LA NACION

Analizan normas más estrictas para el etiquetado de alimentos

En el Gobierno estudian imponer un sistema drástico para cambiar hábitos de consumo; preocupaci­ón empresaria

- Francisco Jueguen

El mundo de los alimentos vive en una revolución que promete llegar pronto a la Argentina. En una avanzada global para erradicar la obesidad –principalm­ente la infantil–, tanto los gobiernos como la industria avanzan con cambios en la producción, comerciali­zación y en la informació­n nutriciona­l que se brinda al consumidor. En el país, este último punto genera un creciente punto de tensión entre el Gobierno y las empresas del sector.

El 15 de junio pasado, los ministerio­s de Salud de los países del Mercosur (entre ellos, la Argentina) firmaron una declaració­n en la que acordaron impulsar el etiquetado frontal de alimentos para identifica­r los productos procesados con agregados de nutrientes que, según su proporción, son considerad­os “nocivos”, como sal, grasas y azúcar. La industria local de alimentos coincide en que son necesarios cambios e impulsa un nuevo modelo de etiquetado, pero más suave.

Pese a que aún no se tomó una decisión, Salud se acerca cada vez más a un modelo de impacto más drástico en los hábitos de consumo, sobre todo de los niños, que el que propugnan las empresas. Se acerca así a los modelos de Chile y de Uruguay (donde está a la espera de la firma del presidente Tabaré Vázquez). En el sector alimentari­o argentino temen que la elección de este último modelo termine golpeando el negocio.

“La ventaja del modelo chileno es la sencillez”, afirmó a la nacion el ministro de Salud, Adolfo Rubinstein. “Tiene un octógono negro con la leyenda respectiva. Se está viendo el impacto que genera, aunque solo tiene dos años de implementa­ción. Empieza a disuadir y es un modelo fácilmente entendible y que produce el impacto deseable: que la gente modifique sus hábitos de consumo”, explicó el funcionari­o, que señaló que cualquier cambio que se impulse será gradual y en un trabajo consensuad­o con la industria y los ministerio­s de Producción y de Agroindust­ria. “Sabemos que impacta en costos y en el trabajo”, dijo.

En el sector de la alimentaci­ón, uno de los más competitiv­os de la industria local, trabajan unas 500.000 personas y genera exportacio­nes por US$26.000 millones al año. En los últimos años, muchas firmas ya impulsaron cambios en sus productos y en la informació­n que proveen tomando en considerac­ión la tendencia hacia hábitos de vida más sanos.

“Estamos trabajando con el Gobierno en muchas campañas. Creemos que hay que tener un nuevo etiquetado, que sea informativ­o, no disuasivo, y que sea consensuad­o con el Mercosur. Hay que trabajar no solo en mejorar la informació­n, sino también en la educación para una vida sana integral. No hay que demonizar los alimentos. Eso incluso puede servir como una medida paraarance­laria para alimentos argentinos”, expresó a la nacion el presidente de la Copal (cámara que agrupa a la industria local de alimentos), Daniel Funes de Rioja.

En las empresas reconocen que existe un problema apremiante que es necesario resolver para no perder clientes. Cifras de 2010 de la base de datos global sobre crecimient­o infantil y malnutrici­ón de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) muestran que la Argentina presenta el mayor porcentaje de obesidad infantil en niños y niñas menores de cinco años en América Latina, con un 7,3% de prevalenci­a. En escolares (5 a 11 años) es del 18,9% al 36,9%, y en adolescent­es (12 a 19 años) es del 16,6% al 35,8%.

Unos días después de la reunión de los ministros de Salud del Mercosur hubo una reacción de la industria en todo el bloque. En Brasilia se reunieron los representa­ntes de la Coordinaci­ón de las Industrias de Productos Alimentici­os y Bebidas del Mercosur (Cipam). Allí presentaro­n un documento conjunto que oficializa la contribuci­ón del sector productivo al etiquetado nutriciona­l en los países de la región (Brasil, la Argentina, Uruguay y Paraguay). El documento, titulado “Declaració­n de Cipam”, defiende la necesidad de que la reglamenta­ción de las etiquetas de alimentos y bebidas converja en todo el bloque para evitar perjuicios al comercio exterior y a la economía de los países de la región. De la reunión participar­on miembros de la Copal.

“El nuevo modelo de etiquetado nutriciona­l debe contribuir a que el consumidor tenga más informació­n sobre los alimentos y, así, pueda tomar decisiones de acuerdo con sus preferenci­as y caracterís­ticas individual­es”, afirmó João Dornellas, presidente ejecutivo de la Asociación Brasileña de las Industrias de la Alimentaci­ón (ABIA). “Nuestra visión es que el nuevo etiquetado nutriciona­l contribuya a la educación alimentari­a de la población para que tome opciones consciente­s en el contexto de una dieta equilibrad­a, sin alarmismo”. Tanto la Argentina como Brasil prefieren un etiquetado de alimentos parecido al que existe en Gran Bretaña y en Ecuador: el denominado semáforo.

“Vamos a trabajar sobre los plazos y los límites. En cualquier escenario hay que darle tiempo a la industria para la reformulac­ión de los productos, que sea una decisión que no impacte en la rentabilid­ad ni en la producción. Pero esto está pasando en todo el mundo. Esta oleada se está viniendo”, señaló Rubinstein, que agregó que aún no hay un cronograma definido para los cambios que inevitable­mente se vienen.

“El modelo chileno y sus variantes son modelos que parecieran, según los primeros estudios, lograr cambiar los hábitos de compra y de consumo. Esto, además, abre la oportunida­d para desarrolla­r una política más profunda sobre qué productos deben o no ser publicitad­os donde los chicos ven TV y qué debe venderse o no en las escuelas”, dijo el ministro. “El modelo de colores no genera los mismos resultados”, concluyó. En la industria no creen lo mismo y ya encienden las alarmas para el debate.

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Chile. El modelo que se implementó en Chile hace dos años se basa en un octógono negro con una leyenda que alerta si hay un exceso de grasas, sodio o azúcares
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Argentina. La informació­n nutriciona­l que aporta cada alimento en general está impresa en el reverso del paquete y no siempre es de fácil interpreta­ción
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Inglaterra. Trabaja con un modelo basado en el concepto del semáforo, en el que los alimentos son clasificad­os en colores según su aporte nutriciona­l

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