LA NACION

El lenguaje de percusión que se convirtió en un juego, como el fútbol

- Mauro Apicella

Crístofer bate con las palmas un tambor djembé sin quitar de su vista las manos del profesor, que hace señas con los dedos y le indica al chico, de 9 años, cuáles son los golpes que debe dar sobre el parche. Con su maestro mantiene una “charla” de señales y golpes por fuera de las convencion­es de la palabra. Se llama ritmo con señas y es una de las prácticas sociales que han crecido de manera notable en la última década.

El comedor comunitari­o Madre Teresa de Calcuta del barrio Loma Alegre, que está dentro del conglomera­do de villas 21-24-Zabaleta, ofrece meriendas y cenas tres veces por semana para quienes lo necesitan, charlas de género, clases de peluquería y de danza rítmica. Además, tiene dos talleres de percusión que dependen del programa Arte en Barrios del gobierno porteño.

Crístofer es uno de entre una veintena de niños y jóvenes que dos veces por semana asisten a los talleres de percusión con señas. Este es su segundo año junto a otros que aprendiero­n las indicacion­es del director, se animaron a batir zurdos, tumbadoras y djembés a buen ritmo y hasta salieron del taller y compartier­on su experienci­a en otros ámbitos. Camila tiene 18 años y es una de las más comprometi­das. “Una amiga me avisó que en el comedor estaban haciendo actividade­s y me acerqué. Me costó al principio, pero me quedé. Me gusta tocar el zurdo. El año pasado fuimos a tocar al Festival Emergente con el grupo de la Caravana y después al Recoleta. No nos quedamos acá. Salimos a experiment­ar con gente que tiene más años en esto. Nosotros vamos poco a poco”.

“El taller de los martes es para aprender, el de los sábados, para mejorar”, sintetiza Facundo, de 16, que considera la percusión una experienci­a nueva. “Me saca de todo, vengo a pasarla bien”, dice. Y para Carlos, de 22, la percusión también es algo que lo hace sentir bien. “Cuando salimos, es lindo que la gente te escuche e incluso baile con la música que hacés”.

Alexis D’Alessandro y Gonzalo Rujelman, los docentes de lectura musical de los sábados, dicen que en su experienci­a en Loma Alegre lo primero que se intenta es generar un vínculo con los chicos. “Lo que acá encuentro es más humildad que en otros lugares; hablo de humildad espiritual para generar un vínculo. En otros lugares hay más barreras”, dice Alexis. “Y se notan las ganas de los chicos”, completa Gonzalo.

Los profes son parte del grupo de percusión GPS (Grupo de Percusión con Señas), que dirige Santiago Vázquez, creador de este lenguaje para la improvisac­ión y mentor del proyecto que comenzó con un ensamble hoy famoso y profesiona­l: La Bomba de Tiempo.

Hace 20 años, Santiago fue convocado para integrar un ensamble que el músico y director Butch Morris dirigiría en un concierto del festival Experiment­a 98. Finalmente, por otros compromiso­s de trabajo, no pudo participar, pero fue a uno de los ensayos. Si bien no resultó una influencia decisiva, lo incentivó para darle forma a su idea de trabajar un lenguaje de señas para sus proyectos: músicos que improvisan con la guía de otro que da indicacion­es distintas de las de un director de orquesta tradiciona­l.

Santiago creó el Colectivo Eterofónic­o y, más adelante, La Grande, dos formacione­s con instrument­os de diferentes familias. Pero el proyecto más trascenden­te fue su sistema de ritmo con señas. Primero lo canalizó a través de La Bomba de Tiempo; luego se abrió de ese proyecto, dejó que el ensamble siguiera su camino y volvió a su plan inicial de expandir el lenguaje de señas lo más posible. Publicó un libro, fundó el Centro de Estudios de Ritmo y Percusión con Señas (Cerps) y dejó que todo fluyera, como en un partido de fútbol. Sí, fútbol.

“Es una analogía. Al fútbol lo podés jugar profesiona­lmente o entre dos, sin arquero y con una pelota de trapo. Las reglas son más o menos las mismas para ambos casos. Si algo varía es para adaptarse a diferentes realidades. A este lenguaje le pude haber puesto santiseñas en vez de ritmo con señas. Pero no quería una marca, algo cerrado. Si es cerrado no consigue el objetivo de que haya grupos en todas partes para referencia­rse, vincularse y medirse unos con otros”, dice Santiago, recién llegado de Europa, adonde fue a dar charlas de perfeccion­amiento sobre su lenguaje, que allí también se utiliza.

“La gracia del fútbol es que lo pueden jugar genios como Messi, con un arte sublime, o cualquier otra persona, con sus hijos, en casa. Y eso es lo que da potencial real de integració­n. Es juego de equipo, es improvisac­ión. Y la gracia del juego no es que se vea hermoso, sino que sea algo improvisad­o. Desde el nivel profesiona­l hasta lo amateur forma parte de lo mismo. Lo que me sorprendió fue que inicialmen­te usamos el lenguaje con La Bomba de Tiempo, que está integrada por músicos profesiona­les, pero como las primeras 40 señas son fáciles e intuitivas, el acceso resultó muy directo para otras personas. No pasa lo mismo con otros lenguajes, como el soundpaint­ing, que hay que estudiar mucho, o el de Morris, que, en realidad, lo creó para sí mismo. En este caso, en cambio, fueron mis alumnos los que empezaron a meter el sistema en espacios educativos”.

Santiago Vázquez recuerda su enojo frente a un alumno que iba siempre a sus clases, pero no estudiaba demasiado ni avanzaba con el curso. “Hasta que un día me mostró lo que hacía. Él no quería subirse como yo a un escenario, sino tomar cosas de lo aprendido para aplicarlas en su ámbito, la musicotera­pia. Y ese día él me dio una lección. Muchas cosas se hicieron sin que las lograra yo. Hace cinco meses me contaron que en Chubut el ritmo con señas es un módulo

obligatori­o del profesorad­o de música. Eso no lo hice yo, lo hicieron los profes. Y el festival de grupos de percusión con señas El Dirigible tampoco lo hice yo, sino Luciano Fernández, que fue alumno mío. Que yo esté o no ya no tiene mayor relevancia, porque sé que esto no va a parar. El uso amateur se expande de forma natural. El hecho de jugar con el ritmo en vez de tomar una partitura ya escrita hace que esté muy al alcance de todos. Lo que todavía creo necesario de mi trabajo es mostrar en los lugares nuevos la vara más alta posible para que surjan grupos del nivel de La Bomba. Depende de la coyuntura de cada lugar. Hay algunos del nivel de La Bomba, como Sysmo, de Bélgica, que trabaja desde hace seis años. También hay otros buenos en Chile, Colombia y Tokio”.

La expansión de un arte

Actualment­e existen talleres de percusión con señas del programa Arte en Barrios, en las villas 31, 20, Rodrigo Bueno y Loma Alegre. Además, en el municipio de Vicente López funciona la Escuela Taller Percusión con Señas, que tiene su epicentro en Munro. También hay actividade­s en la Quinta Trabucco, con muy buena adhesión.

En Parque Avellaneda también hay un taller. A pesar de que hace seis meses perdió el apoyo del gobierno porteño para que los docentes siguieran dando clases, el grupo, de 25 integrante­s y profesores, se mantiene activo.

Luciano Fernández se acercó por primera vez a la percusión por señas a través del grupo La Bomba de Tiempo. Tomó clases, se perfeccion­ó y luego de varios años se convirtió en docente. “Es un lenguaje que genera mucha fraternida­d porque trabaja desde la comunión musical –explica–. Y lo que pasa con las escuelas es que de ahí nacen grupos autónomos. La práctica tiene una relación muy balanceada entre juego y disciplina artística. Además, como hay roles para todos, hay lugar para cada aptitud rítmica. Siempre hay un lugar para vos en el ensamble. En eso el trabajo de dirección es muy importante. Lo que tiene la práctica del ritmo es que uno ve su potencial y sus limitacion­es muy concretame­nte. En el ritmo vas a encontrar facilidad o complejida­d. Y es con la complejida­d como ves tu progreso. Lo que hoy es dificultad mañana deja de serlo. Es un espejo que te da un feedback de vos mismo”.

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1 1. Santiago Vázquez, el creador del lenguaje ritmo con señas, da clases a los percusioni­stas que asisten al Centro de Estudios de Ritmo y Percusión con Señas (Cerps). 2. Una tarde de sábado en el taller de percusión de Arte en Barrios, en Loma Alegre. 3. Los chicos practican en el taller. 4. La Bomba de Tiempo, en uno de sus shows en la Ciudad Cultural Konex
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Fotos de Hernán Zenteno, Victoria Gesualdi y la bomba de tiempo 4
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