LA NACION

El viaje de Gaël Faye: exilio, hip-hop y best seller

Su libro Pequeño país, que vendió 700.000 ejemplares en Francia, cuenta cómo se salvó de un genocidio; una confesión que anticiparo­n las letras de sus canciones

- Luisa Corradini CorrEsPoNs­aL EN FraNCia

París.– Con una humildad que parece su marca de fábrica, Gaël Faye es incapaz de decir si se considera mejor músico o escritor. En todo caso, poco después de haber comenzado una promisoria carrera de cantante y compositor de rap, la celebridad le cayó encima por un camino inesperado: su primer libro, Pequeño país, publicado en Francia en 2016, convirtió a ese hijo de Burundi en un best seller planetario.

Pequeño país (salamandra), que sale a la venta este mes en argentina, cuenta la historia de Gabriel, un niño franco-ruandés que crece en Bujumbura y verá cómo las tensiones políticas y el genocidio ruandés de 1993 dislocarán su vida, su grupo de amigos, su familia y su mundo, obligándol­o a exiliarse en Francia y dar la espalda a su infancia, maculada para siempre de sangre.

Una novela naturalmen­te inspirada en su propia experienci­a, aun cuando el relato no sea autobiográ­fico. Eso le permitió tomarse “imprescind­ibles libertades” narrativas. “Para mí era imposible escribir mi biografía. Por entonces yo tenía apenas 12 años y aquellos recuerdos han perdido nitidez con el tiempo, probableme­nte, después de un gran esfuerzo por olvidar. Todo lo que sucedió es demasiado duro como para asumirlo con mi propio nombre”, cuenta a la nacion, mientras bebe un té en un bar de París. Tan dura fue esa experienci­a que en casa de su madre, envueltos con cinta adhesiva, están desde entonces su diario íntimo y los poemas que escribía. “Y que nunca más volví a mirar”, confiesa.

Llegó a la cita hace un momento, confuso y excusándos­e por el atraso. se le fue el tiempo sin darse cuenta, cerrando las valijas de sus dos hijas pequeñas que parten hacia Kigali con su mujer, a pasar las vacaciones. Gaël Faye tiene 36 años y cara de niño. Nació en 1982, en Burundi, de padre francés y madre ruandesa. En 1995 llegó a Francia, escapando de la guerra civil y el genocidio de los tutsis en ruanda, país vecino a Burundi.

En su libro, sin embargo, los primeros años en su país natal y la precipitad­a partida a Francia no tienen nada de ficción. Fue en esa época de caos cuando el joven Gaël comenzó a llenar las páginas de aquel diario. “Era realmente la guerra. Yo escribía para escapar al miedo”, suele confesar.

Cuando llegó a París, sin su padre –que siguió viviendo en Burundi–, su madre lo esperaba en el aeropuerto. La familia se instaló en Versalles, donde descubrió el rap. Después vendrían una escuela de comercio y los estudios de Finanzas non-stop en la universida­d hasta la obtención de un máster 2. Más tarde Gaël atravesó el Canal de la Mancha y comenzó a trabajar en la City de Londres para un fondo de inversión.

Pero esa vida no duraría demasiado. “Todas las mañanas los mismos buenos días, a las mismas personas, en el mismo sitio / La rutina, lo cotidiano, recorrido fúnebre, camino de cruz…”, relata en una canción de su segundo álbum. El joven financista regresó a París, encontró un trabajo y retomó contacto con la gente del hip-hop. Con Edgar sekloka fundó el grupo Milk Coffee and sugar en 2007. ambos grabaron un primer álbum, que los convirtió en la revelación del festival de Bourges 2011, aunque estuvieron lejos de transforma­rse en éxito comercial.

Pero el opus y la calidad de la escritura encantaron. su primer álbum solista salió a la venta a comienzos de 2013: Pili-pili sobre una medialuna de manteca (el pili-pili es un pimiento rojo africano extremadam­ente fuerte). Gaël piensa que esa fue la obra fundadora que consiguió liberarlo.

“Es una canción muy autobiográ­fica. Una forma de explorar mi pasado”, reconoce. La cuestión ruandesa, es verdad, ya figura en ese álbum en una canción titulada “Pequeño país”. a su juicio, “Pilipili fue un etapa necesaria que le permitió hacer su catarsis. Una etapa casi terapéutic­a”, analiza.

En 2016 llegaron el libro y el éxito inesperado: Premio Fnac de novela; Premio Literario Los Laureles Verdes, categoría revelación; Premio Goncourt de los Estudiante­s; Premio Novela en Francés… En un mes y medio, los franceses compraron más de 700.000 ejemplares.

Desde entonces, Pequeño país fue traducido a 30 idiomas y Gaël Faye continuó una meteórica carrera en el mundo del rap. Este año ganó la Victoria de la Música como revelación 2018. En apenas dos años, su vida se ha transforma­do en una vorágine de giras, viajes de promoción, entrevista­s y solicitaci­ones. Demasiadas, a su juicio. Por eso decidió que a fin de año hará una pausa de 12 meses. “Para poder respirar y seguir creando. sobre todo, para escribir”, confiesa.

Pero ¿cómo explicar la fascinació­n que ese talento con cara de niño ejerce sobre sus seguidores? Eso no lo sabe o no lo quiere saber: “soy demasiado inseguro para pensar en términos de éxito”, asegura.

Para él, sin embargo, hay un objetivo fundamenta­l que persigue en todo lo que hace: “El respeto y la deferencia hacia los demás”, dice. En particular, hacia “todos aquellos que sobrevivie­ron a los peores horrores de la guerra y lograron conservar la dignidad”.

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Afp Faye escapó de la guerra civil en Ruanda y conquistó París

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