Recrudece la represión paramilitar en toda Nicaragua
Hubo al menos cinco muertos; los mayores ataques se registraron en la ciudad de Masaya, uno de los principales baluartes de resistencia contra el gobierno
MANAGUA.– Al menos cinco personas murieron ayer en varias ciudades de Nicaragua durante operativos de paramilitares contra manifestantes atrincherados en barrios y rutas, en un “grave” recrudecimiento de la represión contra las protestas de los que se oponen al gobierno de Daniel Ortega. Los tres meses de manifestaciones dejaron ya más de 270 muertos.
La situación es principalmente tensa en la combativa ciudad de Masaya, a 27 kilómetros de la capital, que se encontraba sitiada y bajo ataque por parte de fuerzas combinadas de la policía y paramilitares, denunció Álvaro Leiva, director de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (Anpdh).
“Van a destruir Masaya, está absolutamente rodeada” por fuerzas gubernamentales, dijo Vilma Núñez, la presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
Los pobladores de Monimbó, uno de los barrios más populares de Masaya, resistieron el ataque de las fuerzas antimotines y paramilitares “con piedras y bombas caseras”, dijeron habitantes de la zona.
“Nos están atacando la policía nacional y parapolicías encapuchados y armados con AK y ametralladoras a nuestro barrio indígena de Monimbó”, denunció Álvaro Gómez, un poblador del lugar.
“La situación es grave, necesitamos abrir un corredor para evacuar heridos; se nos está muriendo la gente”, advirtió desesperado Álvaro Leiva.
Leiva lanzó un SOS a los obispos de la Conferencia Episcopal, al alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El arzobispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, dijo en Twitter que observadores internacionales “están yendo a la zona de los pueblos blancos y de Monimbó para lograr soluciones pacíficas y proteger a la población”.
La incursión se produjo en medio de la ofensiva que el gobierno emprendió a inicios de este mes para “limpiar” las barricadas que los manifestantes levantaron en las principales rutas y ciudades del país en el marco de las protestas.
La dirigente campesina Francisca Ramírez aseguró que también fuerzas del gobierno atacaron a campesinos que bloqueaban una ruta en un municipio del centro del país.
Entre el viernes y el sábado, policías y paramilitares también asediaron a unos 200 estudiantes que se encontraban atrincherados en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), en un violento asalto que dejó dos jóvenes muertos y 14 heridos.
Tras veinte horas de terror, una gestión de la Iglesia Católica permitió a los jóvenes salir del templo Divina Misericordia, donde se refugiaron tras ser tiroteados en la universidad.
“Nos estaban tirando a matar. Fue durísimo; ellos, con armas de alto calibre; nosotros, solo con morteros”, contó un joven en la céntrica catedral de Managua, adonde fueron llevados en colectivos escoltados por ambulancias y por la comitiva mediadora de la Iglesia.
La UNAN, donde los resistentes mantuvieron barricadas durante casi tres meses, era el último foco de resistencia estudiantil, símbolo de la sociedad civil que exige la renuncia del presidente Daniel Ortega, al que acusan de una brutal represión y de instaurar una dictadura.
“Hemos sido testigos de la falta de voluntad política del gobierno para dialogar sinceramente y buscar procesos reales que nos encaminen hacia una verdadera democracia, negándose reiteradamente a abordar [...] la agenda de democratización”, dijeron los obispos en un comunicado la noche del sábado.
Los religiosos de la Conferencia Episcopal son mediadores y testigos en el diálogo entre el gobierno y la opositora Alianza Cívica.
Los obispos plantearon en la mesa de diálogo adelantar las elecciones de 2021 a 2019, pero el mandatario rechazó esa posibilidad.
Aun así, el nuncio apostólico, Stanislaw Waldemar Sommertag, reiteró el “pleno apoyo” del papa Francisco al diálogo. “Hay que tenerlo con vida”, dijo.