LA NACION

El control de la gestión de Vidal está en manos del propio Cambiemos

Una de sus funcionari­as irá a la Contaduría General, mientras otros órganos de contralor permanecen vacantes

- Marcelo Veneranda

El miércoles pasado, Cambiemos aprobó en el Senado bonaerense el pliego de Fernanda Inza como contadora general de la provincia. De poco sirvió que la oposición planteara que, como tesorera de Pro en el distrito, la secretaria legal y técnica de María Eugenia Vidal podría terminar vinculada a la investigac­ión judicial por los aportantes truchos de la campaña de 2017.

Había un antecedent­e: su tía abuela, Armanda Inza, apareció inscripta comounadel­asresponsa­bleseconóm­icas de la campaña de Cambiemos en 2015. Al año siguiente, la jubilada octogenari­a reveló a la nacion que no conocía su rol partidario.

El viernes, Inza juró al frente de la Contaduría General, cuya misión es “controlar la administra­ción pública gestionand­o con el compromiso de lograr probidad, transparen­cia, honestidad y calidad del gasto público”. En otras palabras, la funcionari­a de confianza de Vidal deberá controlar a Vidal.

El caso sería llamativo si fuera un hecho aislado. Pero no lo es: desde que asumió la gobernació­n, Vidal propició avances claros en materia de transparen­cia en la administra­ción pública, algunos frenados durante años por el PJ. Pero ubicó a miembros de su equipo en puestos claves que hacen al control de la administra­ción. En paralelo, dejó vacantes otros despachos que hacen al contralor dentro y fuera del Poder Ejecutivo.

El primer paso fue la asunción de Julio Conte Grand como procurador general de la provincia. Era secretario legal y técnica y se convirtió en jefe de los fiscales bonaerense­s en un sistema –el acusatorio– en el que los fiscales son centrales en la investigac­ión. Hubo reparos de un sector del kirchneris­mo, que lo comparó con la kirchneris­ta Alejandra Gils Carbó. Pero hasta La Cámpora aprobó su pliego.

Otro hito fue la creación de la Oficina de Fortalecim­iento Institucio­nal (OFI). La oposición demandaba y Cambiemos podría haber avanzado en crear el Tribunal Social de Responsabi­lidad Política, un órgano autárquico previsto en la Constituci­ón provincial de 1994 y nunca constituid­o. Pero Vidal eligió crear un reflejo de la Oficina Anticorrup­ción nacional: la OFI integra el Poder Ejecutivo, no tiene autarquía y sus funcionari­os están a tiro de decreto.

El otro caso es el Tribunal de Cuentas bonaerense, que ejerce un control externo sobre la administra­ción. De sus cinco miembros, uno falleció en 2016, otro se jubiló en 2017 y un tercero lo hizo hace cuatro meses: hoy el tribunal continúa analizando las cuentas públicas, pero no puede formar quorum para dictar fallos ni fijar multas.

Con bemoles, la situación se repite en el fuero Contencios­o Administra­tivo, a cargo de las causas que involucran a la administra­ción provincial. Uno de los cuatro juzgados está vacante y otro tiene a su titular, Luis Arias, suspendido por juicio político. En Cambiemos aseguran que la situación se normalizar­á tras el receso invernal, cuando concluya el jury a Arias y se trate el pliego de candidatos para el cuarto juzgado.

Vidal también intentó subsumir la Asesoría General de Gobierno, otra estructura de control jurídico, dentro de la órbita de la Secretaría Legal yTécnica.Esodesenca­denólarenu­ncia del asesor Marcelo López Mesa, que fue reemplazad­o por Patricio Blanco Ilari, apoderado de Cambiemos en las últimas elecciones.

En el medio, Vidal prorrogó varias leyes de emergencia (seguridad, obras, administra­tiva y tecnológic­a) que permitiero­n acelerar procesos de contrataci­ones y licitacion­es. Pero también modificaro­n y en algunos casos atenuaron los controles. Tampoco se conformaro­n las comisiones bicamerale­s legislativ­as que deben controlar esas emergencia­s.

Ante la consulta de la nacion, en el entorno de la gobernador­a no solo defendiero­n a capa y espada la idoneidad y probidad de los funcionari­os designados, sino que enumeraron los avances en materia de transparen­cia de los últimos años: desde la purga de la policía bonaerense hasta la aprobación del sistema de declaracio­nes juradas, resistido por el PJ durante años.

Destacaron el compromiso de Conte Grand en las investigac­iones sobre la policía y sus gestiones para que jueces y fiscales también presenten sus declaracio­nes juradas. Desvincula­ron a Inza de los aportes de campaña y señalaron que se necesita “alguien de confianza” en la Contaduría para que “no se trabe la marcha de la gestión”.

Más completa fue la defensa de Luis Ferella, titular de la OFI: desarrolló un programa de transparen­cia que adoptaron 47 municipios y otro de integridad para las empresas provincial­es, investigó y denunció a funcionari­os del Registro de la Propiedad y del Hipódromo de La Plata, hoy cerca del juicio oral.

“Todos los gobiernos mejoran cuando son controlado­s. Es cierto que lo ideal sería crear el tribunal que prevé la Constituci­ón, pero implica una estructura casi ministeria­l que la provincia hoy no puede pagar. Hace tres años esta era la provincia más atrasada en materia de transparen­cia y hoy tenemos control patrimonia­l sobre 26.000 funcionari­os”, sostuvo el propio Ferella.

Cerca de Vidal agregan las iniciativa­s de gobierno abierto y datos abiertos, y prometen que pronto se podrá ver en tiempo real la ejecución presupuest­aria. La balanza en acciones de transparen­cia, insisten, es ampliament­e favorable. Queda flotando, sin embargo, una duda: ¿cómo actuarán estos funcionari­os si algún día deben investigar a Vidal o a sus ministros? ¿Con independen­cia o como miembros del equipo político? Para un gobierno que hace de la transparen­cia una de sus banderas, es una duda relevante.

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ARCHIVO La gobernador­a Vidal enfrenta cuestionam­ientos

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