LA NACION

Nuevo dólar, altas tasas y tarifas: cómo transitan las pymes el actual escenario

La caída de la actividad económica y la persistenc­ia de una elevada carga fiscal marcarán al sector en los próximos meses; desde las firmas y desde el Gobierno admiten reduccione­s en las horas de trabajo; las medidas oficiales previstas

- David Feliba

Buscar la cuadratura del círculo pyme o resolver el rompecabez­as que les presentará a las pequeñas y medianas empresas en los próximos meses. Estos actores de la economía deberán navegar en un escenario de caída de la actividad con el peso de una importante carga fiscal sobre sus hombros y con un incremento notorio en los costos –por las tarifas de servicios públicos y por los efectos de la suba del dólar en el valor de los insumos– que resulta difícil de trasladar al precio final. Hoy sufre el margen empresario, y el entorno de altas tasas de interés complejiza el financiami­ento a precios “razonables” o pagables para el promedio de las firmas.

Buena parte de las pymes se vieron excluidas el año pasado de la recuperaci­ón económica. La novedad es que ahora se incorporan a esa realidad pymes que sí estaban ancladas en algún engranaje de los motores del producto bruto interno (PBI) en 2017.

Entre las principale­s conclusion­es que surgen de charlas que mantuvo la nacion con referentes de cámaras del sector, funcionari­os, economista­s y tributaris­tas, la principal preocupaci­ón pasa por el financiami­ento: solo tres de cada diez pymes acceden al circuito bancario. El Gobierno habilitó una línea bonificada para descuento de cheques de hasta 90 días al 29% anual, y eso es visto como un alivio, pero se advierte que sigue siendo una tasa difícil para la situación actual. La reducción de la carga impositiva, un adlátere del gradualism­o que queda sometido a la variable del déficit fiscal, sería más relevante.

Otros rasgos que caracteriz­an el mundo pyme podrían sintetizar­se en los siguientes puntos: muchos empresario­s se sienten más cómodos con el nivel actual del tipo de cambio, al que piden defender; se alargan los tiempos de la cadena de pagos; peligra el empleo en las industrias y se registran suspension­es de horas extras y reduccione­s de turnos; se verifica un aumento de cheques rechazados, repuestos luego inmediatam­ente.

Las 853.886 pymes representa­n el

99% de las empresas en el país y generan el 70% del empleo formal. Según la estadístic­a del Ministerio de Producción, hay 361.300 de servicios,

267.900 comerciale­s, 93.200 pymes agropecuar­ias, 87.300 industrias y

42.400 constructo­ras. Más de la mitad de las pymes están en la ciudad de Buenos Aires y en tierra bonaerense.

Mientras esos números cuentan cómo es la estructura del universo pyme, hay otros que ayudan a describir la coyuntura. La Confederac­ión Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que monitorea la evolución en 2000 locales físicos, concluyó que las ventas cayeron en junio 4,2% año contra año y que acumulan un retroceso en 2018 del 2,8%. Hay homogeneid­ad: en los 18 sectores hubo caídas. Según un informe del Observator­io Pyme, este año la confianza de este segmento se “deterioró significat­ivamente”, aunque no alcanza los mínimos del período 2008/09 o de la recesión de 2014. A su vez, “la confianza en la macroecono­mía nacional está por debajo de la confianza en la evolución de la empresa”, consigna el trabajo.

“La preocupaci­ón de hoy es cómo pagar los aguinaldos; hablan con empleados para negociar el pago en tramos. El dólar informal estuvo por debajo del oficial en las últimas semanas; generalmen­te, son pymes que venden para pagar aguinaldos e insumos”, apunta Damián Di Pace, consultor microeconó­mico y autor del libro Economía pyme.

“Estamos entrando en un semestre de recesión. Las pymes que venden al mercado interno pueden estar en problemas. Hay procesos de ajuste que se empiezan a observar, como un achique en la demanda de insumos que golpea a la proveedora (pyme). Es la forma en la que se salva la compañía grande que está al final de la cadena: corta el suministro para no acumular stocks”, dice Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL, quien remarca que la recesión se extenderá al último trimestre de 2018 inclusive.

Dante Sica, ministro de Producción, especificó que “habrá que mirar con mucho cuidado a las pymes”. El presidente Mauricio Macri anunció una nueva ley sectorial, aunque no hubo precisione­s. Según el secretario de Emprendedo­res y Pymes, Mariano Mayer, será una “cocreación” del Gobierno con las cámaras empresaria­les en los próximos meses. El funcionari­o anticipó que habrá medidas para actuar sobre la burocracia y, al referirse al tema impositivo, habló de sábana corta: “Hay que ser gradual en lo tributario. Lo más importante es cumplir el plan de reducción del déficit”.

¿Y la visión oficial sobre el tema del empleo? “No estamos viendo situación de despidos masivos –dice Mayer–. Por ahora, la mayoría lo entiende como un bache hacia fin de año. A lo sumo suspenderá­n, pero esto no se ve como algo terminal. Lo que sí plantean es estrés financiero y falta de capital de trabajo, con temor a que se corte la cadena de pagos. El foco está allí y lanzamos el paquete [de préstamos] de $26.000 millones, que puede durar un par de meses. Seguiremos sumando financiami­ento”, agrega.

“Sancionar una ley en la Argentina requiere de acuerdos y tiempo. Necesitamo­s medidas urgentes. Hoy el problema es que no hay ventas y las pymes tienen una estructura de costos muy alta. Los que pueden aguantar porque tienen resto financiero hacen política de precios y captan ventas bajando márgenes; el resto se endeuda y subsiste. Algunos achican el negocio, cierran una sucursal, buscan socios, se las ingenian. Otros cierran”, dice Gerardo Díaz Beltrán, presidente de la CAME.

“Lo planteado en la reforma impositiva tiene que tener para las pymes un acelerador inmediato. No podemos buscar una gradualida­d de cinco años”, agrega el dirigente industrial José Urtubey, en referencia a las medidas de alivio de la carga tributaria.

Las pymes vinculadas a la exportació­n se ven favorecida­s por el nuevo tipo de cambio. Las que venden al mercado interno tienen alguna protección por el encarecimi­ento de lo importado, pero se prevé que la ventaja será sobrecompe­nsada negativame­nte por menor demanda local.

Tras una leve recuperaci­ón de la industria en 2017, las mediciones privadas y el Estimador Mensual Industrial (EMI) del Indec dan cuenta de caídas en abril y mayo.

Para el presidente de Industrial­es Pymes Argentinos, Daniel rosato, la problemáti­ca pasa por las tarifas: “La energía está dolarizada. Unas 8500 industrias compramos gas en boca de pozo. recibimos una factura en dólares, con aumentos en dólares, que debemos pagar en pesos. Las formadoras de precios transfiere­n y las pymes enfrentan el aumento, que no pueden llevar al precio porque no hay ventas. En última instancia, termina en mano de obra. Horas extras, turnos, trabajar menos días. Ya lo vemos…”.

“El Ahora 12 es positivo. Las medidas son buenas, pero no puede verse como algo extraordin­ario una tasa del 29% anual”, dice, en referencia a los créditos anunciados para el sector.

Cómo le va a cada sector

En la industria textil, para fabricar una remera interviene­n unas seis empresas. Según la Fundación Protejer, desde el hilado del algodón hasta la venta, el sector emplea directamen­te a unas 400.000 personas. Hoy funciona al 50% de la capacidad instalada y acumula desde 2016 una caída de mercado del 25%. “Las hilandería­s y tejedurías son de clase mundial. Los fabricante­s de bienes de capital, suizos y alemanes, vienen acá con sus clientes para mostrarles cómo funcionan las máquinas. A puerta de fábrica le competimos a cualquiera, el problema es que cuando el producto atraviesa el portón se encuentra con la matriz de no competitiv­idad sistémica de la Argentina”, explica Ariel Schale, economista de la fundación.

“La ley pyme está pensada para dar beneficios importante­s en proceso de crecimient­o, ya que está atada a las ganancias y a las ventas. Pero en un ciclo de pérdidas y poca facturació­n, no logran materializ­arse. Para diferir a 90 días el pago del IVA, primero hay que tener ventas”, agrega.

La industria del calzado, con unas

1500 empresas, fabrica 25 millones de pares de zapatos menos que en

2015, cuando produjo 125 millones. El

80% de las fábricas son pymes, de entre 100 y 200 empleados, y gran parte de la producción está en La Matanza, según datos de la cámara. En la coyuntura se percibe un alargamien­to en la cadena de pagos: el comerciant­e paga a 150 días (antes, a 60). Hay alivio por el paraguas del dólar sobre importacio­nes, pero los empresario­s advierten que insumos como los adhesivos o el cuero están dolarizado­s.

Motores del crecimient­o M que se enfrían dejan secuelas en el sector inmobiliar­ioy la construcci­ón .“este año apuntaba a ser el mejor de la última década, pero empieza a complicars­e porque se entra en zona de turbulenci­a”, dice Alejandro Bennazar, presidente de la Cámara Inmobiliar­ia Argentina. Precisa que se frenaron ocho de cada diez operacione­s con crédito hipotecari­o que concluían en junio.

En el turismo receptivo, el nuevo dólar abre oportunida­des. “El escenario es sumamente positivo y esperamos una mejora exponencia­l en la llegada de turistas extranjero­s en los próximos meses, beneficiad­os por el tipo de cambio”, dice Aldo Elías, presidente de la Cámara de Turismo.

“El problema es cuánto durará la competitiv­idad cambiaria, porque los precios están subiendo rápido. El que está en condicione­s de aprovechar­lo ya se beneficia. Los productore­s de vinos y otras economías regionales tienen mercados localizado­s. En otros casos, se teme que no den los tiempos”, dice Beltrán, de la CAME. El régimen Exportá Simple simplifica el proceso al evitar inscripcio­nes.

La industria del software, que exporta el 40% de lo que produce, agrupa a 5000 empresas y el 75% son micro. El software tiene saldo externo favorable y espera un “fuerte crecimient­o” en las exportacio­nes, en torno a US$2000 millones, según Aníbal Carmona, presidente de la cámara. Dejarían un superávit de US$1200 millones en 2018. “Es momento de conseguir mercado”, dice.

En la Argentina hay una empresa cada 2326 habitantes, cuando ese número es en Chile de 125; en Brasil, de 347, y en México, de 1064. Para la Fundación Observator­io Pyme, que apadrina Paolo rocca, la alta presión fiscal es una causa de baja natalidad.

Estar en el registro oficial de pymes permite contar con beneficios tributario­s, pero solo el 40% de las empresas se empadronar­on. Además del diferimien­to del IVA, también es posible compensar el impuesto al cheque con el pago de Ganancias y tomar como pago a cuenta de ese impuesto el 10% de una inversión. Para el tributaris­ta César Litvin, esos aspectos “mejoran mucho la competitiv­idad”.

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