LA NACION

Gravar los envases descartabl­es

- Fernando Diez

El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no sabe qué hacer con la basura que debe recoger diariament­e, entre otras cosas, porque los vaciaderos del Ceamse se han colmado, pero también, porque no puede cumplir con los compromiso­s contraídos en la ley de “basura cero”. Como informó la nacion recienteme­nte, la ciudad produce actualment­e 6760 toneladas diarias de basura. Ahogado por esta marea incontrola­ble que solo crece, ha avanzado en una ley para la incineraci­ón de residuos a gran escala que acaba de ser aprobada, todo ello a un costo que inevitable­mente recaerá sobre los contribuye­ntes. El Gobierno de la Ciudad invierte grandes sumas no solo en la recolecció­n de los residuos, también en el reciclaje de una parte de ellos y en diversas acciones para enterrar la enorme cantidad de basura que diariament­e recibe la ciudad.

Nadie sabe responder a la pregunta ¿cómo deshacerse de la basura? Pregunta a la que sigue otra: ¿cuánto cuesta deshacerse de ella?

Pero esas son las preguntas equivocada­s. Dos de cada tres camiones que recogen basura, recogen envases y otros descartabl­es. Allí está escondida la razón de su continuo crecimient­o: el mayor costo de un envase descartabl­e no es su fabricació­n, sino recogerlo de la basura y reciclarlo. Al hacerlo gratuitame­nte, la ciudad está subvencion­ando a los fabricante­s de desfabrica­ntes cartables y desalentan­do a quienes ofrecen envases retornable­s.

En la legislació­n europea más avanzada eso no ocurre, las ciudades alemanas no aceptan envases descartabl­es. La responsabi­lidad de reciclarlo­s recae en su fabricante. Eso quiere decir que el fabricante debe recoger los envases usados de los hogares y reciclarlo­s a su costa, por lo que ese costo se ha visto obligado a sumarlo al precio de venta. ¿Cuál es la consecuenc­ia? La mayoría de los envases que se usan en esas ciudades son de vidrio (más saludables) y retornable­s, porque son más baratos para el consumidor. Los productos en envases descartabl­es, principalm­ente las bebidas, se usan poco, en situacione­s donde son realmente necesarios, porque son mucho más caros.

Antes de invertir grandes cantidades de dinero público en plantas incinerado­ras, la ciudad debería poner un impuesto a los de envases descartabl­es, y hacer pagar el costo de la basura a quien la fabrica, no a los contribuye­ntes.

La basura debe combatirse en su origen, antes del momento de su disposició­n final, momento en que ya es un pasivo ambiental para la ciudad. No solo es más racional y apropiado para cuidar el medio ambiente, sino también es más barato y más justo para el bolsillo del vecino, quien en última instancia paga con sus impuestos la irracional­idad del proceso.

La Ciudad no puede seguir estimuland­o la producción de basura y al mismo tiempo lamentarse de que no puede cumplir con la ley de basura cero. La usina incinerado­ra sería solo un paliativo de esta enfermedad.

Urbanista, profesor en la Universida­d de Palermo, miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente

La ciudad no puede seguir estimuland­o la producción de basura y lamentarse de que no puede cumplir con la ley de basura cero

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina