LA NACION

La Copa del Mundo, un golpe de suerte para un Macron de capa caída

Su popularida­d cayó por varios escándalos y el ajuste; los analistas creen que puede incentivar el orgullo nacional

- Michael Rose AGENCIA REUtERS

PARÍS.– Parece que la suerte no ha abandonado a Emmanuel Macron. El emocionant­e triunfo de Francia ayer por 4-2 sobre Croacia en la final de la Copa del Mundo, que les dio a les Bleus su segunda corona tras la lograda en casa en 1998, es el tipo de noticia con la que cualquier presidente se sentiría bendecido.

Después de 14 meses en el poder, la popularida­d de Macron no para de caer y ha llegado al 40%. Pese a supervisar una serie de reformas económicas y sociales, el exbanquero de inversión de 40 años se ganó la etiqueta de “presidente de los ricos” de parte de muchos críticos de izquierda, y no logra despegarse de esa imagen.

Las recientes controvers­ias sobre el gasto en vajilla oficial, una pileta de natación construida en un retiro presidenci­al y comentario­s cortantes sobre los costos del Estado de bienestar reforzaron la imagen de un líder que, para muchos, no tiene contacto con la gente.

Pero al igual que aprovechó una extraordin­aria serie de sucesos afortunado­s durante la campaña presidenci­al de 2017, cuando su rival conservado­r tuvo que retirarse tras un escándalo de corrupción, la suerte parece haber tocado de nuevo a Macron.

El mandatario, que viajó a Moscú para ver la final con su esposa, Brigitte, se vio emocionado por el triunfo, de pie en el campo de juego bajo la lluvia torrencial para abrazar a cada uno de los futbolista­s y luego besar con deleite el trofeo de la Copa del Mundo.

En 1998, la popularida­d del presidente Jacques Chirac se disparó por el “efecto Copa del Mundo”: su popularida­d subió 18 puntos según la encuestado­ra IFOP, lo que ayudó al anciano líder a recuperars­e de una derrota humillante en una elección el año previo.

La bonhomía de Chirac y la forma en que abrazó al multirraci­al equipo liderado por Zinedine Zidane lo ayudaron a sacudirse una serie de escándalos de corrupción y ganar un segundo mandato.

Sin embargo, ahora es improbable que Macron, que está a cargo del país y no relegado al papel mayormente ceremonial que tenía Chirac en ese momento por el régimen de “cohabitaci­ón” con los socialista­s, pueda ganar mucho más que unos pocos puntos que lo ayuden a levantar su imagen.

Sin embargo, nadie discute que el título le dará un impulso que será muy bienvenido.

“No se va a repetir lo que pasó en 1998”, dijo Gael Sliman, un encuestado­r de Odoxa.

“Pero uno podría ver 5, 6, 10 puntos más de popularida­d para el Ejecutivo –agregó–. también podría tener un impacto significat­ivo en la moral económica francesa, la confianza de las personas en el futuro, su optimismo en general, incluso cuando se trata del comportami­ento del consumidor”.

Los asesores de Macron intentaron mantener distancia de cualquier alusión a que la política y el fútbol están vinculados. No quieren que el presidente sea acusado de aprovechar­se del éxito en el Mundial, aunque eso no evitó que él y su esposa, Brigitte, viajaran a Moscú para la final.

“No tenemos nada que ver con esto, pero alegrémono­s”, les dijo Macron a sus ministros la semana pasada, tras la victoria de Francia sobre Bélgica en la semifinal, según dijo su vocero, Benjamin Griveaux.

Más allá de eso, Macron puede esperar que la euforia de ayer desate una ola de autoestima y orgullo nacional, e incluso que mejore la reputación internacio­nal de Francia. Para el joven presidente, hay un cierto parecido con lo que se cree que Napoleón dijo sobre sus comandante­s militares: “Dame generales con suerte”.

“Hay que ser muy cautos acerca de un efecto político, pero puede haber un efecto moral que se extienda durante el verano [boreal]”, dijo Ferederic Dabi, de IFOP. “Veo más un efecto en la imagen internacio­nal de Francia, un efecto acumulativ­o al mensaje que Macron intenta transmitir de que Francia está de vuelta”, agregó.

Internamen­te, el país podía disfrutar del empuje que supone el optimismo. tras años de alto desempleo, estancamie­nto económico y una ola de sangriento­s ataques islamistas, ganar la Copa del Mundo puede ayudar al país a pensar que lo peor ya pasó. también puede ayudar a digerir el ajuste que lleva adelante el gobierno.

“El segundo semestre será complicado”, dijo Ludovic Subran, jefe de investigac­ión de Allianz. “El poder adquisitiv­o cayó y los franceses que no son emprendedo­res se están quejando. Macron necesitaba esta victoria”, agregó.

Según los datos de Subran, la Copa del Mundo tendrá un impacto de 0,2 puntos en el consumo este año, lo que a su vez puede significar 0,1 en el crecimient­o económico de este año. Eso puede ser suficiente para que Macron cante la canción que se volvió himno del equipo francés campeón en 1998: “I will survive”.

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Dylan martinez/reuters Macron, junto a la presidenta croata, ayer, durante la entrega de premios

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