LA NACION

Harry Kupfer. “Wagner no tiene vigencia; es atemporal”

El régisseur explica la puesta de Tristán e Isolda que hoy llega al Colón

- Textos Virginia Chacon Dorr

Uno de los desafíos más grandes para los artistas, ya sea desde la interpreta­ción o desde la dirección, es poner en escena una obra de Richard Wagner. Para lograr exitosamen­te tamaña tarea, es necesario entender íntimament­e la concepción estética del compositor. El director de ópera alemán Harry Kupfer formó una sociedad extensa y productiva con Daniel Barenboim. Ambos dirigirán, uno en escena y otro en música, Tristán e Isolda en el Teatro Colón, una producción de la Staatsoper de Berlín con la participac­ión de la Orquesta Staatskape­lle de Berlín.

–¿Cómo describirí­a su relación con Barenboim a la hora de realizar una obra?

–Con Barenboim se da el caso ideal para llevar a escena una obra como la de Wagner. Voy a describir mejor nuestra relación con un ejemplo sobre El anillo del Nibelungo, la primera obra que hicimos juntos en Bayreuth. Trabajamos con bastante tiempo de anticipaci­ón, yo le entregué bocetos sobre el concepto escénico y luego comenzamos a buscar juntos el concepto artístico total. Partí de una idea pesimista, relacionad­a con el desastre de Chernobyl, que me hizo reflexiona­r especialme­nte sobre la situación del ser humano cuando se encuentra con un mundo en peligro. En ese proyecto Daniel estuvo en todos los ensayos escénicos, lo que generó una gran oportunida­d para trabajar juntos: cada uno sabía lo que quería tanto desde el punto de vista escénico como desde el musical, y nos proponíamo­s nuevas ideas. Llevamos treinta años trabajando juntos y entendemos sin palabras lo que queremos y necesitamo­s.

–Barenboim conoce muy bien el teatro desde lo técnico y desde lo musical. ¿Cómo fue para usted trabajar técnicamen­te en el Teatro Colón?

–Debo reconocer y felicitar el trabajo del equipo técnico del Teatro Colón porque lograron llevar adelante la construcci­ón escénica de manera impecable. El escenario tiene como eje central un ángel de grandes dimensione­s, cuyo armado y transporte es realmente muy complejo. También lo es que gire correctame­nte, que se mueva con precisión. Que todos los elementos técnicos del escenario funcionen de forma precisa es un enorme trabajo, y hasta el momento ha salido todo muy bien.

–La obra de Wagner es muy densa en cantidad de informació­n. ¿Cómo logra balancear el trabajo sobre el escenario con la música y el texto?

–No es necesario buscar un balance dentro de la obra de Wagner, porque es en sí toda una unidad. Wagner afirma que la música es un medio para poder expresar el drama, absolutame­nte todo lo que ocurre en la orquesta está relacionad­o con lo que ocurre en el escenario, con el comportami­ento y la relación de los personajes. Esta relación no es paralela, sino contrapunt­ística, por ejemplo, cuando un personaje se dice algo, la orquesta puede decir: “¡Ojo, que este hombre está mintiendo!”. El texto solo, sin su vinculació­n con la música, no dice demasiado, realmente la orquesta lo expresa todo.

–¿Qué tipo de experienci­a considera que propone Wagner en sus obras?

–La primera intención de Wagner no es apelar al entendimie­nto intelectua­l racional, sino a la experienci­a de lo que inmediatam­ente se siente al enfrentars­e con la obra de arte total.

–Es una experienci­a muy intensa la que describe. ¿Recuerda alguna vez haberla sentido en una obra?

–Por supuesto. A los dieciséis años viví mi primera gran experienci­a en el teatro con Tristán. ¡Salí como borracho del teatro! (risas). Crucé las calles de Bayreuth entre los autos, en esa especie de ensoñación. Tiempo después, recordando el efecto que esa obra tuvo en mí, obtuve mi diploma con un análisis nota por nota de Tristán e Isolda. Entonces entendí intelectua­lmente lo que había sentido aquella vez cuando tenía dieciséis años; lo que experiment­é originalme­nte fue lo que Wagner quiso que efectivame­nte ocurriera con el público.

–¿Cree que la vigencia de Wagner tiene algo que ver con ese tipo de experienci­a?

–Wagner no tiene vigencia: es atemporal. Sus obras pudieron haber sido contextual­izadas en una época particular, pero sus problemáti­cas pueden ser extrapolad­as a cualquier momento de la historia, porque ponen en juego cuestiones esenciales del ser humano.

Tristán e Isolda Dirección musical: Daniel Barenboim. Dirección de escena: Harry Kupfer. Hoy, a las 18. Sábado 14, miércoles 18 y domingo 22

 ??  ?? Kupfer, el colaborado­r ideal de Daniel Barenboim
Kupfer, el colaborado­r ideal de Daniel Barenboim

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina