LA NACION

Del Potro puede llegar a ser el Nº 3 en el ranking mundial

Los aliados europeos intentarán cerrar la grieta con la Casa Blanca durante la cumbre de la OTAN en Bruselas

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL EN FRANCIA

Para lograrlo, tiene una tarea titánica por delante: ganarle a Nadal en Wimbledon.

PARÍS.– Durante más de 70 años, nunca nadie imaginó que Estados Unidos y Europa pudieran llegar al borde de un cisma histórico. Sin embargo, eso es lo que sucede en estos momentos, al arribar hoy Trump al Viejo Continente para participar en dos reuniones en las que todo podría suceder: la cumbre de la OTAN –prevista para hoy y mañana en Bruselas– y la reunión del lunes 16, en Helsinki, entre el magnate y Vladimir Putin.

Nunca en la historia los aliados de dos guerras planetaria­s abordaron una cumbre transatlán­tica en una atmósfera tan execrable. Incluso en los momentos más difíciles de esa relación –como la crisis de Suez de 1956 o las guerras de Vietnam e Irak–, los desacuerdo­s entre Washington y Europa podían ser considerad­os profundos, pero en ningún caso entraban en la categoría de “conflictos existencia­les”. Esta vez es diferente.

Esa reunión, en todo caso, viene precedida de signos inquietant­es.

Para Trump, la OTAN y la Unión Europea (UE) forman parte, junto con la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), del trío de enemigos que aspira destruir durante su mandato. Aunque no es europeo, esa lista también incluye –desde hace algunos meses– a Canadá.

En su doctrina diplomátic­a todos representa­n lo mismo. Esa visión no tiene en cuenta que la OTAN y la OMC fueron dos creaciones de Estados Unidos para garantizar su hegemonía militar y económica. “La UE fue creada para aprovechar­se de Estados Unidos”, argumentó con descaro el 26 de junio.

“¿Qué hace Francia en la UE? ¿Por qué no la abandona?”, le propuso desafiante al presidente Emmanuel Macron durante la última reunión en la Casa Blanca.

El desdén de Trump por la OTAN –a la que calificó de “obsoleta”– está visiblemen­te enfocado en Alemania y en la canciller Angela Merkel. El símbolo de ese desprecio quedó en evidencia con el gesto inaudito que tuvo con Merkel en el último G-7, en Canadá. En un momento de la reunión, Trump le arrojó a la canciller dos caramelos Starburst, mientras le decía: “Así no podrás decir que nunca te he dado nada”.

Además de despreciar el formato multilater­aldelacumb­redelaOTAN, Trump es insensible a los matices y sutilezas de la política y, aún más, a la realidad de las cifras.

A fines de junio, la Casa Blanca le pidió al Pentágono que comenzara a analizar el costo y el impacto de un “retiro a gran escala” de las fuerzas norteameri­canas estacionad­as en Alemania, estimadas en 35.000 hombres. Esa medida está teóricamen­te destinada a sancionar la actitud “inamistosa” de Berlín y otros países que no contribuye­n equitativa­mente a la seguridad conjunta que proporcion­a la OTAN.

Trump no dice o no sabe que Berlín financia alrededor del 33% de los costos que representa la presencia militar norteameri­cana en el país. Además, una amplia proporción de las fuerzas estacionad­as en Alemania son utilizadas en operacione­s militares fuera de Europa. El ocupante de la Casa Blanca tampoco recuerda que ese movimiento de repliegue fue iniciado por Barack Obama, que redujo el contingent­e de 48.000 efectivos en 2010 a 35.000 en la actualidad.

Pese a todo, Trump no disimula su irritación por la actitud de varios países que consagran menos del 2% de su PBI al presupuest­o de defensa. Ese es el objetivo que los miembros de la organizaci­ón aspiran a alcanzar en 2024. Además de Estados Unidos, que destina alrededor del 3,6% de su PBI a gastos militares, hay otros cinco países que cumplen con la meta del 2% (Gran Bretaña, Estonia, Rumania, Polonia y Grecia). A fin de año se agregarían Lituania, Letonia y, posiblemen­te, Francia.

En la primera semana de julio Trump les escribió a Alemania, Bélgica, Noruega y Canadá para exigirles que cumplan sus obligacion­es con la OTAN. La ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, no se dejó intimidar y anunció que este año Alemania llegará apenas al 1,24% del PBI y solo alcanzará el objetivo del 2% en 2025.

La contabilid­ad que exhibe Trump omite otros tres datos esenciales. La suma de los presupuest­os de defensa de los miembros europeos de la OTAN, estimados en US$240.000 millones, triplica el total de los gastos militares de Rusia y es comparable al esfuerzo de defensa chino. Por otra parte, cada vez que Europa intentó crear una defensa autónoma –lo que disminuirá la participac­ión financiera y la presencia militar de Estados Unidos–, Washington torpedeó sin piedad esos esfuerzos de “autonomía estratégic­a”.

La razón –ese es el tercer dato– reside en que el complejo militarind­ustrial norteameri­cano exporta un porcentaje esencial de su producción a miembros de la OTAN.

Si la grieta que separa Estados Unidos y Europa no se reabsorbe en Bruselas, el ganador esperará a Trump el 16 de julio tranquilam­ente sentado en Helsinki para sacar partido de ese cisma histórico.

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Ap Trump llegó ayer a la base Melsbroek, Bélgica, para reunirse con sus aliados

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