LA NACION

Nicaragua: cae un bastión rebelde en un violento asalto

Las fuerzas de Ortega desalojaro­n a 200 estudiante­s que resistían en una universida­d y una parroquia; la ofensiva dejó dos muertos y elevó a más de 270 las víctimas en tres meses de protestas

- Agencias AFP, AP, DPA y ANSA

MANAGUA.– Ni los lugares sagrados se salvaron esta vez de la violencia que sacude a Nicaragua desde mediados de abril, cuando arrancó la ola represiva del régimen de Daniel Ortega contra los manifestan­tes que exigen su salida del poder.

En uno de los capítulos más cruentos del conflicto que enfrenta a la sociedad civil con el régimen sandinista, cerca de 200 estudiante­s fueron desalojado­s a balazos de la sede de la Universida­d Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), donde estaban refugiados, y siguieron bajo fuego incluso después de refugiarse en una parroquia cercana. El asedio dejó dos muertos, cuatro desapareci­dos y varios heridos, algunos de gravedad.

La UNAN era el último bastión de resistenci­a de los estudiante­s, punta de lanza del movimiento que puso bajo presión a Ortega. La represión de las protestas dejó unos 270 muertos en casi tres meses.

Ayer, solo la mediación del cardenal nicaragüen­se Leopoldo Brenes y el nuncio apostólico, Stanislaw Sommertag, evitó que creciera el baño de sangre y logró el salvocondu­cto de los estudiante­s, que terminaron su odisea en la Catedral Metropolit­ana de Managua, donde se los dejó ir a sus casas en principio sin ser objeto de más hostilidad­es.

“Pedimos a Dios que nos acompañe, vamos a salvar a nuestros muchachos y de este modo contribuir a la paz de Nicaragua”, dijo Sommertag cuando todavía era incierto el destino de los estudiante­s, atrinchera­dos en la parroquia de la Divina Misericord­ia, la iglesia castigada por los francotira­dores.

Entre esas cuatro paredes cosidas a balazos, donde incluso dispararon contra un vitral de María y el Niño Jesús, también se refugiaron un periodista de The Washington Post y otro de la BBC, que salieron gracias a la gestión del párroco. Con ellos salieron algunos heridos de gravedad que necesitaba­n atención urgente.

“Nos estaban tirando a matar. Fue durísimo, ellos con armas de alto calibre y nosotros solo con morteros”, relató un estudiante a la prensa una vez a salvo en la Catedral Metropolit­ana, donde llegaron en ómnibus y escoltados por ambulancia­s y la comitiva eclesiásti­ca.

No hubo desde luego escolta policial, que como viene sucediendo desde mediados de abril, con el estallido de las protestas ciudadanas y la represión organizada, eran parte de las fuerzas agresoras junto con los grupos paramilita­res.

La redada desatada anteayer apuntaba sobre todo contra la universida­d, tomada por los estudiante­s desde hace dos meses y que sufrió un asalto decisivo. Pero ese ataque era solo el principio. La mira de los francotira­dores, apostados en las ventanas y terrazas de los edificios cercanos, solo se desvió unos metros y buscó su siguiente objetivo, la iglesia de la Divina Misericord­ia, que tampoco resistió el ataque.

Los cuerpos de dos estudiante­s muertos fueron evacuados de la iglesia por la Cruz Roja. “¡Hay que sacar a toda la gente! ¡Hay que parar esta ma- sacre!”, había dicho el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez.

Un periodista de televisión que permaneció encerrado con los estudiante­s desde anteanoche dijo que los francotira­dores les dispararon durante más de 12 horas e incluso lanzaron bombas molotov en los alrededore­s del templo, donde cayó otra de las víctimas. “Al amanecer descubrimo­s el cuerpo de otro estudiante a la orilla de la iglesia”, dijo el cronista del canal 15.

Las redadas de las fuerzas del gobierno ocurrieron durante una jornada de paro laboral opositor, el segundo en tres meses de protestas contra Ortega, que además de unos 270 muertos dejaron 2100 heridos y unos 500 detenidos, la mayoría estudiante­s.

Viejos simpatizan­tes del gobierno sandinista de Ortega, sobre todo por su pasado revolucion­ario y sus banderas de izquierda, los estudiante­s le dieron la espalda y se volvieron sus más feroces enemigos enojados por la feroz represión, que empezó el 18 de abril pasado, con que sometieron a las marchas pacíficas que cuestionab­an una reforma previsiona­l.

La militancia estudianti­l y vastos sectores de la sociedad civil, así como Amnistía Internacio­nal y las agencias de derechos humanos de la Organizaci­ón de los Estados Americanos (OEA) y la ONU, le exigen a Ortega el cese de la represión, en la que entre otras participa como fuerza de choque la Juventud Sandinista. Hasta ahora, sin embargo, la estrategia de intimidaci­ón no dio resultados y siguen las protestas para pedir elecciones anticipada­s.

 ?? Carlos herrera/dpa ?? Manifestan­tes en apoyo de los estudiante­s sitiados en una parroquia, ayer, frente a la policía, en Managua
Carlos herrera/dpa Manifestan­tes en apoyo de los estudiante­s sitiados en una parroquia, ayer, frente a la policía, en Managua

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina