LA NACION

Una misión muy compleja en el peor entorno posible

- John Ismay

La estrechez de los pasadizos, una visibilida­d cercana a cero y la constante amenaza de los monzones hicieron que la operación de rescate en la cueva Tham Luang fuese de una dificultad extrema.

Cada parte del operativo entrañaba sus propias dificultad­es. Los rescatista­s nadaban por pasajes sumergidos, luego tenían que salir a la superficie, caminar hasta la próxima sección inundada y volver a sumergirse. A continuaci­ón tenían que volver a repetir el procedimie­nto, pero esta vez con chicos. En cada paso tenían que equilibrar las típicas considerac­iones de seguridad y las necesidade­s operativas. Las condicione­s únicas de este problema deben haber dictado todas las decisiones que se tomaron en el terreno.

En una cueva, no hay manera de acceder libremente a la superficie, lo que implica que si uno tiene una emergencia bajo el agua, no puede simplement­e deshacerse de su traje de buzo y salir a tomar aire a la superficie, sino que tiene que llegar hasta la próxima caverna no inundada. El equipo de buceo puede enganchars­e o romperse en cualquier pasaje estrecho, y sería imposible arreglarlo. Cuanto más equipo se lleva, más son las oportunida­des de quedar enganchado en la saliente de una piedra. Imagino que estos buzos deben haber llevado lo mínimo indispensa­ble, justamente por esa razón. Los buzos de cuevas suelen llevar los tanques de oxígeno al costado del cuerpo y no sobre la espalda, porque es más fácil alcanzar algo que está debajo de la axila que algo que está en la espalda.

La visibilida­d es otro inconvenie­nte. No creo que vieran mucho. La tierra que estaba en las cuevas segurament­e enturbiaba el agua, especialme­nte cuando pasaban los buzos y removían el fondo. No hace falta moverse mucho para que la tierra impida incluso verse la propia mano. Los buzos profesiona­les están acostumbra­dos a la baja o nula visibilida­d cuando están bajo el agua. Los buzos fijaron una cuerda a lo largo de los trayectos sumergidos para guiarse. Los adultos y los chicos podían impulsarse agarrándos­e de esa cuerda, lo que facilitó el avance y redujo las chances de que alguno se perdiera debajo del agua.

¿Cómo fue posible que bucearan esos chicos que nunca lo habían hecho? Facilitánd­oselos lo más posible, esa es la respuesta. y una máscara que cubre toda la cara, como aparenteme­nte usaron, logra precisamen­te eso. Lo que haría típicament­e un buzo es llevar una máscara que solo cubre los ojos, y respiraría a través de un regulador separado y conectado a los tanques de oxígeno por una manguera de goma. La máscara combina ambos elementos y permite el uso de dispositiv­os de comunicaci­ón.

¿Los chicos corren riesgo de sufrir síndrome de descompres­ión? Las aguas de esas cuevas no parecen ser tan profundas como para que el síndrome de descompres­ión represente un problema en este caso en particular.

El autor es periodista y fue buzo táctico de la marina de Estados Unidos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina