LA NACION

La AFA y el problema de seguir sacándonos la lengua

- Sebastián Fest Enviado especial

MOSCÚ.– Aterrizar en Ezeiza con la burlona lengua de los Rolling Stones en el fuselaje generó un extraño efecto: puso en marcha la máquina del tiempo. Sólo así se explica el tono sepia que se desprendía de las fotos, obviamente en colores, que registraro­n la llegada de Claudio “Chiqui” Tapia a Buenos Aires. Al estilo del peronismo verticalis­ta de los ’70, sesenta dirigentes aplaudiend­o al líder, muchos de ellos sin poder dejar de mirar al piso. ¿Pudor? Segurament­e, porque no está el asunto precisamen­te para aplaudir. Y los aplaudidor­es no sabían aún del resultado de esta encuesta que publica

la nacion. El 87 por ciento de los encuestado­s cree que tanto Tapia como Jorge Sampaoli deben dejar sus puestos. Un dato que no le hará ni cosquillas a la dirigencia de la AFA, que sigue el modelo del sindicalis­mo peronista: el desprestig­io es un asunto menor, la clave pasa por mantener el poder y lo que se ha dado en llamar “la caja”. La AFA, dice, tiene “la caja” mejor que nunca, porque cumple con sus pagos en término y ya no existe más el tráfico de cheques endosados.

Lo que está claro ya es que lo de la AFA es caso de estudio, protagonis­ta de un insólito agrande tras el peor resultado de la selección en 16 años. Es cierto que la salud del fútbol argentino no pasa sólo por los resultados de la selección, y es cierto, también, que esta AFA gobierna hace sólo un año. Pero es la que gobierna, por eso es la responsabl­e. No sirve tomarse en serio lo que dice Humberto Grondona (“Mi papá elegía a entrenador­es campeones y del medio local. Nunca hubiera pagado una rescisión como la de Sampaoli”), entre otras cosas porque su padre le dio la selección en un Mundial a Diego Maradona. Pero, claro, fueron 35 años, y el fútbol argentino tiene el problema de seguir recordando a papá.

En todo caso, papá es hoy “Chiqui”, dueño de un sólido poder no necesariam­ente condiciona­do por el de Daniel Angelici. Lo asombroso es cómo se sostiene el enojo con Marcelo Tinelli. No les alcanza el 38-38, ahora lo acusan de “grondonist­a”. “La continuida­d del grondonism­o era Tinelli. Ni Tapia ni ninguno de nosotros fuimos socios de Burzaco. Tinelli, sí. No fuimos tampoco socios de Cristóbal López y Fabián de Souza. Tinelli, sí. A Tinelli no le fue bien en una sola empresa, todas las quebró. Vendían a Tinelli como lo nuevo y era la continuida­d de Burzaco”. Hablan los incondicio­nales de Tapia, que siguen exhibiendo el poder del fútbol de ascenso contra los clubes grandes y son capaces de pronunciar frases como la siguiente: “Esto es como cuando estaban convencido­s de que ganaba Tinelli, se equivocó todo el periodismo. Fue Atlas, Villa Dálmine, Claypole y Victoriano Arenas contra Mirtha y los Leuco”.

El fútbol argentino tiene un problema si se instala la idea de que en la noble competenci­a de la D y el ascenso en general está su fuerza y su futuro. El fútbol son todos, claro, pero una federación nacional, que representa al país ante una internacio­nal como la FIFA, y que tiene además una selección que disputa Mundiales con la ambición de llegar lejos, tiene que aspirar a más.

Si no, sucede lo que se está dando con Sampaoli, ese técnico que fracasó y que por eso, pese a bajar del mismo avión con la lengua afuera, hoy fue ignorado por prácticame­nte todos los dirigentes que aplaudiero­n a Tapia. Ese Sampaoli que no fue contratado un año y medio atrás porque su cláusula de rescisión del Sevilla costaba un millón y medio de dólares, ese mismo que hoy, si lo forzaran a irse, podría costarle 11 millones a la AFA. O menos, si el “operativo desgaste” cumple sus objetivos, pero millones al fin. El avión tiene razón: nos siguen sacando la lengua.

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