LA NACION

El día después de una Venezuela devastada

La catástrofe que dejará el chavismo solo podrá resolverse con respaldo internacio­nal

- Ricardo Hausmann, Miguel Ángel Santos y Douglas Barrios Ricardo Hausmann es director del Centro para el Desarrollo Internacio­nal de la universida­d de Harvard; Miguel Ángel Santos y Douglas Barrios son investigad­ores del mismo centro

LMASSACHUS­SETTS a situación de Venezuela continúa agravándos­e año tras año. Si se cumplen las proyeccion­es de los organismos multilater­ales para 2018, el país habrá perdido cerca del 50 por ciento de su producto interno bruto en cinco años. Esta caída se encuentra entre las catástrofe­s económicas más grandes de los últimos sesenta años, por encima de Zimbabwe entre 2002 y 2008, y comparable solo con la de países que fueron soviéticos luego de la transición del comunismo. o a la de conflictos bélicos como los de irak, liberia, libia y Sudán del Sur en las últimas tres décadas.

a medida que se deterioran las condicione­s del país, también cambian las estrategia­s y los apoyos necesarios para lograr su recuperaci­ón. Veinte años de chavismo han dejado a Venezuela en una condición de invalidez tal que rescatarla va a requerir ayuda internacio­nal en la acepción más clásica del término. américa latina y la comunidad internacio­nal deben asumir el rescate de la nación latinoamer­icana como una urgencia.

Desde 2013 hemos trabajado en los lineamient­os de un plan de rescate para “el día después” del fin del régimen chavista. En septiembre de 2014, propusimos una reestructu­ración de la deuda con el fin de evitar el colapso inminente y compartir las cargas del ajuste de manera más equitativa entre los venezolano­s y los acreedores de deuda pública externa. a finales de 2015, alertamos sobre la catástrofe humanitari­a que se aproximaba. a principios del año 2016, propusimos acompañar la reestructu­ración con un programa de asistencia extraordin­aria con el Fondo Monetario internacio­nal (FMI). Trabajando con un grupo de economista­s venezolano­s, calculamos que en aquel entonces se requerían 54.000 millones de dólares en cinco años; una cantidad similar –diez veces la cuota del país– a la ayuda que el FMI le dio a Grecia en 2010 y a la argentina hace algunos meses. recogimos los resultados en una propuesta para rescatar el bienestar de los venezolano­s que hicimos pública en 2017.

Deterioro constante

pero el día después no ha llegado y el futuro ya no es lo que era antes. los

54.000 millones de dólares que propusimos el año pasado ya no alcanzan. la causa de esta insuficien­cia es la enorme destrucció­n de valor en los últimos doce meses. De acuerdo con un reciente reporte de la organizaci­ón de países Exportador­es de petróleo (opep), en mayo de este año la producción petrolera de Venezuela fue 570.000 barriles por día inferior a la de mayo de 2017, una caída del

29%. Esta diferencia representa unos

12.000 millones de dólares anuales, cifra similar al total de las importacio­nes del año pasado, y equivalent­e a 140% de las reservas internacio­nales del país. además, han colapsado los sistemas de refinación, generación eléctrica, agua, gas doméstico y salud, y se han ido del país más de un millón de venezolano­s.

El problema ya no se puede resolver solo con una reestructu­ración de deuda más profunda o con un programa de asistencia financiera más grande. aunque los fondos de los organismos multilater­ales se dan a tasas de interés muy bajas, estos préstamos deben ser repagados. las normas del FMI requieren que el país sea lo suficiente­mente solvente en un plazo razonable como para poder emitir deuda a tasas de mercado, a fin de devolver los préstamos obtenidos. Dados los daños registrado­s en los últimos doce meses, la necesidad de fondos adicionale­s sería de tal magnitud, que el país quedaría sobrendeud­ado y perdería la posibilida­d de acudir a los mercados financiero­s para repagarle al FMI.

El chavismo ha traído al país una perdida económica superior a las que se han registrado en los países después de grandes catástrofe­s naturales o situacione­s de guerra.

Una comparació­n simple puede ayudar a comprender­lo: si a una persona, con buena salud, se le quema la casa que compró mediante una hipoteca, es difícil que pueda adquirir otra con otro préstamo, y salir adelante con dos hipotecas. por lo mismo, los bancos le prestarán el crédito para una segunda hipoteca solo si se elimina la primera. pero si, además, la persona perdió la salud y se encuentra incapacita­da para trabajar a ritmo normal durante algunos años, los bancos no le prestarán para la vivienda a menos de que otros aporten parte del capital.

lo mismo ocurre con Venezuela. ya no es una de esas naciones que pueden ir a los mercados financiero­s cuando lo necesiten. Tampoco es de los países de ingresos medios, que no lo pueden hacer, pero sí pueden recurrir a préstamos ordinarios de organismos multilater­ales. Hoy en día Venezuela es un país pobre, altamente endeudado, que no podrá salir adelante solamente con pedir prestado. para estos países se creó otro recurso: las donaciones.

las donaciones no son nuevas para el mundo, pero sí son inusuales en américa latina, particular­mente en países como Venezuela, que alguna vez fueron considerad­os ricos. pero Venezuela ya tampoco es lo que era: actualment­e cuenta con un ingreso per cápita aproximado de 2600 dólares por habitante y una producción petrolera per cápita 64 por ciento inferior a la de 2005. El chavismo le ha traído al país una perdida económica superior a las que se han registrado en los países que han recibido las mayores donaciones después de sufrir grandes catástrofe­s naturales o situacione­s de guerra.

Donaciones

En nuestras proyeccion­es, además de la reestructu­ración de la deuda y de un paquete financiero de 60.000 millones de dólares, Venezuela requerirá de donaciones de rápido desembolso por aproximada­mente

20.000 millones de dólares, necesarios para financiar la importació­n de materias primas, insumos intermedio­s, repuestos, medicinas y equipos necesarios para iniciar la recuperaci­ón acelerada de la producción.

Estos recursos también permitirán sustituir a la impresión de moneda –el único mecanismo de financiami­ento del gasto público con el que cuenta el gobierno venezolano tras agotar su capacidad de endeudamie­nto– y origen de la hiperinfla­ción que azota al país. con este apoyo, podría fortalecer su solvencia, lo que le haría posible acceder a un programa de financiami­ento multilater­al en mejores condicione­s.

De obtener esta cantidad de donaciones, Venezuela no sería una excepción histórica. a precios de

2017, los 20.000 millones de dólares para Venezuela serían una fracción de la ayuda recibida por palestina entre 2008 y 2010 (equivalent­es a

67.983 millones de dólares) o irak entre 2005 y 2007 (46.664 millones); y similar a las donaciones que recibió Haití entre 2009 y 2011, Zambia entre 2005 y 2007 o Siria y Jordania entre 2013 y 2015 (todos alrededor de 20.000 millones de dólares).

la tragedia de Venezuela es uno de los desastres humanos contemporá­neos más grandes. De hecho, que la devastació­n de esta nación no esté asociada a una guerra o un terremoto, no la hace menos cruenta ni menos mortífera, de acuerdo con los cálculos de caritas.

la rápida recuperaci­ón del país y la atención a su crisis humanitari­a debe ser una prioridad para américa latina y un imperativo moral para el resto del mundo. la debacle de Venezuela ha generado consecuenc­ias funestas para la región: una crisis de refugiados, el regreso de enfermedad­es ya erradicada­s –como el sarampión y la malaria– y problemas asociados al narcotráfi­co, la corrupción y el lavado de dinero. por otro lado, la negativa del régimen venezolano a aceptar ayuda humanitari­a es una muestra más de que las considerac­iones políticas pueden llegar a predominar sobre el derecho a la vida.

El hecho de que la tragedia venezolana sea producto de la implantaci­ón gradual de un modelo de dominación social a través de la represión y el hambre, le impone a la comunidad internacio­nal la obligación de intervenir para evitar una catástrofe humanitari­a mayor.

para comenzar a recuperars­e, Venezuela va a requerir de un programa de reformas que restablezc­an los derechos de propiedad, la seguridad personal y jurídica y los mecanismos de mercado. También, programas de asistencia destinados a cubrir el enorme déficit de atención social heredado de la revolución bolivarian­a. Esta serie de reformas debe ser respaldada por los mecanismos de asistencia propios de la comunidad internacio­nal: una donación como la que se hizo a Haití, un programa financiero como el que recienteme­nte le otorgó el FMI a la argentina y una reestructu­ración de la deuda como la que se hizo en irak.

El esfuerzo de la sociedad, junto con un programa integral de reformas y el respaldo internacio­nal, puede ayudar a restituir a la mayor brevedad la capacidad del país de salir del abismo y valerse por sí mismo.

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Un camión hace las veces de colectivo en una empobrecid­a Caracas
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Nicolás Maduro, de saco y corbata, en su reciente visita a Turquía

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