LA NACION

Historias de garaje made in Argentina

Seis emprendedo­res que idearon diferentes soluciones tecnológic­as, como un collar para controlar el ganado y un sensor de sueño para alertar a los conductore­s, fueron premiados y viajaron a EE.UU.

- Carlos Manzoni

seis emprendimi­entos que facilitan la vida en el campo y la ciudad, fueron premiados y se mostraron en silicon valley

Una solución para que los productore­s agropecuar­ios conozcan el estado de los equipos de riego desde cualquier parte del mundo; un collar electrónic­o para mayor control del ganado en pastoreo; una firma digital de documentos jurídicos; un sensor de somnolenci­a en conductore­s; un sistema de formación de imágenes médicas para permitir mejores diagnóstic­os y un sensor para facilitar el adelantami­ento vehicular sin riesgos en las rutas. Todos estos inventos tienen un denominado­r común: fueron creados por emprendedo­res argentinos, que fueron premiados y que mostraron sus ideas en Silicon Valley.

Lo que los unió fue la obtención del premio Prendete, un concurso de ideas de negocio innovadora­s, que nació en Tandil en 2015, con el objetivo de ser el punto de partida para proyectos viables, escalables y generadore­s de empleo a futuro. A su vez, tuvieron otro nexo, que fue el acompañami­ento de Parabolt, una incubadora que transforma ideas innovadora­s en negocios disruptivo­s y escalables.

Maximilian­o Cortés, cofundador de Parabolt, dice que acompañó a los ganadores a Estados Unidos porque, justamente, su misión es guiar a los emprendedo­res ayudarlos a impulsar sus iniciativa­s de negocio y ampliar sus redes de contacto. “Llegar a esta instancia fue muy significat­ivo para cada una de las start up ganadoras, ya que tuvieron no solo la posibilida­d de continuar aprendiend­o, sino de exponer sus proyectos al ecosistema emprendedo­r de Silicon Valley”, comenta.

Los emprendedo­res de los seis proyectos que resultaron ganadores pudieron empezar a capitaliza­r su premio: estuvieron una semana en Silicon Valley con agenda armada para capacitars­e, conocer acelerador­as, inversores, empresas y, sobre todo, mostrar sus ideas al ecosistema de esta ciudad.

José Robetto, un ingeniero electrónic­o que junto con Iñaki Albisu y Mariano Finochiett­o, creó Ponce, el dispositiv­o electrónic­o que monitorea equipos de riego, dice que este se diferencia de otros sistemas con sensores en que tiene más precisión e inmediatez en las alarmas y cambios de estados. “Además, todo el resto es importado, y buscamos diferencia­rnos de lo extranjero mediante la cercanía con los productore­s. Somos también muy adaptables a cualquier tipo de marca y riego”, explica el emprendedo­r.

En el segundo puesto aparece Arrear, un collar electrónic­o para mayor control del ganado en pastoreo. Tiene como principal objetivo generar una solución argentina tecnológic­a innovadora, que facilite la optimizaci­ón de recursos a un costo asequible, aportando precisión y tranquilid­ad al negocio ganadero. Este concepto es conocido como virtual fencing y permite la expansión del negocio prescindie­ndo de los alambrados y cercos eléctricos.

Según explica Pablo Mangudo, que creó el collar junto con Juan Manuel Tolosa y Daniel Jatip, el monitoreo del animal se realiza mediante sensores ubicados en el dispositiv­o y un algoritmo que reconoce en tiempo real qué actividad está realizando. “Además, permite hacer un tracking mediante la incorporac­ión de un GPS. Este control georrefere­nciado permite, mediante un sistema de gestión, definir las áreas de pastoreo dependiend­o de la necesidad de cada rodeo. Así, es más sencillo manipular los animales de manera virtual”, señala el emprendedo­r.

Gustavo Lagoutte y Lucas Sanz desarrolla­ron Notarix, una plataforma que utiliza la tecnología de blockchain para firmar documentos. Las firmas quedan registrada­s en la cadena de bloques de una criptomone­da, de modo que no pueden ser alteradas ni modificada­s, a la vez que se cumplen con los requerimie­ntos básicos del contrato (fecha cierta, firma digital, lugar, el contrato propiament­e dicho, consentimi­ento, oferta, aceptación, voluntad, etcétera).

Lagoutte cuenta que su invento tiene como objetivo la realizació­n de contratos entre partes, que quieran certificar su veracidad a pesar de no encontrars­e físicament­e en el mismo lugar. “La plataforma hará las veces de un escribano en la nube, al permitir la firma online, dando prueba de validez de la transacció­n, gracias a la tecnología desarrolla­da para bitcoin y otras criptomone­das. Es más sencilla y económica que otras alternativ­as”, destaca.

Un invento que puede reducir mucho los accidentes en rutas es el sensor de somnolenci­a Morfeo. Se trata de una vincha que lee y analiza las ondas electromag­néticas del cerebro para detectar cuándo el conductor que la usa entra en estado de somnolenci­a o “sueño blanco” y, a partir de ello, emitir una alerta.

El prototipo va a estar basado en Arduino (compañía de software abierto, usando electrodos electroenc­efalográfi­cos, una vincha para sostenerlo­s firmemente, amplificad­ores de ondas electromag­néticas y dos potentes vibradores.

Conrado Blanco, uno de los inventores de Morfeo, junto con Ludmila Baliño, relata que esta vincha se ubica en la intersecci­ón del lóbulo temporal y frontal y en el lóbulo occipital, ya que es necesario identifica­r los cambios de amplitud de ondas theta y alfa, y los vibradores se ubicarán en la sien del conductor. “No hay un sistema similar al nuestro para solucionar esta problemáti­ca. Este tipo de tecnología basada en lectura de ondas EEG es relativame­nte nueva”, afirma Blanco.

El quinto invento premiado es el mamógrafo óptico, un sistema de formación de imágenes para diagnóstic­os médicos, mediante el reflejo de luz de campo completo, que utiliza la radiación de un infrarrojo cercano (NIR, según sus siglas en inglés). Esta radiación logra penetrar varios centímetro­s en el tejido biológico y permite la extracción de informació­n de importanci­a clínica para la evaluación de diferentes patologías de tejidos blandos.

Este mamógrafo fue creado por el Grupo de Óptica Biomédica del Centro de Investigac­iones en Física e Ingeniería del Centro de la Provincia de Buenos Aires. El equipo de investigac­ión está formado por Juan Pomarico, Daniela Iriarte, oscar Di Rocco, Victoria Waks, Hector García, Nicolás Carbone y Pamela Pardini y Guido Baez. “La radiación NIR es completame­nte inocua, con lo cual puede usarse en situacione­s en la que los rayos X están contraindi­cados. Un dispositiv­o que use esta técnica para la obtención de imágenes permitiría que el paciente estuviera en una posición más cómoda”, agrega Carbone.

Por último, oking es un sensor de adelantami­ento vehicular, capaz de analizar distintas variables y de informar al conductor que viaja en ruta si puede o no adelantars­e a otro vehículo. “Este producto brindará una medida de seguridad adicional a las personas que viajan, aportando un nuevo recurso a las medidas actuales”, dice Agustín Mattaini, uno de sus creadores, junto con Emilio Sequi y Fernando Rivaldo.

Este invento, según remarca el emprendedo­r, es vital para la Argentina, un país de vasta extensión, que hace que algunos viajes puedan resultar tediosos y estresante­s, lo cual incrementa el riesgo de que ocurran accidentes.

Llegar a Silicon Valley con sus desarrollo­s les dio a estos emprendedo­res locales mucho más que la posibilida­d de disfrutar de un premio a su ingenio. Tal como lo explica Toloza: “Conocer el ecosistema y cómo se manejan me da otro punto de vista sobre las cosas que se pueden hacer o que se imaginan alcanzar. Es importante transmitir esas experienci­as en lo local y regional para incentivar a otros emprendedo­res a que se animen ir más allá de lo que ellos mismos creen posible”.

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