Wally se perdió en Buenos Aires. Un día tras el hombre del traje rayado
De paseo con el personaje de la famosa saga ilustrada británica, que se reedita en el país; hubo café, pizza y selfies con fans
El famoso personaje ilustrado por el británico Martin Handford, que lleva años y años perdiéndose entre las multitudes, se mezcló ayer entre los transeúntes del centro porteño. Wally, con sus amigos Wanda, Odlaw y su perro Woof, está en Buenos Aires.
Encarnado por actores caracterizados con el típico gorro de lana con pompón y remera a rayas, el personaje –un ícono pop creado en 1987– fue parte de la acción que desde la mañana y hasta las 18 puso en marcha la editorial Penguin Random House para anunciar, con originalidad, el lanzamiento de cuatro volúmenes de la saga ¿Dónde está Wally?, que se reedita tras casi diez años de ausencia.
La propuesta resulta risueña por donde se la “busque”: encontrar a Wally con ese aire eternamente extraviado entre la multitud que va y viene. Y quienes lo encontraban, finalmente, podían subir una foto a Instagram con el hashtag #AcáEstáWally para concursar por un pack de libros.
Apenas pasadas la 9, dos Wallys y dos Wandas se dejaron fotografiar en el Obelisco. De camino por la avenida Corrientes, hacia el Bajo, cruzando Carlos Pellegrini por la senda peatonal, todos giraban para mirar –y comentar por lo bajo ¿es Wally?–. “Yo no veo nada de lejos, pero lo reconocí enseguida. Es Wally, no lo puedo creer”, decía Natalia, una de las primeras fans que se animaron a interceptarlo en su camino para sacarse una foto. Algunos lo reconocían sin salir de su asombro, mientras otros no entendían muy bien de qué se trataba la movida. Wally caminaba silenciosamente con su bastón, como quien busca algún indicio para poder orientarse en la ciudad.
Después de cruzar Suipacha, Esmeralda y Maipú, el hombrecito a rayas dobló por Florida y se vio envuelto en cierto halo de misterio. “Justo les decía a mis compañeros: ‘Mirá, ahí viene Wally’. Lo
conozco desde chico, tengo todos sus libros y me acuerdo de cómo en cada página se hacía más difícil encontrarlo. Desde chico siempre tuve una admiración muy grande por él”, contaba David, empleado de un comercio céntrico, mientras obtenía la preciada selfie con su ídolo de la infancia.
Entre cortados y pizzas
En el McDonald’s de Florida y Tucumán, Wally entró a tomar un café. “Es igual, no lo puedo creer”, se sorprendía Tania, la cajera, y le tomaba su pedido. Ese efecto se repetía entre abogados, oficinistas, estudiantes. De regreso al Obelisco, al mediodía, Wally volvía a cruzar la 9 de Julio.
“Lo veo y me acuerdo de los libritos que me daban mi madre y mi padre. Lo saludé y le dije: ‘Eh, Wally, te he buscado mucho en la infancia’. Costaba, pero al fin y al cabo siempre lo terminaba encontrando. Es entretenido, un juego más para los chicos, didáctico y divertido. Y sirve también para agilizar la mente”, sumó más tarde Federico, mozo de la pizzería Kentucky, envuelto de emoción.
Wally siguió avanzando por Corrientes, cruzó Paraná y en la esquina del Teatro San Martín se perdió en medio de las obras del metrobús, entre el ruido ensordecedor de los martillos neumáticos. Un poco más adelante, tomó por Callao rumbo a la Plaza del Congreso. “¿Dónde está Wally?”, le gritaban desde un camión atascado en el tránsito.
La serie ilustrada, que vendió más de 75 millones de libros en 38 países, se convirtió apenas fue lanzada en una franquicia. De todos los ¿Dónde está Wally? se reeditan ahora en el país El fundacional, El libro mágico, El viaje fantástico y A la caza del cuadro escondido. Habrá que ver qué piensa hacer Wally (Wanda y el perro también) en los días que faltan hasta que comience la Feria del Libro Infantil. Entonces volverá a ponerse el gorro para salir a jugar con los chicos.