, pero había una continuida­d que fue la que nos ayudó a ganar el título. El equipo tenía la base la de Copa América del 91 y era la consecuenc­ia de un proceso que se había iniciado dos años antes”, dice.

Si el equipo que dirigía Alfio Basile llegó a la final no fue solo por los penales que Goycochea atajó en ante Brasil y Colombia en los cuartos y en la semifinal, sino también por las definicion­es de Jorge Borelli. El zaguero, que sentenció las dos series con sus ejecucione­s, enfatiza: “Cualquier logro con la selección es inolvidabl­e. Era un equipo con mucha personalid­ad y jerarquía. Hoy también hay muy buenos jugadores, pero el fútbol se define por cuestiones mínimas que se vuelven trascenden­tes. Nosotros le ganamos la final a México por detalles y Alemania no fue superior en el Mundial de Brasil, pero ganó por un detalle”.

“El equipo del 91 había jugado mucho mejor, pero teníamos un esquema y una idea definidos desde el entrenador. Sabíamos a lo que jugábamos; nos podían superar, pero nuestra línea futbolísti­ca era la misma”, destaca Leonardo Rodríguez. Si a la selección actual la sumerge el derrotero que transita, aquella estaba elevada desde un círculo virtuoso: “Sentíamos mucho el apoyo de la gente y llegamos a Ecuador con una buena continuida­d de partidos ganados. Todo eso hacía que nos sintiéramo­s con mucha confianza; además de que era un equipo con muy buenas individual­idades”.

La Argentina fue campeón por primera vez en 1921. Lo consiguió en el Sudamerica­no de ese año al derrotar 1-0 a Uruguay con gol de Julio Libonatti en la vieja cancha de Sportivo Barracas, enclavada donde hoy confluyen las calles Iriarte y Luzuriaga. Desde entonces y hasta 1993, antes de este período aciago, el lapso sin títulos más prolongado para la selección había sido de 14 años, los que separaron la consagraci­ón en la Copa de las Naciones de 1964 de la vuelta olímpica mundial en 1978.

Roberto Ayala, Javier Mascherano, Juan Sebastián Verón, Ángel Di María, Hernán Crespo, Esteban Cambiasso, Javier Zanetti, Gonzalo Higuaín, Pablo Aimar, Matías Almeyda, Juan Pablo Sorin, Carlos Tevez, Maximilian­o Rodríguez, Ariel Ortega, Juan Román Riquelme. Podrían agregarse más nombres a la lista de grandes jugadores que pasaron por la selección argentina sin lograr torcer el destino. Ni siquiera alcanzó para deshacer el hechizo tener durante 13 años a Lionel Messi.

Durante varios años todo lo que no se conseguía en la selección mayor sí florecía en los juveniles. A partir de la gestión de José Néstor Pekerman, Hugo Tocalli y Francisco Ferraro, la Argentina se quedó con cinco de los siete mundiales Sub 20 que se disputaron entre 1995 y 2007. Sin embargo, la formación y promoción de futbolista­s tampoco fue suficiente para cortar la racha adversa. Por eso el panorama se presenta ahora más amenazador. De los últimos cinco Mundiales para menores de 20 años, la Argentina no se clasificó a dos, en otros dos quedó eliminada en la primera rueda y en el restante apenas alcanzó los octavos de final.

El baile de los DT

Entre junio de 2014 y junio de 2018 se sucedieron en la dirección técnica Alejandro Sabella, Gerardo Martino, Edgardo Bauza y Jorge Sampaoli. Cuatro técnicos en cuatro años, apenas uno menos que en los 30 que transcurri­eron entre 1974 y 2004, cuando dirigieron César Luis Menotti, Carlos Bilardo, Alfio Basile, Daniel Pasarella y Marcelo Bielsa. El rosarino es el último técnico que llegó a un Mundial con un ciclo completo de cuatro años. Desde entonces los entrenador­es entraron y salieron.

“Desgraciad­amente, que haya pasado tanto tiempo sin un título le da algo distinto al logro de 1993”, reflexiona Goycochea. Y Leo Rodríguez tiene la misma sensación: “Si la Argentina hubiese vuelto a ganar, tal vez no se recordaría tanto esa Copa América”. Borelli cuenta que sigue emocionánd­ose cuando ve entrar a los jugadores en la cancha y que sufrió la derrota con Francia “porque uno no quiere que aquel título sea el último, sino volver a ver al fútbol argentino campeón”.

Copas del Mundo, de América y de las Confederac­iones se sucedieron sin que la Argentina pudiese volver a colocarse en lo más alto del podio. Fueron 16 certámenes. Siete finales perdidas agigantaro­n el karma. Las tres últimas (el Mundial 2014 y las copas América 2015 y 2016) dejaron en carne viva a la actual generación. El cuarto de siglo sin títulos es un lastre del cual el selecciona­do no logra desprender­se y cada vez pesa más.

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Archivo de la mano de alfio Basile, la argentina se consagró al ganarle a México por 2-1 la final

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