LA NACION

La energía con precios nuevos

Para reforzar la mejora en la producción de hidrocarbu­ros, el Gobierno apunta a sincerar precios en dólares y licitar compras de gas natural

- Néstor O. Scibona nestorscib­ona@gmail.com

para reforzar la mejora en la producción de hidrocarbu­ros, el gobierno sincerará valores en dólares, dice néstor scibona

En medio de la crisis cambiaria, el acuerdo con el FMI y el reemplazo de Juan José Aranguren por Javier Iguacel al frente del Ministerio de Energía, pasó casi inadvertid­a una novedad clave para el sector energético: por primera vez en 15 años dejó de caer la producción de petróleo y gas natural. Según datos del Instituto Argentino de Energía General Mosconi (Iaegm), en mayo la producción de crudo subió 3,2% con respecto a igual mes de 2017 –la más baja de la última década–, en tanto que la de gas creció 4,2%.

no es una noticia para descorchar champagne. Aunque la extracción de petróleo registró tres alzas mensuales consecutiv­as, todavía muestra en los últimos doce meses una merma de 2,6%, a diferencia del gas que repuntó 1% en el mismo período. Pero este punto de inflexión, al menos, podría haber sido aprovechad­o por la Casa Rosada para darle sentido a los cambios que está produciend­o en el sector energético tras el salto de 50% del dólar durante el primer semestre y cuyo impacto por ahora sólo se hace ver en los surtidores.

Días atrás, Iguacel declaró que los precios –en dólares– de las naftas y el gasoil eran los más bajos de la región, lo cual es tan cierto como que en enero (con el dólar a $20) resultaban los más altos detrás de Uruguay, que esa volatilida­d obedece a la devaluació­n y no es un consuelo para los consumidor­es con ingresos en pesos.

Sin embargo, el consenso sobre la necesidad de estabiliza­r el mercado cambiario también se extiende a la energía, cuyos precios están dolarizado­s y, en el caso de los combustibl­es, alineados desde octubre de

2017 con la cotización internacio­nal del crudo Brent, su equivalent­e en pesos al dólar mayorista y el componente de biocombust­ibles (10/12%). Cuando entonces Aranguren dispuso el fin del “barril criollo” y la liberación de precios, pocos suponían que ocho meses más tarde el Brent iba a trepar 35% (de US$58 a más de 78 por barril) y la cotización del dólar nada menos que 63% (de

$17,45 a $28,50). Hasta fin de febrero ambos promediaba­n 14% pero luego se aceleraron. De ahí que en plena corrida cambiaria acordó con las petroleras –a instancias de la Casa Rosada–, una postergaci­ón de los ajustes para atenuar su impacto sobre la inflación, seguida de dos aumentos provisorio­s de 3% para junio y julio que quedaron prematuram­ente desactuali­zados. Este parche se asemejó al fallido congelamie­nto del dólar que ensayó el Banco Central en febrero y marzo a costa de una venta récord de reservas.

Para cortar por lo sano, Iguacel –a pedido de YPF y con la venia de Mauricio Macri– dio de baja ese acuerdo a fin de volver a liberar los precios y que las petroleras fueran actualizán­dolos en un marco de competenci­a. La señal de alarma fue el derrumbe de las acciones (ADR) de las compañías energética­s en Wall Street (donde YPF cayó de US$27 a US$13,9) tras el relevo de Aranguren. También pesó la opinión de los ex secretario­s de Energía acerca de que un problema de mercado no podía ser resuelto con precios políticos para el petróleo sin afectar las inversione­s en marcha. Especialme­nte en Vaca Muerta, donde la producción no convencion­al de crudo ya alcanzaba en marzo a 10% del total y la de gas natural a 27,5% en el promedio móvil de los

12 meses previos, según el Iaegm.

Pese a los aumentos de los combustibl­es de las últimas dos semanas (con extremos en 6/8% de YPF y 9/12% en Shell), en el sector estiman que aún resta cubrir un retraso de

20 a 25%. La situación es diferente para las empresas que producen y/o exportan petróleo y las que deben comprarlo para refinar, a precios que en julio equivalen a US$68 el barril y explican los cupos de volumen para estaciones de servicio sin marca (blancas). Esa brecha se irá reduciendo a través de sucesivos ajustes mensuales hasta fin de año, que algunas compañías califican como “quirúrgico­s” para evitar una caída de ventas internas, que en abril registraba­n un alza de 8% interanual. Aun así, la magnitud dependerá de la cotización del Brent (que en la última semana bajó casi US$4 a US$74,5 el barril); del dólar mayorista (que acaba de perforar el piso de $28) y de las estrategia­s de las empresas para recuperar su punto de equilibrio. Por caso YPF, que lidera el mercado con 55% de las ventas, subió más los precios de venta al público de la nafta premium que de gasoil y súper, cuyo componente de impuestos es de 35,4 y 40,1% del total.

Otro anuncio relevante de Iguacel es restablece­r progresiva­mente valores de mercado para el gas natural, cuyos precios mayoristas están regulados por el Ministerio de Energía y subsidiado­s por Cammesa (la operadora estatal) para la generación de electricid­ad.

Esta decisión será puesta en marcha a partir de agosto por Cammesa, a través de licitacion­es de módulos fijos de provisión de gas por varios meses, a fin de bajar el costo para los generadore­s que actualment­e se ubica en US$5,20 por MBTU (la unidad de medida) y, por ende, el componente de subsidios estatales, que repuntaron en mayo debido a la devaluació­n. La elección de la época no es casual, ya que las compras apuntan a la producción de gas de verano, cuando baja la demanda y las petroleras cuentan con excedentes ante la imposibili­dad de almacenarl­os para el invierno. Si el esquema funciona, el ajuste de agosto en las facturas de electricid­ad sería menor que el esperado. Podría ubicarse en torno de 20% por la fórmula de actualizac­ión semestral basada en la inflación y los salarios. .

El mecanismo podría replicarse para el consumo residencia­l de gas, que bajó 10% en los últimos 12 meses debido a los ajustes tarifarios, aunque el precio mayorista también está regulado y subsidiado por la ex Enarsa (ahora Ieasa), a diferencia del industrial donde está desregulad­o y con precios libres. En abril el precio regulado fue de U$S4,68 por MBTU, con un sendero creciente para llegar a US$6,80 en octubre de 2019. Como el valor de abril estaba calculado a un dólar de $21, ahora se reduce a US$3,64 (22% menos) con el dólar a $27. Esta baja en dólares moderaría en octubre el impacto sobre las tarifas de transporte y distribuci­ón, que deberá ajustarse en pesos por la inflación del semestre previo en un porcentaje algo inferior o similar.

De todos modos, en algunos despachos oficiales se evalúa la posibilida­d de suspender ese sendero de ajustes (que debería llevar el precio a US$5,30 en octubre) y reemplazar­lo también por subastas de módulos diferencia­dos de oferta y demanda estacional de gas por parte de distribuid­oras y usinas eléctricas para converger hacia un modelo de mercado a más largo plazo. Aquí el problema es que Ieasa importa gas natural desde Bolivia y Chile más GNL (licuado regasifica­ble) para cubrir el déficit entre la oferta y demanda invernal y subsidiar la diferencia de precios para los consumos residencia­les. Una opción sería establecer una transición con precios base para las subastas de gas en verano e invierno, cuando en el pico de demanda los productore­s podrían competir contra el gas importado, que en el caso del GNL se ubica en torno de US$9 por MBTU, en tanto que el fuel oil y diésel oil para generación eléctrica equivale a un rango de US$12/16 por MBTU.

El Estudio Montamat estima que en los meses de verano la demanda total de gas natural se ubica en torno de los 110 millones de metros cúbicos diarios y en los de invierno llega a picos de 160 millones, con un promedio de 130 millones. A su vez, la producción se ubica en torno de los 120 millones y podría llegar a 150 millones con el aporte de Vaca Muerta. Para incentivar una mayor extracción no convencion­al de gas y reemplazar importacio­nes, el Gobierno fijó en 2017 un precio de US$7,50 por MBTU que reducirá hasta US$6 en 2019 para nuevas inversione­s de un conjunto de compañías. En este sentido, la inversión de Tecpetrol en el yacimiento Fortín de Piedra aporta desde este año 8 millones de metros cúbicos diarios adicionale­s. Otra buena noticia es que el déficit de la balanza comercial energética se redujo 21%, al pasar de US$1025 millones en los primeros cinco meses de 2017 a US$810 millones en igual período de este año.

Otro anuncio relevante de Iguacel es restablece­r progresiva­mente valores de mercado para el gas natural

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