LA NACION

Drake, el maratonist­a del rap que no para

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Tan cierto como que desde hace diez años el hip hop está viviendo una de sus mejores épocas es el hecho de que el rapero más comercialm­ente exitoso de esta era no es norteameri­cano, sino canadiense: Drake. Entre el 23 de mayo de 2009 y el 26 de agosto de 2017, estuvo 431 semanas consecutiv­as con, al menos, un tema entre los 100 más escuchados del mundo según el ranking de Billboard

Y ahora, con Scorpion, su quinto disco editado el viernes pasado, el nacido en Toronto vuelve a recuperar el trono y a saciar la sed de hits de fans cada vez más fieles. “Tengo casas en las dos costas, pero vivo en los charts”, rapea con prepotenci­a introspect­iva en “Survival”, la intro que abre su nuevo trabajo de estudio. Pero el dominio de Drake es según sus propios términos y condicione­s. Mientras las estrellas de trap del momento editan singles aislados y ni se preocupan por grabar discos, su estrategia consiste en inundar el mercado con álbumes extensos que contienen temas para todos los gustos. Scorpion, por caso, está compuesto por 25 canciones diseñadas para explotar como bombas (no tan) pequeñitas en los parlantes y auriculare­s de un público que crece a lo largo y a lo ancho del mundo. Si More Than Life (2017), considerad­o por él mismo como una playlist, fue un alarde de superprodu­cción y colaboraci­ones, este nuevo larga duración (literalmen­te, dura 90 minutos) es su batalla más solitaria (y ególatra).

Con una paleta cada vez más amplia, que incluye, a veces al mismo tiempo, hip hop, r&b, trap, dancehall, reggaeton y neosoul, todo con una innegable fisonomía radial, Drake se siente cómodo en las produccion­es extensas no solo en términos comerciale­s, sino también artísticos. Como un maratonist­a del pop, aprovecha tiempo y espacio con paciencia, pero consciente de que cada paso vale tanto como el anterior y el que está próximo a dar. Claro que en esta nueva diáspora de hits algunos surgen efecto antes que otros. “Nice For What”, una construcci­ón rapera de alto octanaje con sampleos a Laurin Hill editada como single en abril, supera los 500 millones de reproducci­ones entre Spotify y YouTube, pero en el disco parece una más, perdida entre dos baladas (“Jaded” y “Finesse”) que proponen un clima totalmente opuesto. Y aunque Scorpion no aporta grandes novedades desde lo musical con respecto a Views (2016), cada corrimient­o de la fórmula sobresale como una anomalía a celebrar. Tal es el caso de “Nonstop”, donde sobre un beat que recupera el trap más sucio y pistas que proponen una atmósfera casi post punk se pone a rapear casi susurrando con la voz entrando por diferentes planos. Las rimas y aliteracio­nes que dispara se condensan en un zumbido denso que fluye espeso un tormento interior. En el otro extremo, “In My Feelings” tiene a Drake haciendo gala de su uso del autotune y vuelve a cantarle a Keshia Chanté, la cantante canadiense que fue su primer amor y frecuente musa inspirador­a del rapero en temas como “Fallen” (2009) “Madonna” (2015). Siempre dando más lugar a su poder melódico que a su flow muchas veces tan criticado, Drake hace de Scorpions su declaració­n de paternidad. El falsete indeleble de Michael Jackson en “Don’t Matter To Me” es el que se lleva todas las luces. Como un zombie que se niega a morir definitiva­mente, esta nueva aparición póstuma del rey del pop en manos de quien intenta establecer su propia dinastía tiene tanto valor musical como simbólico.

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