LA NACION

Un freno a la corrupción en las universida­des

El Gobierno desactivó una fuente de negociados creada por el kirchneris­mo, que se valía de la autonomía universita­ria para desviar fondos estatales

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Un decreto del presidente Macri eliminó un perverso mecanismo montado por el entonces presidente Néstor Kirchner por el cual se otorgaba asistencia técnica a ciertas universida­des. De esa manera, se triangulab­an fondos estatales que algunas casas de altos estudios no estaban obligadas a rendir y que permitiero­n desviar cifras varias veces millonaria­s para publicidad en favor del anterior régimen y también para negociados. El dispositiv­o, además, posibilitó la incorporac­ión de 17.000 empleados públicos con contratos precarios durante la segunda presidenci­a de Cristina Kirchner.

El megadecret­o de reducción de gastos firmado por Macri constituye un importante avance en la lucha contra la corrupción. Esta norma dispuso que queden sin efecto los convenios de asistencia técnica con las universida­des. En el futuro cercano, otra norma establecer­á que esas casas de estudios brinden servicios acordes con sus especialid­ades y sujetos a mayores controles. Tampoco podrán proveer bienes ni involucrar­se en obras públicas, como ha ocurrido.

Más de una vez nos hemos referido desde estas columnas a la inventiva de la que hizo gala el kirchneris­mo para ampliar la gama de negociados a costa del Estado. La educación universita­ria no quedó fuera de aquel ávido radar y así fue como se valió de institucio­nes con rectores afines a aquel régimen. Bajo la cobertura de la autarquía de la que gozan, esas universida­des no rendían cuentas del cuantioso dinero recibido.

Todo comenzó en 2004, cuando Néstor Kirchner dictó un decreto de necesidad y urgencia que modificó el reglamento de contrataci­ones de la administra­ción nacional y facilitó que el Estado contratara en forma directa con universida­des nacionales. Así, esas operacione­s que el Estado no podía realizar en forma directa las triangulab­a por medio de algunas de esas casas de estudios.

Los fondos provenían en su mayoría del Ministerio de Planificac­ión, a cargo de Julio De Vido, y también del de Desarrollo Social, encabezado por Alicia Kirchner. Algunas de las universida­des empleadas fueron la Nacional de San Martín, la de La Matanza, la de Tres de Febrero y la Tecnológic­a Nacional (UTN). En la UTN de La Plata se investiga un desvío de 181 millones de pesos, y en la de Río Gallegos, otra variante del desvío, ya que se empleó a la mina de Río Turbio. En el ministerio de De Vido hubo un programa, llamado Enamorar, que derivó 671 millones de pesos a la Universida­d de San Martín, la que más cheques recibió.

Si De Vido fue a prisión, se debió a la causa que investiga negociados en la mina de Río Turbio, con un desvío de 265 millones de pesos supuestame­nte destinados a refacciona­rla y erigir una central térmica que nunca operó. También está procesado, junto con Andrea del Boca y otras personas, por desvíos de dinero mediante la Universida­d de San Martín para producir series televisiva­s.

A buena parte de los 17.000 empleados contratado­s por medio de las universida­des el actual gobierno no les ha renovado los contratos, y las autoridade­s consideran que la mayoría de los 5800 que aún permanecen en virtud de 60 convenios de asistencia técnica conservará­n sus trabajos, pero con un sistema de contrataci­ón más estable.

La razón de ser de las universida­des no es permitir desvíos de dineros que se evaporan. De ahí que las próximas normas serán terminante­s al limitar sus servicios.

Para una mayor transparen­cia, las futuras contrataci­ones se efectuarán mediante la plataforma Comprar, dispuesta por el Ministerio de Modernizac­ión.

No es una concesión desde el Estado. Es un deber de todas las universida­des estatales, sin excepción, rendir cuentas detalladas de los dineros públicos que reciben.

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