LA NACION

Campeón discreto de un Mundial sin brillo

Diego Latorre

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MOSCÚ.– Francia campeón, un campeón discreto que no se puede magnificar solo por el oportunism­o del éxito. No es un equipazo. En estas competenci­as no siempre triunfa quien tiene el fútbol más excelso.

La final confirmó todo lo que le habíamos visto en partidos anteriores. Pese a algunos extraños errores defensivos, el equipo de Deschamps volvió a tener contundenc­ia, a encontrar goles cuando nadie los esperaba, y a contar con Mbappé, un chico que demostró que el futuro puede ser suyo. Quizás Giroud, un 9 que no pateó al arco en todo el torneo y cuyo valor estuvo más relacionad­o con los de un número 5 sea la mejor explicació­n de esta Francia campeona.

Croacia no tiene nada que reprochars­e, pero la realidad es que no fue superior a ninguno de sus rivales en las instancias eliminator­ias. Llegó porque el fútbol sigue teniendo los mismos ingredient­es que antaño: a veces pueden bastar un grupo de hombres con carácter y orgullo más algunos que juegan muy bien como Modric y Rakitic para ir superando los obstáculos.

Los finalistas, en definitiva, fueron consecuent­es con el Mundial que vimos. Tenía otras expectativ­as. Pensé que íbamos a disfrutar de más juego, de más fútbol, con equipos que se atrevieran a jugar mejor. Sin embargo, casi todos se parecieron y nadie deslumbró especialme­nte.

Brasil cayó en un partido que podría haber ganado, Bélgica aportó su calidad en ataque, a Inglaterra y México les faltó talento en los últimos 30 metros y me gustó el dinamismo de Japón. Pero todo fue muy parejo, muy pensado. Se juega con poca soltura y demasiada prudencia, con un temor permanente a ser declarado culpable de atrevimien­to.

Casi todos eligieron esperar para salir con espacios abiertos. Recibir a espaldas de un volante defensivo fue una aventura y abundaron los centros. Tiene su lógica: la creativida­d necesita de ensayo, y en las seleccione­s, con calendario­s y jugadores saturados, no hay tiempo para ensayar. Por eso les doy más mérito a los equipos que intentan distraer y elaborar el juego para superar las defensas numerosas.

La última reflexión es para pedir que en la Argentina acabemos cuanto antes con un mito. Ya nadie gana un partido solo, como en tiempos de Maradona. El fútbol ha cambiado. Hoy es uno para todos y todos para uno. La individual­idad está en función del equipo y necesita el aporte del conjunto para sobresalir y resolver. Es lo mínimo para poder competir y deberíamos tenerlo muy en cuenta.

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AP Rechaza Lloris, carga Vida
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