Medirán el impacto social y ambiental de las empresas
Desde un grupo de compañías se convoca a una evaluación colectiva de los efectos de la actividad económica
Quejarse no es suficiente. Sobre todo cuando se ocupa en la sociedad un lugar con alguna dosis de poder, cuando se es responsable en parte de aquello que provoca la queja, y cuando se tienen determinados recursos materiales, intelectuales y hasta emocionales que bien pueden ser puestos a rodar para provocar cambios. Pero, ¿qué cambios? ¿Y a partir de qué realidad?
La reflexión tiene su lugar hoy en parte de las empresas que desarrollan su actividad en el país. “Tenemos que saber dónde estamos parados si queremos mejorar; es lo que se mide lo que se puede mejorar”, sostuvo Daniel Nofal, cofundador de Iplan y Sustentator e integrante del Consejo Empresario de Sistema B en la Argentina, durante la presentación de una iniciativa de este último grupo: desarrollar un índice para conocer, en forma colectiva, cuál es el impacto social y ambiental de la actividad productiva y de servicios en el país, con una convocatoria abierta a quienes quieran sumarse y participar.
Tras definir el concepto de “apatía del empresariado” –ver los problemas pero decir que son responsabilidad de otros–, el emprendedor chileno y cofundador de Sistema B, Gonzalo Muñoz, señaló que los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son un nuevo control de mando en el mundo de los negocios. Los ODS son las metas que, en 2015, se fijó un grupo de países en el marco de las Naciones Unidas y que están vinculados con el fin de la pobreza, el acceso a servicios de salud y educación, la reducción de desigualdades, el uso de energías renovables y el cuidado en general de los recursos naturales, entre otras cuestiones.
“Tenemos que ser quirúrgicos y entender dónde están los principales impactos de la actividad que hacemos, porque no se puede poner por igual esfuerzo en todo. Y para eso, se necesita hacer mediciones”, definió Karina Stocovaz, gerente de Sustentabilidad de la empresa de cosméticos Natura que, según comentó, fue creada a partir de un objetivo de “combatir la soledad”. E invitó a pensar en las empresas como una vía para generar soluciones a las tensiones en la sociedad.
En el caso de Vanesa Durán, una firma dedicada a la venta directa de joyas, su fundadora explicó que en el origen del emprendimiento estuvo presente el objetivo de dar posibilidades de ingresos a personas que no lograban acceder a otro tipo de ocupación laboral. En cuanto a la tarea de medir qué genera en la sociedad la actividad realizada, Durán dijo que hay un efecto positivo “para todo el ecosistema”, lo cual incluye a las personas que trabajan.
“Hacer la medición dispara el diálogo interno en la organización y eso tiene un efecto transformador, porque cuando la empresa sabe dónde está, se preocupa por mejorar”, apuntó Pedro Arnt, CFO de Mercado Libre. El directivo, con tareas a cargo en el área financiera, sostuvo que ya hay consenso en que la generación de impacto no solo económico, sino también social y ambiental, es algo que está referido al centro, al corazón mismo del negocio de cada compañía. No se trata de planes aislados de la dinámica empresarial.
En la misma línea, Fernando Sorchi, fundador de la cadena de gimnasios Megatlón y quien también participó del evento, consideró que las empresas a las que les vaya bien serán “las que estén alineadas con los intereses del país y de las personas”.
Según Muñoz, un desafío es salir de la lógica del criterio excluyente que indica que “o salvás el mundo o ganás plata”. Según dijo, “ese paradigma está cambiando; tenemos que aprender a caminar y a mascar chicle al mismo tiempo”.
Recordó también que el concepto de empresa con objetivos sociales viene de hace décadas. Lo que falta es un concepto generalizado, expandido y que esté siempre en el centro de las decisiones del negocio.
“En 1996, Frank Riboud, que presidía Danone, dijo que estaba aburrido de ver que los empleados se convertían en buenas personas a las 6 de la tarde”, citó, en referencia a la necesidad de integrar los objetivos de vida al espacio del trabajo diario.
La iniciativa de medición colectiva de impacto, según explicó Francisco Murray, director ejecutivo de Sistema B en la Argentina, busca “generar una muestra representativa” para tener un diagnóstico del impacto socio ambiental que genera el sector privado en la Argentina”.
El instrumento de medición es el cuestionario utilizado para la certificación de empresas como B, aunque en este caso el objetivo no es llegar a ese sello. La participación es gratuita y los resultados solo serán dados a conocer de manera conjunta y no por empresa.