Comedias “de puertas”. El delirio escénico llegó para quedarse
Pariente de aquellas comedias de puertas muy populares en los años 70 y 80; Chorros, dirigida por Manuel González Gil, sigue la línea de Como el culo, Los 39 escalones y Entretelones, donde el disparate y el enredo son los grandes protagonistas
Variante del vodevil muy popular en los años 70 y 80, este género mueve multitudes en las salas de la avenida Corrientes; el estreno de Chorros, dirigida por Manuel González Gil, se suma a una tendencia que ya dio sus frutos con las obras Como el culo, que tuvo dos elencos el verano pasado, Los 39 escalones y Entretelones
Hace seis años se estrenaba en Londres The Play that Goes Wrong, una obra de Henry Lewis, Jonathan Sayer y Henry Shields que tres años más tarde, después de un formidable éxito generado sobre todo por el boca en boca, ganaría el premio Lawrence Olivier en la categoría Mejor comedia, y en 2017 llegaría a Broadway con J.J. Abrams (Armageddon, Star Trek), un peso pesado de la industria del cine que se probaba como productor teatral por primera vez.
La versión argentina de la obra se estrenó con un título un poco más vulgar –Como el culo– y también consiguió buena respuesta en la taquilla. Tanta como para que en la temporada de verano pasada los productores locales de esa obra, Javier Faroni y Daniel Comba, decidieran armar dos elencos: uno para Mar del Plata –integrado por Marcelo de Bellis, Diego Reinhold, Walter Quiroz, Nicolás Scarpino, Gonzalo Suárez, Maxi de la Cruz, Ingrid Grudke y Fernanda Metilli– y otro para Villa Carlos Paz, con Víctor Laplace, Gustavo Garzón, Miriam Lanzoni, Pablo Rago, Alejandro Paker, Gonzalo Urtizberea, Fabián Rendo y Tamara Garzón.
En Como el culo, una destartalada compañía de teatro trabajaba para el estreno de una famosa obra de Agatha Christie (La ratonera), policial del tipo whodunit (contracción de la pregunta who’s done it?, que significa ¿quién lo hizo?), un tipo de historia detectivesca que estuvo muy en auge entre los años 20 y 40 del siglo pasado. Todo lo que se podía complicar efectivamente se complicaba, lo que disparaba una serie de situaciones cargadas de humor.
Chorros, que acaba de estrenarse en el Multiteatro (Corrientes 1283), es la adaptación de otra obra de los mismos autores británicos (The Comedy about a Bank Robbery o La comedia sobre el robo al banco), repite director (Manuel González Gil) y parte del elenco de Como el culo (Diego Reinhold, Nicolás Scarpino, Marcelo de Bellis, Gonzalo Suárez, Maxi de la Cruz y Fernanda Metilli, a los que ahora se sumaron Marcelo Mazzarelo y Ana Acosta), y también tiene una trama disparatada que involucra a ladrones que se fugan de una cárcel y planifican el robo de un diamante que es propiedad de un príncipe ruso y está bajo la custodia de un importante banco. El asunto es que ninguno de los personajes de la historia es completamente honesto. Todos en algún momento ceden a la tentación del delito que les dé la posibilidad de enriquecerse.
“Son obras con un parentesco muy claro –señala González Gil–. La clave es que van narrando a partir de las acciones. De ahí surge el humor, no del texto. Todo se apoya en la acción. Chorros tiene mucho despliegue de producción y la dinámica propia de una película que se desarrolla en varios ámbitos. El hilo argumental es casi una excusa. Son propuestas muy delirantes, que generan situaciones de mucho permiso para los actores. Estas comedias británicas tienen una inventiva y un buen gusto que llaman poderosamente la atención”.
Para el experimentado director, el tipo de humor de Chorros es “eficaz, pero liviano, blanco, alejado de la chabacanería y el trazo grueso”. En ese sentido, ya el afiche de promoción de Como el culo, su antecedente inmediato, aclaraba que “la única mala palabra de la obra está en el título”.
Confiado, González Gil cree que, a pesar de la baja en la venta de entradas que viene sufriendo el circuito teatral de la calle Corrientes en los últimos meses, Chorros tendrá un buen recorrido: “En este momento del país, la gente no quiere más dramas ni conflictos –explica–. Si chequeás hoy el ranking de obras más exitosas, vas a ver que son todas comedias. Nadie quiere ir a encerrarse casi dos horas en una sala para angustiarse más”.
Diego Reinhold, que interpreta al ladrón que encabeza la desquiciada operación para robar el preciado diamante, tiene su propio punto de vista: “En los Estados Unidos, que es un país desarrollado, con menos crisis económicas que la Argentina, también funcionan este tipo de comedias. Creo que, en realidad, andan bien porque la gente busca, además de divertirse, encontrar producciones de alto nivel. Y Chorros es una gran propuesta en términos de texto, puesta en escena y música. Es una obra de teatro con todas las letras, en la que podés reírte y emocionarte”.
Nicolás Scarpino, en la piel de un carterista demasiado dependiente de una madre severa y religiosa (Ana Acosta), también pone el acento en el valor de la producción: “Contamos con un material diferente, que muestra una forma de humor más moderna, con una gran apuesta muy visual y mucho vértigo en escena. Hay un montón de cambios de escenografía y vestuario, una puesta de luces muy interesante... No es tan habitual todo ese despliegue en una comedia”, opina.
“Está claro que no hay fórmulas –añade Acosta–, pero con una obra tan sólida hay más chances de que la gente se entusiasme. Digo que no hay fórmulas porque el humor que consumíamos cuando yo era una adolescente, por ejemplo, hoy está vetado. Hay cosas que ya no podés hacer. Eso va cambiando de acuerdo con la época. Y Chorros tiene un tipo de humor muy actual”.
Una de las claves, asevera Marcelo De Bellis, el gerente gordinflón, cholulo del inescrupuloso del banco donde está el mentado diamante, “es que el elenco está muy aceitado porque ya viene trabajando desde hace un buen tiempo, desde que estrenamos Como el culo”. González Gil coincide en ese punto: “Claro que es importante mantener equipos. De hecho, estas son dos obras en las que trabajó el mismo equipo creativo, estos tres británicos con tanta capacidad para crear una dramaturgia a partir de la acción. Y también para trabajar con un humor muy refinado. Yo nunca me reí con el teatro de revistas. Y en cambio muero por Les Luthiers, no me pierdo ninguna de sus presentaciones. Chorros está en la línea de otras obras que disfruté mucho dirigir, como Los 39 escalones y –mucho más atrás, en los años 90– Los mosqueteros, una que hice con Juan Leyrado, Miguel Ángel Solá, Hugo Arana y Darío Grandinetti durante cinco años. Tienen un humor bien directo, sin el menor subtexto”. Efectivamente, González Gil es un experto en este tipo de comedias de delirio escénico. Además de las mencionadas (Los 39 escalones, también tuvo en su elenco a Nicolás Scarpino, además de Diego Ramos, Fabián Gianola, Laura Oliva y Fabián Mazzei) dirigió el año pasado y durante este verano Entretelones, en la misma línea de delirio.