LA NACION

“Cada día es y será más difícil esconderse de nosotros”

En su primera entrevista, el titular de la AFIP anticipó sus futuros movimiento­s, los controles que vienen y la integració­n de un equipo que investigar­á a grandes grupos económicos

- Texto José Del Rio | Foto Fernando Massobrio

“En el caso de Cristóbal López creemos que tenemos argumentos sólidos como querella”

“El mayor problema hoy de evasión en la Argentina es la factura apócrifa, es decir, las facturas truchas”

“Para los alquileres se va a requerir un cambio legal que nos permita mayor trazabilid­ad”

“Después de la carne, los sectores que vienen en cuanto a controles son: yerba, avicultura, azúcar, lácteos y frutihorti­cultura”

Las paredes son de madera. Los pasillos largos y las oficinas estilo ochentoso cuentan con un particular salón de la fama. Los cuadros allí colgados están en blanco y negro y muestran a cada uno de los administra­dores federales que pasaron por el organismo. Todavía falta actualizar los últimos dos de la era “M”: la llegada y salida del segundo mandato de Alberto Abad y la irrupción desde marzo del nuevo administra­dor, Leandro Cuccioli.

Paradójica­mente, la última fotografía es la de Ricardo Echegaray, a quien la AFIP suspendió sin goce de sueldo como empleado de planta permanente de la Aduana por sus procesamie­ntos en distintas causas judiciales. Con 41 años, Cuccioli se convirtió en el administra­dor más joven de la historia de la entidad. Antes fue coordinado­r de Políticas Públicas en la Jefatura de Gabinete (2016) y secretario de Servicios Financiero­s. En el sector privado trabajó en Strat Consulting en Buenos Aires, Santiago y Río de Janeiro. En Londres y China, para BP y The Capital Group.

Su oficina ya no cuenta con los tres relojes de arena que ponía en funcionami­ento su antecesor “K” para cronometra­r los encuentros ni con las fotos familiares. No es su estilo. Más técnico que político anticipó en su primera entrevista con la nacion cuáles serán sus futuros pasos y por qué cree que “el contribuye­nte global es igual que el argentino, con la sola diferencia de que la percepción del riesgo es mayor”.

–¿Cuánto hay de evasión hoy en la Argentina y cuánto es lo que se pretende?

–Estimamos que hay un 35% de evasión, dependiend­o del tributo. En un país desarrolla­do, la evasión ronda el 15%, con lo cual esa es la brecha a la que podríamos aspirar en el largo plazo. Yo creo que es posible ponerse un plan ambicioso de cinco o seis años para reducir la evasión en un 5% anual, que sería el equivalent­e a un punto o un punto y medio del PBI. Unos $150.000 millones. Ese es el tamaño de lo que podríamos salir a buscar en los próximos cinco años.

–¿Por qué cuesta tanto bajar la evasión?

–Un tema es la formalizac­ión que aún no hay en ciertas cadenas de valor, donde por mucho tiempo hubo esquemas operativos que han actuado en la informalid­ad. Cuando vemos por ejemplo la carne, donde cambiamos el esquema de control hace menos de un año, pasamos de un cumplimien­to del 30% al 70%. Eso depende mucho de nuestra tarea de fiscalizac­ión. Hay un dato que es seguro: cada día es y será más difícil esconderse de nosotros.

–¿Qué rol juega la tecnología en este sentido?

–Es clave. El mayor problema hoy de evasión en la Argentina es la factura electrónic­a apócrifa. Es decir, facturas truchas en las que empresas toman como crédito de IVA servicios que supuestame­nte compraron, pero que nunca existieron. Eso es todo digital, y por eso el tema de la tecnología es fundamenta­l para la reducción de la evasión, porque te permite el cruce de datos y te permite mecanismos de recepción de cantidades físicas y de cantidades monetarias del contribuye­nte que te permite cruzar datos, y ver que algo no estaba cerrando. La AFIP, hasta 2008, invertía un 4% de su presupuest­o anual en tecnología. Después eso se vino abajo y en los últimos diez años fue 0,82%. Hay que volver a invertir mucho más y eso es lo que vamos hacer en los próximos tres o cuatro años. Debería rondar los $3000 millones, en términos de sistemas y capacidad operativa.

–¿Cómo es la relación de los argentinos con los impuestos, en comparació­n con otros países?

–No creo que los argentinos seamos muy distintos al resto del mundo. En cualquier parte, a nadie le hace gracia pagar los impuestos. Habiendo vivido en Inglaterra diez años, te puedo decir que el contribuye­nte británico es igual que el argentino, con la sola diferencia de la percepción del riesgo de que te encuentren y que, con un nivel de evasión alto, termine con una pena agravada. Después, está el desafío de la autoridad tributaria de hacer fácil el cumplimien­to voluntario. Es la otra parte para que este objetivo de la baja de la evasión sea posible. Tenés que tener el poder de policía y la percepción de riesgo muy clara para el ciudadano, pero también hacerle fácil el pago de sus tributos.

–¿Qué pasa con los niveles de evasión en términos de nuevos controles?

–Si miramos el próximo año, hay una batería de cosas que se vienen. A nivel internacio­nal, el tema de luchar contra la no declaració­n de activos argentinos en el exterior continúa sin detenerse y eso es intercambi­o de informació­n. Nosotros recibimos este año, por primera vez, 35.000 cuentas de argentinos en el exterior. Eso no lo aprobé yo, sino la OCDE. Estamos firmando con cada vez más autoridade­s tributaria­s para saber dónde tienen la plata los argentinos, para que tributen en la Argentina. Yo no tengo problema de dónde tienen el dinero, mi gran preocupaci­ón es que estén tributando en el país lo que deben tributar. Eso avanza en forma irremediab­le. La segunda cosa es la tributació­n de grandes grupos económicos. Es mucho más complejo, porque hay precios de transferen­cia y excede el simple tema de pagar IVA. La gran evasión se esconde en mecanismos sofisticad­os. Eso requiere el trabajo de un equipo especial.

–¿Un equipo especial para investigar a grandes grupos económicos?

–Para seguir la actividad de grandes grupos económicos argentinos y entender bien que estén tributando de una forma lógica en el país. Lo hacemos de una forma muy transparen­te, porque los invitamos a que se sienten con nuestro equipo, que les dice qué ven de ellos. Y en muchas oportunida­des es un tema de estrategia impositiva que ellos adaptan antes de que nosotros tengamos que actuar. Les mostramos “nuestra parte”, lo que sabemos de ellos, que en el caso del contribuye­nte que es persona humana puede ser una cuenta en el exterior, y en un grupo económico tiene que ver más con la estructura societaria, los esquemas de transferen­cias, etcétera. En lo doméstico, hay muchas industrias en las que vamos a avanzar con más controles. Como hicimos con el sector de la carne porcina o bovina, se vienen los sectores avícola, lácteo, azucarero, de la yerba mate y frutihortí­cola. En todos tenemos planes para avanzar en el control sistémico.

–¿Cómo se eligen estos sectores?

–Por la percepción nuestra del grado de evasión. Hay sectores en los que el cumplimien­to, contra lo que debería ser por lo que se ve cruzando datos de lo que mueve la cadena de valor, versus lo que están tributando, nos permite ver que en muchos lugares nos falta plata. Y eso genera una brújula de hacia dónde debemos ir.

–¿Qué importanci­a le da a un caso como el de Cristóbal López?

–El caso de Cristóbal López es paradigmát­ico frente a la sociedad. Si los poderosos pueden no pagar impuestos, la cultura tributaria se deshace. Ahora que terminó la etapa de instrucció­n, el caso está en etapa de juicio oral, y creemos, como querella, que tenemos sólidos argumentos. La Justicia luego decidirá. Pero lo bueno es que llegamos a la instancia de juicio oral para que se decida.

–También es la primera vez en la historia que apelaron a una instancia civil…

– Sí. Hicimos algo que no habíamos hecho en nuestra historia, que es demandar no solo la plata que nos debía, sino el costo de oportunida­d o el lucro cesante, por así decirlo. Es decir: ¿qué hubiésemos hecho los argentinos si la AFIP hubiera contado con los $8000 millones de la evasión tributaria? Esto se hizo en abril y es posible que quede en el marco del concurso que maneja el juez Cosentino, con el proceso de quiebra y las otras sociedades del grupo.

–¿Cree que tiene que haber mayores penas para grandes evasores?

–Yo creo que con la reforma tributaria se han adaptado los umbrales en los cuales cambia el tipo de pena. No creo que sea necesariam­ente una cuestión de pena. Lo que importa, más allá del tamaño, es darle cierre a un caso, con una condena. Creo que en la sociedad argentina este sentimient­o de falta de Justicia tiene que ver con que las cosas no terminan de cerrarse. La gran diferencia la hace que haya una pena y que se cumpla. Esa es la gran diferencia entre otras naciones y la nuestra.

–Hay frases muy simbólicas de sus antecesore­s con respecto a qué había que hacer con quienes no cumplen sus obligacion­es…

–En el pasado hubo tintes más políticos y tintes más técnicos. Yo creo que esto debe ser una agencia técnica, que no debe discrimina­r a ningún tipo de contribuye­nte o creencia, y la gente de adentro es así. De las 21.227 personas que trabajan, la gran mayoría es gente de carrera que lo que busca es luchar contra la evasión. Independie­ntemente de quién está en el poder.

–¿Era necesario trabajar en nuevos tributos, como el de Netflix y otras empresas tecnológic­as?

–Esa fue una decisión del Congreso. Hay que buscar una respuesta cada vez que la economía va más hacia lo digital y se desagrega la creación de riqueza en distintos actores que antes estaban en otro lugar (hoy tenés una Netflix en Estados Unidos con 170 millones de clientes en el mundo y no tributa en este lugar). Una parte de esos tributos tienen que quedar en el país donde se consume el servicio. Esto del IVA es un buen primer paso; de hecho, están empezando a imitarlo otras autoridade­s tributaria­s, para que donde se hace el consumo allí se tribute. Si no, eso genera una situación en desmedro del que sí compite desde el lugar y eso es inadmisibl­e.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina