Llegó el Moderno que Buenos Aires se merece
Una mirada sobre la transformación del Mamba, en pleno sur
Por muchos más motivos de los que están a la vista, la reapertura del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, y el moño puesto a una ampliación demorada más de la cuenta, es un hecho político. Primero, fue el intendente Julio César Saguier, junto al entonces secretario de Cultura Pacho O’Donnell, quien firmó sobre el capot de un coche en la avenida San Juan el acta de donación del edificio, que fue de la tabacalera Picardo, al Museo de Arte Moderno. Saguier puso fin al destino itinerante y le tocó al arquitecto Santiago Sánchez Elía, presidente de la Asociación de Amigos, adaptar la planta ladrillera al destino museológico con los límites impuestos por el bajo presupuesto y las condiciones propias de una planta industrial.
En la fiesta inaugural de la versión ampliada, alguien reconoció las viejas columnas de hierro como la prueba tangible de una histórica metamorfosis. Cuesta creer que entre aquel primer paso decisivo y la postergada celebración hayan pasado más de treinta años.
La tenacidad puesta en la larga espera por Laura Buccellato, directora hasta la asunción de Noorthoorn, ha sido proverbial, como lo fue todo este tiempo el apoyo incondicional y sostenido de la coleccionista Marion Helft, empeñada en que el proyecto se cumpliera. Fue Marion quien acercó a Emilio Ambasz con su generosa donación de un diseño para la ampliación, y fue también ella quien defendió la ecuación calidad-metros en la puesta en marcha del “nuevo Mamba”.
Desde la tremenda crisis de 2001,elsemillerodeartistasargentinos ha sido motivo de asombro en el mundo entero. Vayan donde vayan cosechan admiradores. Recordemos, por ejemplo, a Tomás Saraceno (Tucumán, 1973), quien luego de ser fichado por Daniel Birnbaum para la Bienal de Venecia compuso su obra magistral tejiendo con arañas del nordeste argentino la trama de una muestra inolvidable.
Noorthoorn supo poner sobre la mesa los argumentos para que Horacio Rodríguez Larreta aprobara los fondos. Es un viejo sueño del político de Cambiemos hacer del sur un norte. Potenciar el corredor de arte que llega hasta Proa y expandir los límites de la ciudad. Con el Moderno salda una vieja deuda con la escena del arte, pero también fija un mojón simbólico. Es ahora el mejor museo de la ciudad. Valió la pena la espera.