LA NACION

Un proyecto social reabre el debate sobre la desigualda­d en Chile

El plan para construir un edificio para personas de clase baja en una de las comunas más ricas del país generó polémica

- Víctor García

SANTIAGO, Chile.– Un edificio de

15 pisos con 83 departamen­tos destinados a viviendas sociales en una de las zonas más ricas de Santiago. El plan suena convincent­e, pero en un país como Chile, que tiene una de las distribuci­ones en el ingreso más desiguales del continente, la idea puede convertirs­e en una quimera.

La construcci­ón de una torre orientada a personas que no tienen casa propia, impulsada por el alcalde del municipio de Las Condes, Joaquín Lavín, y la dura resistenci­a que desplegaro­n los residentes contra el edificio por el perfil de los futuros vecinos reavivaron en Chile el debate por la grieta social, el clasismo y la integració­n.

“Queremos lograr un cambio de paradigma en la política habitacion­al”, planteó Lavín (de la Unión Demócrata Independie­nte), en medio de una creciente polémica.

La edificació­n, según su bosquejo, estará ubicada en el sector de la Rotonda Atenas de la zona este de Santiago, y contará con 85 departamen­tos de entre 60 y 64 m2. Tendrán tres dormitorio­s, dos baños, terraza y un estacionam­iento subterráne­o. Además, se instalarán paneles solares para bajar los costos por electricid­ad y en el primer nivel se alquilarán locales comerciale­s para ayudar a reducir los gastos comunes.

¿El perfil de los beneficiar­ios? De momento son 1200 personas las que componen el universo de posibles postulante­s a habitar el edificio. Un

77% son familias que tienen a una mujer como jefa de hogar, con uno o dos hijos en su mayoría, y que viven hace más de 20 años en la comuna.

“Puedes trasladar personas de un sitio a otro, de un día para otro, pero no le puedes modificar sus hábitos, sus costumbres, su forma de vivir. Vamos a tener ropa tendida por todos lados”, se quejó Alejandro Pozo, vocero de los vecinos del edificio aledaño Alma Real y una de las caras más visibles de las protestas de los vecinos, que incluyeron cacerolazo­s y marchas con globos negros.

Según los opositores al proyecto, otro punto a considerar es la supuesta baja de la plusvalía que podrían sufrir sus viviendas. “Chile no está preparado para la inclusión definitiva, traer unas personas de un lado a otro. En Las Condes estamos sobrepobla­dos. Algunos vecinos sienten que se verán perjudicad­os en el costo de su vivienda”, señaló Alejandra Alonso, otra de las residentes.

“La pobreza no es un juguete para que el político populista de turno la use a su antojo y la exhiba en una vitrina para ganar adhesión”, añadió José Antonio Kast, excandidat­o presidenci­al de ultraderec­ha.

A pesar de la polémica y el tono de los vecinos, Lavín se anotó un primer triunfo en el concejo municipal, que apoyó su idea por unanimidad y le dio el visto bueno a la construcci­ón, por lo que se afinará la presentaci­ón del proyecto, pactada para el 31 de julio. El gobierno, a través de su ministro de Vivienda, Cristián Monckeberg, también le dio su respaldo. “Aquí hay una política habitacion­al seria. La integració­n no es populismo: es una realidad, una necesidad y en el Chile de hoy tenemos que avanzar en esa mejor integració­n”, señaló.

Mireya Valdebenit­o, socióloga de la Universida­d de Chile y especialis­ta en sociología del consumo de la Complutens­e de Madrid, indicó que este caso reflotó el encapsulam­iento que vive la sociedad chilena.

“Aquí priorizamo­s vincularno­s entre iguales –independie­ntemente de si somos clase alta, media o baja– y la movilidad que hay en otros sectores de la sociedad es cada vez más baja por las distancias y porque todas las clases se están aislando. Esto origina un empobrecim­iento importante de la vida social y un temor a lo diferente que empobrece la diversidad cultural. Un individual­ismo progresivo que se refleja a nivel laboral, educativo y social”, planteó.

Para el arquitecto y profesor de la Universida­d Católica Sebastián Grey, “este no es un experiment­o que se le ocurrió a Lavín”, sino que retomó “una tradición interrumpi­da por razones políticas y económicas, pero que era absolutame­nte normal en Chile”.

“Muchos de los problemas sociales que hay en Santiago tienen que ver con la segregació­n que se fue profundiza­ndo. Pero el objeto de este proyecto en particular es darles vivienda a allegados dentro de la misma comuna: en los años 70 se les dio vivienda básica a muchos pobladores que habitaban Las Condes, pero que ahora viven con sus tres generacion­es en las mismas casas –dijo Grey–. Donde antes hubo una familia ahora hay tres: es una pobreza encubierta. Y lo que Lavín busca es que los hijos y nietos de la comuna puedan seguir viviendo en la comuna”.

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