LA NACION

Sin herederas para la dama, la deuda del peronismo

- Texto Marcelo Veneranda y Lucrecia Bullrich

Varios dirigentes del FPV y el PJ se anotan para enfrentar a Macri; pero no hay mujeres entre ellos, si Cristina no compite Mientras Pro construye una figura femenina para acompañar a su líder en cada elección, en el peronismo no surgió aún ninguna mujer, que no sea la expresiden­ta, que pueda liderar o integrar una fórmula nacional

Si Cristina no es candidata a presidenta en 2019, al kirchneris­mo y al peronismo les sobran postulante­s: desde Agustín Rossi a Sergio Massa, pasando por Juan Manuel Urtubey, Alberto Rodríguez Saá, Axel Kicillof, Jorge Capitanich o algún que otro gobernador que hoy esconde sus cartas. ¿Nota que falta algo? Mujeres. Ni el kirchneris­mo ni el peronismo construyer­on otra figura femenina con proyección nacional que no sea la expresiden­ta.

El dato se magnifica ante la coyuntura. Por un lado, porque algunos de los debates más convocante­s atraviesan la política y la sociedad surgen de una perspectiv­a de género y tienen a las mujeres como protagonis­tas. La ley de interrupci­ón voluntaria del embarazo es el mejor ejemplo, pero no el único.

Por otro lado, porque el rival que enfrentará al peronismo en 2019 definió esa cuestión hace años: Pro sabe que su figura central, Mauricio Macri, debe estar acompañado por una mujer cada vez que enfrenta las urnas: fue el rol de la vicepresid­enta Gabriela Michetti en 2007 y 2015 y el de la actual gobernador­a María Eugenia Vidal en 2011.

Para 2019, y desde antes que Michetti comenzara a perder influencia, en el oficialism­o trabajan sobre la figura de la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, como partenaire del líder de Pro para la boleta presidenci­al.

Que hoy no haya mujeres peronistas “en carrera” resulta paradójico en un partido que siempre tuvo una fuerte impronta femenina tanto en sus figuras, como Eva Perón, como en su organizaci­ón interna, con el Partido Peronista Femenino, y en el número de sus representa­ntes parlamenta­rias, siempre superior al de la UCR. Las dos mayores referentes del radicalism­o de las últimas décadas, Elisa Carrió y Margarita Stolbizer, construyer­on su impronta fuera de la UCR.

También resulta llamativo porque el kirchneris­mo y el PJ albergan hoy a una gran cantidad de mujeres que se proyectan hacia candidatur­as locales o provincial­es. Desde Verónica Magario, intendenta de La Matanza, y la senadora Anabel Fernández Sagasti, que aparecen entre los postulante­s para gobernar Buenos Aires y Mendoza; hasta las diputadas nacionales Mayra Mendoza, Fernanda Raverta o Emilia Soria y la legislador­a provincial Rocío Giaccone, que ya suenan con la puja por las intendenci­as de Quilmes, Mar del Plata, General Roca y Junín, respectiva­mente. Son solo algunos de los ejemplos.

Solo por su rango, las gobernador­as del PJ deberían estar en la grilla de postulante­s presidenci­ales. Pero la catamarque­ña Lucía Corpacci, la santacruce­ña Alicia Kirchner y la fueguina Rosana Bertone aparecen hoy más concentrad­as en sus territorio­s que en trascender­los.

“Falta un año para las elecciones: todas las mujeres y hombres que tenemos responsabi­lidades de gestión estamos viendo cómo sostenemos a los chicos que pasan hambre, no en construir candidatur­as. Eso hace el Gobierno porque falla en la gestión. Hablar de candidatur­as es una falta de respeto con lo que está pasando la gente hoy”, sostiene Magario. Un “pero” que se repetirá en el inicio de todas las consultas para esta nota.

No será el único. “En el peronismo estamos viendo cómo hacemos para que el país resurja de este desastre, estamos buscando acuerdos, no candidatos. Cuando tenés un programa, los candidatos se hacen en dos minutos”, dice Malena Galmarini, concejal en Tigre y esposa de Sergio Massa.

Cristales y cementos

Una tercera objeción surgirá en todas las charlas y apunta a las mujeres del oficialism­o. “La fórmula presidenci­al del peronismo va a tener una mujer que nos represente, no un agregado estético”, dirá Fernández Sagasti. “En Pro buscan una mujer linda o sensible para ablandar a Macri”, agrega Galmarini. “La mujer en la fórmula del peronismo será la mejor de nosotras, la que sume más votos para que no se siga destruyend­o el país”, completará la diputada Cristina Álvarez Rodríguez.

Contemplad­as esas objeciones que apuntan fuera de los límites partidario­s, la pregunta inicial se mantiene: ¿por qué son todos hombres los peronistas que se muestran en carrera, recorren el país y hablan de candidatur­as?

“No es que no hay mujeres, es que están invisibili­zadas”, responde Galmarini. “Las mujeres no son relevantes a nivel nacional porque los medios no les dan lugar y sin esa vidriera es muy difícil. Para el que gobierna siempre es más fácil”, agrega Emilia Soria.

“Cuando una mujer manifiesta su voluntad de ser hay una reacción fuerte, un cuestionam­iento permanente. Le pasó a Cristina y todavía no se lo perdonan”, dice Mayra Mendoza. Durante años, la actual diputada fue la “pendeja de m...” de La Cámpora en Quilmes, territorio donde sobran apellidos masculinos del PJ: Camaño, Fernández, Scarabino, Gutiérrez y más.

“Poníamos un pelotero para que las mujeres pudieran venir a las reuniones. Si no, tenían que quedarse en su casa cuidando a los chicos o a los viejos. Esa visión doméstica todavía se traslada a la política: los hombres dirigen y las mujeres trabajan en lo operativo, resuelven todo por detrás, como mujeres orquesta”, dice Mendoza.

Soria no tiene dudas: hay tareas que dejan a las mujeres en desventaja respecto de los hombres a la hora de hacer política. Y, sobre todo, campaña. Recuerda bien que, mientras recorría Río Negro para renovar su banca de diputada el año pasado más de un compañero peronista le dijo: “¡Che, qué macana que te embarazast­e!”. Aunque también lo contrario: “El embarazo nos va a sumar unos puntitos”.

“Las mujeres enfrentamo­s un techo de cemento, que son las limitacion­es que pone el entorno. También un techo de cristal: las trabas que nosotras mismas nos ponemos”, agrega Galmarini. Se suma Giaccone: “Es un problema generacion­al y cultural, que está evoluciona­ndo. Pero las mujeres tenemos algo de culpa: cedemos el espacio, la oportunida­d”.

“Es cierto que muchas de nosotras pensamos primero en qué podemos aportar a la construcci­ón antes que en encabezar la lista. Lo que cuesta, como ocurre en toda la sociedad, es que haya más mujeres con poder de decisión y que lo ejerzan”, agrega Álvarez Rodríguez.

Las anécdotas se multiplica­n. “Sigue pasando que hasta para participar en un congreso femenino, que no representa­ría ningún ‘riesgo’, las mujeres les piden permiso a sus jefes políticos”, cuenta una legislador­a. La corrige Fernández Sagasti: “Hay varones, sobre todos los mayores, que ven un riesgo en cada paso que damos”.

Sororidad y affidament­o Todas apuntan, en ese sentido, a la idea de “sororidad” o “affidament­o”: dos conceptos que, conjugados, apuntan tanto a la solidarida­d que hay que tener con las mujeres que llegan al poder, porque ese liderazgo “irradia” hacia las demás y, a la inversa, que las mujeres que acceden al poder deben promover a otras.

“Vidal no tiene una sola ministra, que sería la mejor forma de elevar a otras”, puntúa Giaccone. Un búmeran que, a fin de cuentas, también impacta en el gabinete que formó Cristina Kirchner.

Graciela Camaño, factótum parlamenta­rio de Massa agrega un último condiciona­nte a la lista: “Los machos peronistas fueron siempre muy mezquinos con las mujeres: Cristina e Isabelita llegan por ser las mujeres “de”, no por mujeres. Pero, para mí, el limitante más importante para la candidatur­a de una mujer es otro: el económico. Cuesta mucho una candidatur­a y cuesta más conseguir fondos siendo mujer”.

Para Ricardo Sidicaro, investigad­or del Conicet, profesor de la UBA y autor de Los tres peronismos, la ausencia actual de mujeres peronistas en la palestra nacional “es difícil de explicar” en términos sociológic­os: “Históricam­ente, cuando las institucio­nes declinan, entran las mujeres, porque se debilita la resistenci­a de los varones. Es raro que con partidos políticos tan caídos no haya más mujeres”.

¿Cuál podría ser la explicació­n entonces? Según Sidicaro, la historia ofrece un indicio. “La tradición peronista, aun cuando ha introducid­o a las mujeres a la política y ha ampliado sus derechos, es más machista que fuerzas nuevas como Pro, más orientadas al mercado, más hábiles para captar el espíritu de época y alentar la participac­ión de la mujer. Todas las fuerzas se modernizan, pero sobre la base de una tradición determinad­a”, razona.

Por el contrario, la socióloga e investigad­ora del Conicet Dora Barrancos plantea que la proyección nacional de una dirigente política no es decisión de nadie ni se decide a priori, sino que es “producto de una circunstan­cia” y una “serie de acontecimi­entos”.

En esa línea, la especialis­ta en estudios de género le restó peso a que hoy no haya mujeres en la escena nacional del PJ. “El problema es cómo se reorganiza el peronismo. Hay muchas mujeres en gateras: es cierto que hoy no tienen escala nacional, pero es cuestión de tiempo”, señala.

En la misma tónica, cuestiona la vigencia de la idea de las dirigentes sobresalie­ntes del PJ como “mujeres o hijas de”. “No es así. Las familias políticas marcan la política argentina desde hace 40 años. También hay ‘hijos de’. La lógica del delfín alcanza a todos los peronistas”, contrapone.

Para María Esperanza Casullo, doctora en Ciencia Política por la Universida­d de Georgetown, el fenómeno se explica, en parte, por la vigencia de Cristina: “Sigue muy asociada al rol de candidata”. ¿Eclipsa al resto? “Sin ocupar el centro, hace que la emergencia de otras mujeres sea difícil. Representa una paradoja: es un modelo que no se puede imitar, pero tampoco dejar de imitar”, analiza.

También Alberto Fernández aludió a la centralida­d de Cristina, pero en otro sentido. “En el peronismo hay infinidad de mujeres. Y tiene a la más fuerte, que es Cristina. Además, ¿cuántos hombres con proyección tiene el PJ?”, se preguntó. Y completó: “El problema es que no hay líderes, ni hombres ni mujeres”.

“Yo estoy convencida de que este es el ciclo de las mujeres”, dice Fernández Sagasti. “En los momentos de crisis, la que ejecuta y lidera es la mujer. Por eso soy optimista”, se suma Magario. Cierra Mendoza: “La decisión final sigue siendo de nuestra jefa, de una de nosotras: Cristina”.

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Juan mabromata / afp El PJ tiene en Eva Perón y Cristina Kirchner a sus mujeres más icónicas, pero no generó una alternativ­a si la expresiden­ta decide no ser candidata en 2019

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