LA NACION

Mario Serrafero

Investigad­or, docente y agudo analista de las institucio­nes

- José Claudio Escribano

No es común en la Argentina una carrera en Ciencia Política concentrad­a en la pura investigac­ión y la docencia como la que desarrolló Mario Serrafero, fallecido esta semana a los 63 años, mientras escribía un comentario a un fallo de la Cámara Nacional Electoral. Su condición de abogado que egresó de la Universida­d de Buenos Aires había sido apenas el piso de estudios jurídicos e institucio­nales sobre los que edificó una personalid­ad intelectua­l reconocida en múltiples ámbitos del país y el exterior, desde la Fundación Ortega y Gasset a la Universida­d de Cambridge.

Después de obtener el doctorado en Ciencia Política y Sociología en la Universida­d Complutens­e de Madrid y en Derecho Público de la UBA, Serrafero impartió cátedra en el Eseade y en las universida­des de Belgrano y Palermo, y fue decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universida­d Argentina de la Empresa (UADE). Llegó a ser investigad­or principal del Conicet e hizo tiempo, en medio de la diversidad de temas que suscitaban su curiosidad inagotable, para licenciars­e en Psicología.

La Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas lo había incorporad­o en 2005 como miembro de número. Para los estándares académicos, una recepción de esa naturaleza con apenas 50 años de edad, como ocurrió en su caso, constituye un hecho poco usual, y de por sí admirativo. Fenómenos como ese infunden, es oportuno señalarlo, reflexione­s sobre la necesidad de que las corporacio­nes académicas atiendan por igual en su balanza la consagraci­ón de trayectori­as y la madurez larga en experienci­as en ciencias y humanidade­s, por un lado, y la vitalidad y compenetra­ción, por otro lado, con las visiones de rigurosa contempora­neidad y prospecció­n. Esto último lo aseguran, más que otros, quienes se encuentran por su relativa juventud en la plenitud de la fecundidad creativa. Por la convergenc­ia efectiva de tal conjunto de valores las academias se afirmarán socialment­e aún más como cuerpos vivos e influyente­s.

Que aquello es posible lo testimonió Serrafero por la simpatía y circunspec­ción con las que sus pares académicos tomaban habitualme­nte nota de ponencias de su versación. En los últimos tiempos había procurado profundiza­r sus estudios sobre el populismo y otras categorías deformador­as de la democracia. Una de sus obras queda como catálogo sugerente de tantas desviacion­es: “Exceptocra­cia”.

Su salud se hallaba deteriorad­a desde hacía un tiempo, pero no era este asunto que figurara en las conversaci­ones contenidas de un hombre más bien ensimismad­o y discreto, sin falsa modestia. Lo recordamos por sus publicacio­nes periodísti­cas, tanto en como la nacion en Clarín, y entre ellas, por una observació­n que hizo tan pronto se conocieron los resultados electorale­s de 2017. Pareciera que ese comentario mantiene alguna frescura en relación conjetural con lo que podría decirse sobre los comicios generales del año próximo: no hubo mejora económica o reducción de la pobreza en términos que expliquen el triunfo de Macri, un año atrás; sí, que este se plantó ante el electorado con una idea superadora del período kirchneris­ta, entendido como pasado inficionad­o por el óxido. ¿Alcanzará tal sesgo a Macri, una vez más?

Mario Serrafero había nacido en Buenosaire­s,el13demayo­de1955.

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