Mbappé y Deschamps, extremos en la nueva etapa del fútbol galo
El astro juvenil se destacó en un esquema que el veterano entrenador le armó para favorecer su velocidad
MOSCU.– Un pequeño gesto para entender una relación. Faltan diez minutos para que termine la final del Mundial. Francia gana 4 a 2 y Didier Deschamps hace el último cambio: Nabil Fekir ingresa por Olivier Giroud, un “9” que se fue del campeonato sin goles. El técnico necesita reordenar el ataque y llama a Mbappé para darle las indicaciones. El crack del PSG no estaba más cerca que Griezmann, el habitual organizador del equipo, pero Deschamps le dio esa responsabilidad. Francia no debía perder el control del partido aún con la diferencia favorable del resultado. El arquero Lloris, en un exceso de confianza, cometió un error innecesario y puso a Croacia otra vez en partido. Deschamps llamó a Mbappé y le dio instrucciones para que la tarea termine sin sobresaltos.
Mbappé y Deschamps son los dos extremos de este segundo campeonato mundial ganado por Francia. Uno es el talento explosivo, juvenil, en ebullición permanente. El otro es el entrenador. Un campeón de 1998 y el entrenador que moldeó a una nueva generación de jugadores franceses, una nueva camada de ídolos, para comenzar lo que ahora muchos auguran como el inicio de un gran ciclo virtuoso para Francia y su seleccionado. Deschamps, como Franz Beckenbauer con Alemania y Mario Zagallo con Brasil, es un entrenador que ya levantó la copa como futbolista. Mbappé, como Pelé, es el segundo futbolista adolescente que anota en una final. Hay que salvar las distancias y no establecer comparaciones que puedan dividir aguas. Pero son datos que refuerzan la conquista de Francia representada por un entrenador y su talentoso delantero.
“No hay que darle ningún trato en especial. Hablamos con él como lo hacemos con los 23 futbolistas del plantel. Kylian sabe lo que queremos de él. Escucha y hace lo que le pedimos”, describía Deschamps el día antes del partido. Mbappé fue una de las figuras de este mun- dial. Jugó el campeonato a otra velocidad. Sus arranques en la final no fueron tan humillantes como contra la Argentina, pero toda la línea defensiva croata lo sufrió en algunos momentos del partido. Su gol, su gesto de celebración nacido para ser copiado por millones de niños que juegan al fútbol en todo el planeta, dejan una fuerte imagen de cierre de un Mundial para un equipo que supo aprovechar sus momentos y no perdonar.
Deschamps diseñó un equipo para Mbappé. Dispuso diferentes formaciones con una idea clara: despachar a los rivales con contraataques a partir de los espacios que dejaban. Francia no presionó en la salida. No lo precisó. Fue su línea de flotación facilmente distinguible durante el torneo. El corte de Kanté. El tranco de Pogba. La conducción de Griezmann apoyado en Giroud. El sprint demoledor de Mbappé. Eso fue lo que Deschamps pensó para ganar el Mundial. Todos para Mbappé.
“Jugué como siempre. Hacer un gol en una final es siempre particular. He trabajado mucho para llegar a momentos como éste, pero no es el final, hay que seguir. Tengo la ambición de ir más lejos”, comentó Mbappe a la prensa luego del partido. Aseguró que seguirá en el PSG cuando ya se olfatea la caza mayor que iniciarán equipos como Real Madrid, Barcelona y probablemente alguno de la Premier League. Mbappé continuará en París.
La influencia de Deschamps en el plantel y el cariño de los jugadores quedó en evidencia en plena rueda de prensa: no la pudo terminar. Mientras conversaba con los medios, aparecieron sus futbolistas, lo bañaron en champaña y empezaron a gritar y a cantar. Deschamps no tuvo otra alternativa que unirse a la celebración.
Los títulos en fútbol suelen dar la razón para siempre. Deschamps queda como el técnico que hizo historia con Francia. Ya la había hecho como jugador. Mbappé en el otro extremo, desde su juventud, descubre que cada historia en fútbol es personal. Y 23 historias que entran en sintonía pueden armar un gran equipo y salir campeón.